sábado. 20.04.2024

Su reconocimiento internacional le impone un frenético ritmo de vida para atender las propuestas que le llegan desde los cinco continentes. Enclaves en los que Óscar San Miguel “Okuda” (Santander, 1980) firma algunas de las propuestas más vanguardistas y rompedoras del panorama actual. Un cántabro universal cuyo manantial creativo sigue fluyendo a borbotones mientras se adentra en nuevas disciplinas.

¿Cuál es tu base de operaciones en la Tierruca?

Vivo en Cuchía desde que me fui a Madrid, en el año 2000, y me gusta porque cada vez que vengo en mis vacaciones es muy tranquilo. Pero me he criado en el barrio de Fernando de los Ríos, en Santander. Allí viví hasta los 15 años, cuando me trasladé a Gornazo, donde mis padres tenían un bar. En Fernando de los Ríos llevaba la típica vida de barrio, jugando al fútbol, compitiendo en las listas que se hacían, luego patinando con el skate, y estando mucho en la calle. Como mis padres tenían un bar, estaba casi todo el día en la calle, esperando a que cerraran para ir a casa a dormir. Digamos que de ahí vendrá lo de pintar en la calle. Yo siempre dibujé. Recuerdo hacerlo en clase desde siempre, en la última fila. Después de los 15 años dejé el fútbol y empecé a ir con los amigos a fábricas abandonadas. Y ahí empezamos a pintar. Recuerdo una en Cazoña, junto a la estación de FEVE. Otra estaba por La Marga, antes del barrio pesquero. Estamos hablando de hace más de 20 años.

A diferencia de lo que hacían mis amigos, mis letras ya eran como en 3D, con mucho volumen

¿Cómo eran aquellos primeros dibujos?

Al principio casi siempre eran las letras. Primero era NIK, luego OKUDANIK y luego OKUDA. Eran letras que ya estaban lejos del graffiti al uso. Recuerdo que, a diferencia de lo que hacían mis amigos, mis letras ya eran como en 3D, con mucho volumen, incluso incluyendo dibujos. Aún queda algún dibujo de esa etapa.

¿De dónde viene “Okuda”?

Surgió de un videojuego. Mi hermano era muy aficionado a ellos. Casi todos los han hecho japoneses. Leí el nombre en unos créditos, vi su similitud con mi nombre, Óscar, y así lo adopté.

El artista cántabro Okuda

Algún tren caería bajo tus sprays…

Sí… Empecé más por la parte ilegal, y luego de ahí emprendí un camino más personal hacia un lenguaje más reconocible, fuera del graffiti, fuera del surrealismo, fuera del arte que sea.

¿Qué tal ibas en el colegio?

Bastante mal, la verdad. Creo que dejaba seis y siete en EGB. Repetí 1º de BUP, y pasé a 3º y 4º de ESO. Lo aprobé. Luego ya fui al IES Santa Clara e hice Bachillerato de Artes. Ahí sí que empezó la conexión entre lo que estudiaba y lo que quería. Eso es lo importante.

La educación no debiera ser tan invasiva y orientada a hacerte una pieza más del sistema

Crees que tras el fracaso escolar a veces hay…

… falta de escuchar a cada persona. Creo que se debería de actuar antes, que es cuando se empiezan a ver las cosas. La educación no debiera ser tan invasiva y orientada a hacerte una pieza más del sistema. Yo lo veo con niños que tengo cerca, escuchas cómo habla uno y otro, y ahí puedes identificar lo que le puede llegar a gustar.

Y el Bachillerato de Bellas Artes te redimió.

Era: o estudio esto o no estudio nada, porque no me veía identificado con nada más, ni capacitado incluso. Luego me enganchó, porque justo en el Santa Calra había una profesora buenísima de Historia del Arte. Y yo notaba que sin estudiar aprobaba. Solo que ver las diapositivas y escuchar sus explicaciones me bastaba. Era un disfrute. Además de que me estaba nutriendo de conceptos para luego traducirlo a mi lenguaje.

El artista cántabro Okuda

Curioso que alguien vanguardista tire por los clásicos.

De hecho, hoy en día, en mis últimos trabajos incluyo casi siempre figuras clásicas, lo que pasa es que traducidas a mi lenguaje. Yo no hago bocetos. Los únicos bocetos que pillo son fotos en museos y en viajes de figuras clásicas. Mesopotámicas, renacentistas …

Creo que he sacado cosas muy positivas de la Universidad

¿Y un referente?

