jueves. 25.04.2024

rubia y dulce Ofelia

             que llamó a tu puerta.

                          L. F.

Nacido en 1884 en el pueblecito zamorano de Tábara, a los dos años se traslada con su familia a la villa salmantina de Sequeros para, posteriormente, recalar en Santander, donde su padre ejercerá su profesión de notario hasta que se produce su fallecimiento en 1908. Para entonces, el propio Felipe Camino Galicia se encuentra recién establecido como farmacéutico, lo que comparte con su intensa afición al teatro... y, por lo que luego sabremos, también a la vida un tanto alegre y disipada.

Acosado por las deudas, en 1912 vende su farmacia de la Plaza de la Esperanza cuando ésta ya no le pertenecía y sale huyendo de la ciudad. Un periplo de más de dos años le hace recorrer la península con diversas compañías ambulantes, cómicos de la legua de mayor o menor fortuna, y donde solamente podrá interpretar pequeños papeles que no satisfacen sus ambiciones ni desde el punto de vista artístico ni tampoco desde el lado económico. En una de sus visitas a Madrid, alguien le denuncia y es detenido y trasladado a Santander: un acreedor estafado había presentado una denuncia al saber que se había fugado, y obraba una orden judicial de caza y captura sobre el futuro poeta.

Acosado por las deudas, en 1912 vende su farmacia de la Plaza de la Esperanza cuando ésta ya no le pertenecía

Los veinte meses de cárcel transcurridos en la prisión santanderina de Santa María Egipciaca le conceden el reposo suficiente para entregarse a la meditación, la lectura detenida de los clásicos, e, incluso, esbozar los primeros borradores de lo que después habría de ser la poesía incipiente y dolorida de un hombre sometido a una grave circunstancia.

Al salir de la cárcel, el tronado boticario debe encontrarse no solamente con la amarga experiencia de haber convivido -dirá más adelante-, como preso común, sino también con las consecuencias de sus actos y el rechazo de la mayor parte de sus antiguas amistades, además de la ausencia de un pequeño núcleo familiar que hasta la desafortunada actuación -el "oscuro trance", como dicen sus biógrafos-, permaneció a su cargo durante algún tiempo.

Anuncio de farmacia en Valmaseda (1916) Anuncio de farmacia en Valmaseda (1916)

Regresa a su actividad profesional abriendo una nueva farmacia, esta vez en la localidad vizcaína de Valmaseda, donde, por un documento suscrito en el mes de junio de 1916, lo encontramos residiendo. ¿Por qué elige precisamente esta villa para su reinserción social y profesional? Sin duda alguna, será su hermana mayor Consuelo y el marido de ésta, funcionario allí destinado, quienes le acojan en su nuevo intento de adecuación a la realidad. Su cuñado, Jesús Cadenas, ostenta, a la vez, el cargo de presidente del Consejo local de Exploradores y de la Comisión de Teatro, a través de la cual se dirige a la Corporación municipal en solicitud de un local donde representar obras escénicas. Dadas las aficiones artísticas del boticario, pronto participará en las funciones de aficionados que se organizan en el pueblo, anunciándose una función teatral sin especificar su título para el día 29 de setiembre de 1916.

Un testigo de aquellos tiempos llamado Fabio Murga recuerda perfectamente las representaciones auspiciadas por el grupo "Deportiva Jovial". En alguna de ellas interviene Felipe Camino como director, e, incluso, recitando algún monólogo que  interpretaba muy bien; aunque no le acompañara su voz, “tomada y ronca”, añade.

Don Felipe, el farmacéutico de Valmaseda, se enamoró locamente de Irene. Era una chica terriblemente coqueta y el bueno de don Felipe tuvo que sufrir más de un desdén

La estancia en la localidad de una joven peruana llamada Irene de Lámbarri, de orígenes valmasedanos, dio lugar a un romance breve pero intenso entre ambos personajes. Un pariente de la joven (Ignacio Galicia Lámbarri, que pese a la coincidencia en su primer apellido no tiene nada que ver con el poeta), nos ha relatado haber escuchado a sus mayores contar que Silvestre Lámbarri, tío de Irene y abuelo suyo, habría llegado a agredir al farmacéutico ante el cariz que tomaban sus relaciones. Veamos el relato de la historia, recogido cincuenta años más tarde por el escritor Manuel Llano Gorostiza de labios del ingeniero Pablo Murga: "Irene, era un tipo entonces no visto: alta, ojos azules transparentes, pelo rubio y delgadez impresionante. Don Felipe, el farmacéutico de Valmaseda, se enamoró locamente de Irene. Era una chica terriblemente coqueta y el bueno de don Felipe tuvo que sufrir más de un desdén. Para colmo, su padre, asustado por la leyenda de la actriz cómica con la que dicen que el poeta llegó a Valmaseda, no aprobaba aquellos amores. Hubo sus más y sus menos... Y todo terminó con una tanda de bofetadas propinadas al enamoradizo farmacéutico por don Silvestre…".

