sábado. 20.04.2024

Los sanitarios se sientan, examinan la placa, dan el diagnóstico y continúan rápido en su tarea diaria al frente de la sanidad cántabra. La memoria, dañada, está empezando a reconstruirse, la córnea parece que ya permite pasar más luz, el corazón ha bajado su frecuencia cardiaca a ritmos “normales”, y los pulmones vuelven a respirar por sí solos. El paciente es la sanidad cántabra y se encuentra ante la radiografía de los hospitales de la región tras seis meses al frente de la COVID, gran parte de ellos viendo en blanco y negro. Sin embargo, los sanitarios, ante un posible rebrote en invierno, le ponen fecha de caducidad a esta aparente “normalidad” y prevén, de nuevo, problemas. “Si en el invierno tenemos otro rebrote es posible que tengamos falta de personal”.

"A día de hoy pocos quedan hospitalizados. Principalmente se complican los que tienen patologías respiratorias o cardíacas crónicas"

Los hospitales cántabros respiran. Lo hacen a pesar del aumento de casos durante estos últimos meses, y es que “a día de hoy pocos quedan hospitalizados. Principalmente se complican los que tienen patologías respiratorias o cardíacas crónicas pero la mayoría de los diagnosticados con COVID lo están pasando desde sus casas”, relata una enfermera del Hospital de Sierrallana, donde actualmente cuentan con tres hospitalizados. La media de todo el verano en el hospital de referencia de la comarca del Besaya está en torno a los 12 y el pico más alto en este periodo estival hasta día de hoy se sitúa en 22. Donde llegó a haber alrededor del centenar de ingresados, ahora hay solo tres con diagnóstico positivo. Donde hubo cuatro plantas destinadas a la COVID, ahora hay una en funcionamiento y otra habilitada por si hiciera falta. Ya no existe presión hospitalaria como consecuencia de la COVID, pero no se atreven a vaticinar que esto continúe así.

Por otro lado, el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla cuenta con 28 pacientes hospitalizados y tres unidades de hospitalización COVID situadas: Séptima planta Torre B, Torre C y Torre D con 24 camas cada una de capacidad. Además de una zona habilitada en pediatría y otra en neonatos. Hay “holgura” y la situación en los hospitales “está controlada” por el momento. Pero un nuevo rebrote volvería a acelerar las pulsaciones de la sanidad cántabra, que respiraría de nuevo a medio pulmón.

"Estamos trabajando con el personal mínimo, por lo que cuando llegan periodos en los que es necesario contratar no hay personal suficiente"

“En el verano hemos tenido suerte porque no ha habido muchos ingresos. Sino entre vacaciones y demás no habrían tenido suficiente personal para cubrir todo”, afirma la sanitaria de Sierrallana. Y es que, reivindican que desde hace años se ha contratado el personal justo para el ratio enfermero/paciente que se tiene en la región, un ratio “muy por debajo” del recomendado por la OMS para una buena asistencia sanitaria. “La alternativa para los profesionales sanitarios españoles es emigrar a otros países, donde encuentran el trabajo que aquí no hay a pesar de que España sea un país y en concreto, Cantabria, una región, con universidades de medicina y enfermería de prestigio. Aquí estamos trabajando con el personal mínimo, por lo que cuando llegan periodos en los que es necesario contratar, como vacaciones o bajas, no hay personal suficiente. Y esto en una pandemia como esta se agrava aún más”. 

Ahora, a las puertas de la gripe que asola cada invierno, los hospitales cántabros mantienen la calma. Sin embargo, los profesionales del sector no pueden vaticinar lo que ocurrirá los próximos meses, aunque recurren a la esperanza y esperan que no se vuelva a los niveles hospitalarios de la primavera.  

 

“Si en el invierno viene otro rebrote es posible que tengamos falta de personal”
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