El Bosco (rotundo). Sobre todo porque es quinientos años anterior al surrealismo de Dalí y todo esto. Es el único que no ha hecho realismo antes de 1800. Es increíble. Un adelantado a su tiempo. Difruté mucho de la exposición en el Museo del Prado dedicada a su obra, en el poco tiempo que he podido pasar en Madrid.

Sigamos con los estudios.

Cuando superé la selectividad, en la facultad de Bilbao me cogían por nota. Madrid era un poco más difícil para entrar, había que hacer otro examen aparte y fui a ver qué pasaba. Llevé sprays al examen. Vi que todos los que se presentaban llevaban el mismo estilo de examen. Estuvo gracioso, hacerlo totalmente a mi bola, fuera de lo que hacían todos.

Y funcionó.

Sí, sí. Aunque luego, a veces suspendía pintura. Porque en Bellas Artes es, depende quién te imparta qué materia, apruebas o no. Todo es demasiado subjetivo, para mi gusto, lo que te enseña cada uno y lo que quiere que hagas.

El artista cántabro Okuda. Foto: Sevi López

¿La Universidad bloquea, afina o estimula la creatividad?

Creo que he sacado cosas muy positivas de la Universidad, aunque tampoco iba mucho, lo justo para aprobar. Por ejemplo, me aprovechaba de las máquinas y de las técnicas que no conocía, como la escultura en piedra, que por mí mismo nunca hubiera emprendido, porque a ver cómo compras un bloque de 200 kg y dónde lo metes. Entonces sí me he nutrido algo, pero yo ya había empezado a viajar a eventos internacionales en plena carrera, en el año 2003. Me interesaba mucho más seguir en la calle, a un buen nivel y con mucho ritmo, más que la carrera. Fue como las dos cosas a la vez. Y en vez de en cinco años, abacé la carrera en siete años.

Pero estabas alimentando tu línea.

Efectivamente. En esa época seguía haciendo murales, en esa época eran murales conjuntos, a mí me tocaba casi siempre ser el director de orquesta, pero seguían siendo más graffiti, aunque ya empezaban a haber más temas de fondo, con más composición que la hacía yo normalmente, y ubicaba a cada uno según el estilo que tenía. Pero era esa onda Neo Street, que era la que se llevaba en el momento. A partir del 2005 empecé a ahondar en piezas más individuales. Porque el Street Art empezó a ir por ahí con artistas como Bansky y otros. Lo que interesaba era algo de impacto, no tanto el trabajo conjunto.

La forma que tengo ahora de construir, con colores y con la geometría es muy curiosa, porque haciéndolos planos construyen volúmenes

Pero a ti te gusta esa colaboración.

Así es. Desde hace tres años organizo “Theriomorphism”, en paralelo a Arco, un encuentro al que invito a artistas de todo el mundo. Yo propongo una obra que hacemos entre los cuatro artistas –los tres invitados y yo mismo- que es la que primero se vende, porque es muy difícil que un artista de Los Ángeles, uno de México, uno de Ucrania y uno de España colaboren y sea una pieza vendible. Esto lo he sacado de esa visión de conjunto que tenía cuando el graffiti. Digamos que el artista de estudio tiene más ego, y le cuesta perder su ego para trabajar en conjunto. Es un Pop Up Exhibition de tres días. En este 2017 he invitado a la francesa Amandine Urruty, al escultor catalán Samuel Salcedo, y al ucraniano Waone (una de las dos mitades del dúo Internesni Kazki).

El estilo OKUDA es inconfundible.

Creo que lo más importante de un artista es que tenga una identidad personal muy potente, por encima del mensaje.

Obra de Okuda en los Alpes Suizos

Defínelo.

Es como un Surrealismo Pop. Contemporáneo. Y con esencia de la calle, que es de donde vengo.

Los colores están ahí. ¿Cuál es la clave que te hace tan reconocible?

Yo empecé a geometrizar las letras, en 2005, en rombos, en triángulos y en círculos, y eso poco a poco lo fui trasladando al trabajo de estudio, y es como una mezcla de surrealismo y clásico y volúmenes. La forma que tengo ahora de construir, con colores y con la geometría, triangulando, es muy curiosa, porque haciéndolos planos, pero poniéndolos a cada uno en un lugar, construyen volúmenes. Lo fácil sería hacer el estampado de triángulos, y luego, con blanco y negro, por veladuras, hacer el volumen. Pero esta es la clave: emplear los fríos y cálidos según la luz y la sombra. Eso es por mis conocimientos académicos: tener el círculo cromático tan claro y jugar con él.