La familia Lámbarri no vería con buenos ojos una historia sentimental que tarde o temprano habría de saldarse con la partida de Irene hacia Perú, como efectivamente sucedió. Las bofetadas citadas por el anterior comunicante tuvieron lugar en octubre de 1918, y la marcha de la muchacha se produciría al día siguiente. Felipe Camino abandona su farmacia y se marcha también a Barcelona; así lo cuenta su biógrafo Luis Rius: "Un día, sin avisarle a nadie, se fue del pueblo y no volvió más"; iba siguiendo a la joven, desplazada allí para tomar un barco que la trasladaría hacia su país de origen, reclamada por su padre, vicecónsul de España en Cuzco.

Felipe Camino a los 20 años Felipe Camino a los 20 años

Entre los expedientes de la vida municipal valmasedeña aparece una comunicación suscrita de puño y letra por Felipe Camino y dirigida al alcalde constitucional de la villa, en la cual se dice: "Pongo en conocimiento de usted que habiendo enagenado (sic) la farmacia de mi propiedad situada en la calle de Don Pío Bermejillo nº de esta villa renuncio al cargo de farmacéutico titular que venía desempeñando. Lo que le comunico para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a usted muchos años. Valmaseda a seis de noviembre de mil novecientos diez y ocho".

La pareja todavía vivirá unos días intensos en Barcelona, donde el futuro poeta pretende buscar un trabajo ya que se encuentra sin un céntimo y será Irene quien le entregue quinientas pesetas, con la promesa de regresar al año siguiente y continuar el romance iniciado, aconsejándole a su vez que se traslade a Madrid donde le será más fácil sobrevivir.

Felipe Camino Galicia en Madrid a los 23 años (1907) Felipe Camino Galicia en Madrid a los 23 años (1907)

No se volverán a ver en España, pese a las promesas de amor eterno. Pero casi treinta años después de esta despedida y, con motivo de un viaje por la América de habla hispana donde el poeta ya era muy conocido, el poeta recala en Perú y allí se producirá el reencuentro con su antiguo amor. Felipe Camino Galicia ha dejado definitivamente de ser boticario, se ha convertido en León Felipe/poeta y vive en el exilio mexicano con su esposa, la profesora Berta Gamboa. Por su parte, Irene de Lámbarri es una mujer casada, perteneciente a la buena sociedad peruana, con propiedades familiares en Cuzco y Arequipa. León Felipe falleció en 1968, sobreviviendo a su esposa; Irene fallecerá antes que su marido peruano. Ninguno de los dos dejará descendencia.

En el semblante del poeta, siempre dispuesto a reconocer y satisfacer sus deudas, se refleja el recuerdo de aquellas quinientas pesetas que un día le fueran entregadas como único medio de subsistencia y, ni corto ni perezoso, hará entrega a la dama peruana de todos sus ahorros durante el viaje. Unos ahorros que su biógrafo Rius estima en 1.000 dólares, que serán destinados a obras de beneficencia.

Las hermanas Irene (dcha.) y María de Lámbarri, en Valmaseda 1908. Cortesía de Ignacio Lámbarri Galicia Las hermanas Irene (dcha.) y María de Lámbarri, en Valmaseda 1908. Cortesía de Ignacio Lámbarri Galicia

Él le había escrito un poema casi cada día desde que la conoció. Aquellos poemas de amor que él recogió en lo que hubiera sido su primer libro (“libro de sonetos amorosos”, escribe Finisterre), los destruyó Felipe; y los manuscritos en poder de ella, cuando muchos años después la volvió a encontrar le dijo que durante la guerra civil se los habían quitado “los rojos”. Se perdieron y de ahí que en la obra de León Felipe apenas existan poemas de amor.

Sin embargo, se ha creído ver en los siguientes versos de su primer libro publicado la desilusión sufrida por el poeta a causa de este episodio amoroso. Son aquellos que dicen:

Creí que estabas en mí
-eterna- lo mismo que si estuvieras esculpida
en una piedra…
y estabas
como un dibujo en la arena,
en la arena del camino
en la arena que dispersan el agua,
el viento y las huellas.

De poder hallarse restos de tal epistolario amoroso, pasarían a constituir la prehistoria literaria de León Felipe.

Irene de Lámbarri, la novia peruana de León Felipe
Comentarios