viernes. 19.04.2024

Hubo un 11-M en Reinosa

Nunca una foto como aquella ha valido más de mil palabras: la Guardia Civil lapidada, rodeada y evitando el cuerpo a cuerpo en una callejuela.

Reinosa tuvo su 11-M en 1987. Aunque la opinión pública y la opinión publicada solo recuerden el 11-M de 2004, cuando explotaron los trenes en Madrid y España lloró en público. Reinosa llevaba llorando mucho tiempo a solas. La ciudad de la pantortilla apareció sin maquillar en el telediario nocturno del 11 de marzo de 1987 porque los trabajadores de Forjas y Aceros secuestraron a su jefe, Enrique Antolín, recién nombrado consejero de Obras Públicas del Gobierno vasco del lehendakari Ardanza. Más de 400 empleados serían despedidos. Ese era el miedo que les envalentonó.

Desde esa noche fría y negra en adelante, la verdad se convirtió para siempre en la primera víctima mortal. El único cadáver que no admite autopsia. La Benemérita perdió de una misma pedrada su tricornio y el afecto de los campurrianos. Nunca una foto como aquella ha valido más de mil palabras: la Guardia Civil lapidada, rodeada y evitando el cuerpo a cuerpo en una callejuela que desemboca en el parque de Cupido. Escenario de un cruel desamor frente al diosecito ciego del amor. Paradojas de la toponimia urbana.

Desde esa noche fría y negra en adelante, la verdad se convirtió para siempre en la primera víctima mortal

El próximo sábado, 11 de marzo, se cumplirán 30 años de aquel alarido social. Un Delegado del Gobierno rebautizado para siempre Pallarés Pinochet. Nadie se atrevió a contar en 1987 que Antonio Pallarés fue secuestrado un día por los trabajadores de un Mercado en su Lleida natal, de la que fue Gobernador Civil hasta 1986.

Todo empeoraba controladamente hasta que el trabajador Gonzalo Ruiz encontró en su propio garaje de Matamorosa la antesala de la muerte. Demasiados botes de humo descontroladamente introducidos allí en aquel Jueves Santo negro en el que Reinosa pudo volver a la pelea cuerpo a cuerpo. Gonzalo murió en Valdecilla el 5 de mayo. Demasiadas cortinas de humo extendidas sobre su agonía.

La Naval en 1920. Astilleros Españoles en 1970. Forjas y Aceros en 1981. Sidenor en 1990. Gerdau desde 2005. Cinco nombres para cinco Españas. De esa factoría casi centenaria han salido precisos cañones mortíferos y preciosas esculturas del pacifista Eduardo Chillida. Pero lo que más dolorosamente salieron (y saldrán) son obreros atizados por una reconversión industrial que acostumbra a presentarse sin avisar.

Reinosa sobrevive. Con esa mala salud de hierro que hace inmortal a las ciudades castizas

Aquella Reinosa del 11-M fue bautizada “Ruinosa”. Pero todos sabemos que Reinosa nunca será declarada en ruinas. Y de las honorables ruinas de su premonitorio Alepo de 1987 no solo han salido las mortajas de Gonzalo y de la verdad. 30 años no son ni pocos ni muchos. Son las tres décadas imprescindibles para tomar distancia y aproximarnos de inmediato a una ciudad que no solo es la de las pantortillas. Ni la del último café  antes de esquiar en Brañavieja.

Reinosa sobrevive. Con esa mala salud de hierro que hace inmortal a las ciudades castizas. De casta. Su 11-M valió la pena. Sin duda.

Hubo un 11-M en Reinosa
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