¿Qué intentas transmitir con tus obras?

Hace ya tiempo que maneho cierta iconografía que responde a varios temas. Siempre hago animales, siempre hago personas. Es una especie de comunicación entre la naturaleza, capitalismo, existencialismo, la libertad. Es un cóctel de temas. Meto todos los personajes o todas las escenas que tienen muy clara esa iconografía. No es que cada cuadro tenga un significado en concreto, sino que pertenece a una serie de obras en las cuales haces estas lecturas y hablan de estos temas. Pero no como un mensaje cerrado, sino como una propuesta de reflexión hacia los demás, que puedan hacer su propia lectura. Depende de las vivencias de cada uno, hace unas lecturas u otras. Y eso es también lo interesante. Por ejemplo. Bansky me parece un genio, pero su mensaje es totalmente cerrado. No da pie a poder divagar más ni a estar una hora delante de una obra suya. En cinco minutos ya la has leído y ya está. Por eso me interesa más El Bosco, que está ahí, y vuelvo el año que viene y sigo sacando cosas. Eso para míes lo que es el arte.

Lo principal es que me dejen libertad de creación

Cuando te llaman, ¿qué porcentaje hay en el trabajo de creatividad libre y…?

Toda (interrumpe). Porque si no, no voy. Incluso en proyectos con marcas, lo principal es que me dejen libertad de creación. Luego sí que hablamos de otro tipo de condiciones a nivel económico y demás. Pero a nivel creativo no.

Pero tienes en cuenta el contexto del lugar…

Sí, por supuesto. Por eso no hago bocetos. Porque me gusta llegar al lugar y sentir el sitio, eso me inspira. Necesito ponerme delante del muro y leer las líneas dentro de mí. Digamos que dibujo directamente sobre la propia pared, no me gusta dibujar y reproducir algo que ya he hecho. Lo normal es que la gente cuando se plantea un proyecto de grandes dimensiones tenga ya todo pensado, hasta los colores… Pero a mí eso me parece muy aburrido, no me parece que esté vivo ni que disfrute, porque al final es repetir lo que ya has hecho. Me gusta esto.

Obra de Okuda en Dinamarca

¿No compartes el pánico del escritor al folio en blanco?

Todo lo contrario. Me motiva tanto que en una hora tengo claro lo que voy a hacer.

¿Lo visualizas?

A veces sí visualizo el final, pero siempre va cambiando. Una vez empiezo, van saliendo detalles y cosas y eso me gusta, que vaya creciendo y evolucionando en los dos o tres días de trabajo. Porque si no, me aburro. Aunque esté llenándolo de color ya con una idea, voy incorporando detalles nuevos, personajes nuevos.

Por mucho que el mensaje o lo que pase en la escena que pinte sea negativo, el primer impacto es muy positivo porque es muy colorido

¿Sigues disfrutando con los botes en las manos?

Sí, porque si no, esto no tendría sentido. Y viajando también sigo disfrutando como el primer día, sobre todo si son países nuevos.

Lo decía porque en las obras de gran formato tendrás refuerzos.

Sí, claro. Tengo un equipo que me ayuda a afrontar grandes proyectos en tan poco tiempo. Hay partes más de relleno, o de dar una base de color o un tipo de estampado que me lo puede hacer otro. Pero a mí me gusta estar en primera línea, porque no quedan las cosas iguales. Si tú no tocas nada, no puede quedar igual. Eso no puede ser.

¿Cuál es el mural de mayores dimensiones que has realizado?

Uno de dieciocho pisos en Ucrania. Es la única vez que he usado andamio colgante. Ahí si tienes que pensar más lo que vas a hacer. Primero, porque no puedes alejarte para ver las dimensiones. Segundo, tienes que hacer la mitad del mural y luego la otra mitad, porque tardan cinco horas en cambiar el sistema de andamiaje. Algo raro porque a mí me gusta trabajar todo en conjunto, de muro a muro. Esto era más robótico.

¿Y cómo te las arreglabas?

Aquí sí utilicé boceto. Además, el edificio tenía como unas líneas cada tres metros, que separaban cada piso. Entonces, dispuse que marcasen cada una de un color, y me guiaba por esas líneas. Quería el fondo así, pero lo usé de guía para hacer círculos, o estrellas grandes. Este mural lo acabé en cuatro días. Lo bueno de pintar fachadas grandes es que nadie te lo va a tachar. A no ser que tiren el edificio.

