jueves. 25.04.2024

El jurado del juicio a los acusados por la muerte de un anciano que apareció asfixiado, amordazado y atado en su garaje de Santander ha considerado que los dos hermanos vascos enjuiciados por este hecho son culpables de un delito de asesinato y otro de robo con violencia, como apreciaban el fiscal y la acusación en tanto que las defensas esgrimían que era un homicidio. Lo han considerado así los integrantes de este órgano, que este lunes han deliberado y votado el objeto del veredicto, con lo que el juicio celebrado la semana pasada en la Audiencia Provincial de Cantabria, también contra un tercer procesado por complicidad en el robo, ha quedado visto para sentencia.

Siete de los nueve miembros del tribunal han coincidido en que Paulino y Ricardo L.G., residentes en Bilbao y Vitoria cuando sucedieron los hechos, en febrero de 2017, dieron muerte al hombre, de 81 años, en su garaje en la calle Beato de Liébana para cogerle las llaves de su domicilio, en Alcázar de Toledo, y así resultares "más fácil" el posterior robo, único delito imputado a Juan Carlos C.S., vecino de Santander.

Los jurados han tenido en cuenta para ello los informes de la autopsia realizada al cadáver y las declaraciones de las forenses y policías en la vista, durante la práctica de las pruebas pericial y testifical. Además, se han puesto de acuerdo, por unanimidad, en que el octogenario trató de resistirse, lo que le resultó físicamente imposible por su edad y estatura, así como por la complexión física de los dos principales encausados. Según el objeto del veredicto, ambos redujeron y golpearon al anciano, "sabiendo Paulino y Ricardo que haciendo lo que hacían podían matarle".

"Le metieron un trozo de tela en la boca de gran tamaño, que le introdujeron con fuerza empujándolo hasta la laringe, le taparon la boca con cinta adhesiva, encima le colocaron un pañuelo que le tapaba la boca y las fosas nasales, le envolvieron la cabeza con cinta transparente", prosigue este punto del escrito. Y a continuación, señala que "le ataron fuertemente las manos y los pies de forma separada y luego entre ellos a la espalda, flexionando para ello las piernas y brazos del anciano con varias cuerdas y cables eléctricos, atándole además a una columna que había en el local, colocándolo boca abajo sin ninguna posibilidad de movimiento ni de respiración, dejándolo abandonado".

UNANIMIDAD

En la mayoría de las cuestiones para el objeto del veredicto, con una veintena de puntos, han estado de acuerdo los nueve miembros del jurado, acompañados en la sala de los dos suplentes. Así, todos han coincidido en que Paulino recibió información a través de un conocido de la capital cántabra cuya "identidad no consta" de que el anciano tenía una caja de caudales en su domicilio en la que guardaba mucho dinero. En consecuencia, no han considerado probado, por "falta de pruebas", que recibiera ese 'chivatazo' a través de su amigo Juan Carlos.

Han estado de acuerdo en que el día 2 de febrero Paulino se desplazó en una furgoneta desde Vitoria a Bilbao, donde recogió a su hermano y con el que prosiguió a Santander para cometer el robo. Una vez en la capital cántabra, contactaron con el tercer procesado y se quedaron a dormir en casa de un familiar suyo.

También han coincidido en que al día siguiente Juan Carlos recogió en su coche a los dos hermanos vascos y les llevó a visitar diferentes lugares de la ciudad en los que, según le dijeron, iban a "hacer unos presupuestos de obra", cuando en realidad estaban preparando el robo comprobando las rutinas de la víctima y las ubicaciones del garaje y el domicilio, de lo que "nada le comentaron". De este modo, el jurado no considera probado, por falta de pruebas, que ese día "los tres se fueron a preparar el robo".

Por unanimidad igualmente, han considerado que en la fecha en que sucedió todo, 4 de febrero, todos ellos se desplazaron nuevamente en el vehículo de Juan Carlos a las inmediaciones del garaje y esperaron la llegada de la víctima, sobre las 10:45 horas, momento en el que los dos hermanos entraron al local y el conductor se quedó fuera esperando, hasta que salieron a mediodía.

Una vez fuera, y con las llaves de la vivienda en su poder, regresaron al coche y dijeron a su amigo que les esperara en otra calle, dirigiéndose ellos andando a casa de la víctima, "siendo consciente Juan Carlos de que iban al domicilio a robar, quedándose en su coche vigilando y esperando el regreso de Paulino y Ricardo con el botín".

Por lo demás, los nueve integrantes del jurado han estado de acuerdo en que los dos hermanos entraron en casa del anciano, donde estaba su pareja, de 79 años, a la que abordaron por sorpresa y, cuando intentó pedir ayuda, empujaron, sentaron, ataron manos y pies con unas cuerdas y le taparon la boca con un pañuelo, causándole lesiones leves.

200 EUROS Y JOYAS

Tras esto, cogieron dos billetes de 100 euros que había sobre una mesita y revolvieron la casa hasta que encontraron la llave de la caja fuerte, de cuyo interior se llevaron diferentes joyas en dos bolsas. Y antes de irse, sobre las 12:35 horas, avisaron a la mujer de que "fuese buena, que luego iban a llamar a la Policía para desatarla y a una ambulancia para su marido".

Mientras los hermanos abandonaron la zona en el coche de su amigo, que les llevó a casa de su familiar y desde allí regresaron después al País Vasco, la mujer logró soltarse las ataduras de las manos y dar saltos hasta salir al descansillo, donde fue auxiliada por vecinos que avisaron a la Policía. Siguiendo sus indicaciones, los agentes encontraron el cuerpo sin vida del anciano en el garaje.

LLAMADA Y DROGAS

También todos los miembros del jurado han coincidido en que al día siguiente Paulino llamó desde una cabina de Vitoria a Cruz Roja de Madrid dando datos concretos de dos personas que estaban atadas y podrían precisar auxilio en Santander. La grabación de esa conversación telefónica y su posterior difusión en medios de comunicación desembocó en la detención del sospechoso y posteriormente, de forma escalonada, de los otros dos implicados, en prisión provisional desde sus arrestos.

Entre otros extremos, el jurado no ha considerado probado que Ricardo -que primero negó haber estado en el lugar donde sucedieron los hechos pero en una segunda e inédita declaración en el juicio a petición de su abogado sí reconoció haber participado en los mismos- tuviera disminuida la capacidad de discernimiento y de decisión por drogas.

Nuevamente por unanimidad, han deliberado que ambos hermanos vascos entraron al garaje y la vivienda con la cara tapada y guantes, para evitar ser identificados y dejar huellas, y que cuando se produjo la muerte del anciano hubo un "desequilibrio de fuerzas" entre acusados y víctima, como también sucedió con la mujer cuando entraron al domicilio a robar.

OPOSICIÓN AL INDULTO

Finalmente, los miembros del tribunal han coincidido al negarse a que, llegado el caso, se les conceda a todos el indulto, por la gravedad de los hechos, por los que el fiscal mantiene una solicitud de 25 años de cárcel para Paulino, 16 para Ricardo, y 7 para Juan Carlos.

La defensa del principal encausado ha modificado sus conclusiones y peticiones al considerar el jurado que fue un delito y no un homicidio, aunque ha pedido la supresión de los diez años de libertad vigilada tras la salida de prisión, en tanto que el letrado del imputado por robo ha reiterado que condenen a su patrocinado por complicidad, al no idear ni participar en los hechos.

Tras la deliberación y veredicto del jurado, el juicio ha quedado visto para sentencia.

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