El artista cántabro Okuda. Foto: Sevi López

¿En qué países o ciudades podemos ver obra tuya?

Ucrania, Mozambique, Mali, Cabo Verde, Chile, Perí, Brasil, Taiwán, Australia, Marruecos… New York, Miami, Denver, Hong Kong, Nueva Delhi, Moscú, Los Alpes… En Venecia tengo una plaza con mi nombre, junto a un colegio de niños. Próximamente voy a hacer un edificio de veinte plantas en París. También regresaré a Dubái.

Cuando son intervenciones más urbanas, ¿te llega el retorno de la gente?

Sí, siempre. Sobre todo de los medios locales. También de las personas de a pie. Y los followers o seguidores de Instagram, que suben las capturas…

¿Y qué te dicen?

La historia es que por mucho que el mensaje o lo que pase en la escena que pinte sea negativo, o trate temas tristes o negativos, en general, el primer impacto es muy positivo porque es muy colorido. Así, en sitios grises como Ucrania o Cabo Verde, les cambias el entorno solo con una pintura. Ese retorno lo tengo incluso en el momento de hacer la pintura. Y eso es muy positivo. Te llena.

¿Qué obras tuyas son las que más te han llegado?

Hay una, la única que he pintado en el suelo, que hice en el festival Bonaroo Fest, en Tennesse. Es como una estrella, y la foto final la hicieron dede una grúa enorme y yo tumbado en el suelo. Es bastante potente. Luego una escultura, “Kaos Star”, que tengo en el Gorki Park de Moscú, porque mola, han pasado los años y la gente sigue mandando fotos con ellas, y además, fue mi primera escultura en gran formato fuera de España. También el tren que hice en Kiev, porque era como volver al inicio del graffiti, pero de una forma legal y que simboliza el paso a la libertad de un país como Ucrania. Lo acabé un día antes del aniversario. Es bastante curiosa esa mezcla de conceptos, y los medios lo destacaron con esa lectura. Ser partícipe de la libertad de un país es muy guapo, y encima en forma de cinco vagones de tren, que quedarán de manera permanente, es aún mejor, porque es como volver a los inicios. Además, una pieza de arte en movimiento es muy interesante, porque ahí sí que aparecen fotos en internet a todas horas, sin querer está en más vidas de gente.

(…)

Y luego está el Kaos Temple, una iglesia desacralizada reconvertida en skate park situada en Llanera (asturias) que destaco siempre porque me permitió actuar en el formato más clásico dentro de la Historia del Arte. Fue algo increíble. También por el contraste entre la pintura contemporánea y la arquitectura tan clásica. Es algo muy impcatante. Creo que es la pieza más potente, y la más mediática. Sigo concediendo entrevistas desde uqe la termité a medios de todo el mundo.

Hay veces que en los medios me denominan grafitero, pero en ocasiones de forma algo despectiva, porque no saben que ahora hago muchísimas más cosas

Y la estación de Metro de Paco de Lucía en Madrid…

Sí. Por supuesto. En España no suelo hacer muchas cosas, y de repente, tener una estación de Metro, que va a perdurar en el tiempo, y homenajear a alguien tan increíble como Paco de Lucía, también fue muy motivador.

¿En qué soportes has pintado?

Ahora me están invitando en muchos festivales con soportes no convencionales. Como ya he hecho varios y les gusta el resultado, me van haciendo propuestas variadas. Así, en Arkansas he transformado una casa y la he convertido en una especie de pequeña capilla. En Taiwán, en un colegio de niños, actué sobre unas formas cilíndricas. De repente, es como si dijeran: “cualquier cosa extraña, para ti”. Está guapo, me gusta. Y para este año he visto propuestas también muy rompedoras.

¿Alguna vez has renunciado por la dificultad?

En general no me parece nada imposible, y todo lo que sean retos me interesan.

¿Cómo te gusta que denominemos tu labor?

Artista multidisciplinar, creo que es lo más correcto. Hay veces que en los medios me denominan grafitero, pero en ocasiones de forma algo despectiva, otras veces por ignorancia, porque no saben que ahora hago muchísimas más cosas.

Obra Renaissance Decadence de Okuda

¿Has conseguido que se varíe ese concepto?

Creo que sí, pero siempre depende de la intención que ponga quien lo diga. Ahí están los hechos. Estoy en muchísimas más ferias de arte y exposiciones que muchos artistas que son solo de estudio.

Sigues reivindicando el arte que nace desde la calle

Sí, claro, por supuesto. A las cosas hay que llamarlas por su nombre. Claro que empecé como grafitero, pero ahora soy algo más. No me molesta que me digan grafitero, pero creo que hay más que decir, mucho más.

Te gusta adentrarte en nuevos terrenos

El cambio de disciplina me interesa porque me parece divertido intentar traducir el mismo lenguaje y el mismo tipo de obra y de personajes a otros formatos o disciplinas. Las fotografías son como sacar de mis cuadros personajes pero reales; las esculturas también, son cabezas de animales que ya hago en los cuadros. Luego estoy muy interesado en hacer vídeo animación, mis trabajos en movimientos, creo que para este trabajo haré algo. Incluso quiero dirigir un mini film. Y luego he hecho incursiones en línea textil, a través de una marca americana que hace full print… Sí que estoy ahora haciendo unos diseños de la marca de París, Wrung, que sí es más moda. Tenemos muchas propuestas interesantes para este año. También con una marca de maletas muy conocidas. Tengo todo el 2017 lleno de propuestas. Mucho EE.UU. y Asia.

Sería interesante hacer algo en el Centro Botín

¿Qué proyecto te encantaría acometer?

Transformar, aunque no sea de forma permanente, algún edificio tipo rascacielos de Nueva York, o alguna cosa clásica. Pero sin afectar al original. Intervenir sobre algo muy icónico desde lo efímero. O transformar esculturas clásicas. Me gusta interactuar con el arte que ya existe.

¿Y en Cantabria?

Sería interesante hacer algo en el Centro Botín. Y como lugar mágico, me gusta mucho la playa de los Caballos, en Miengo, una de las más salvajes que hay en Cantabria. También en el Palacio de la Magdalena, alguna escultura…

¿Algún mensaje para chavales jóvenes que estén con esas inquietudes?

Que no les importe que les clasifiquen, que les encasillen. Simplemente, que hagan lo que les apetezca y que las cosas hay que hacerlas de corazón. Si lo haces así, y pones todo en ello, seguro que salen.

¿Alguna reivindicación hacia vuestro arte?

Creo que ya se viene haciendo. En casi todas las ferias del mundo ya hay artistas de Street Art. Digamos que el último paso de la historia del Arte es el Street Art. Seguro. Lo más contemporáneo ahora para mí, y para mucha gente dentro del arte, en estos últimos 30 años, es todo lo que ha pasado en la calle. Porque tenemos voz y voto en el mercado del arte. De hecho, están entre los artistas actuales más cotizados, como Gemeos de Brasil.

(…)

Ahora mismo tengo un estudio de 500 metros cuadrados. Creo que muchos artistas de estudio no lo tienen siquiera. Creo que lo de grafitero se queda un poco corto. Estamos en Madrid. Hay un equipo de gente trabajando conmigo. Tenemos la oficina del manager, con mi show room, que sirve para que los coleccionistas contemplen mis trabajos, más luego todo lo que estamos haciendo en el estudio. He ganado en comodidad, ahora por fin puedo ver la obra desplegada. Mi equipo lo integran cuatro asistentes, uno de ellos siempre viaja conmigo, más otros siete vinculados a la parte de managers, contratos y demás… Todos agrupados en Ink and Movement. Una Pyme en toda regla.

¿Una máxima propia?

Positivismo siempre, actitud, energía, pasión.

¿Una recomendación?

Invito a todo el mundo a que chequee mi instagram, porque lo uso como diario, es muy interesante para la gente que me sigue, porque cada día pongo donde estoy, en qué ando, siempre cosas de trabajo.

Un hilo vivo con la familia

Hay una parte que me encanta destacar, son unos tapices que hago con mi madre y con mi hermana. Yo lo marco, me hago una imagen de cómo va a quedar, tenemos una gama de colores de lana, yo los numero, pongo los números en cada triángulo, ellas lo van haciendo. Es una manera de estar conectados constantemente, aunque esté en Denver o donde sea, nos comunicamos por skype, resolvemos dudas… Además de que es más auténtico que lo hagan ellas. Probamos hace dos años. Ellas siempre se han dedicado a la hostelería. De repente, han encontrado su pasión.

 

Esta entrevista y otros artículos se pueden encontrar en el primer número de la revista Cantabria lrd:

https://issuu.com/lrdcantabria/docs/la_revista_de_cantabria_4

Texto: Javi González.
Fotos: Sevi López.

"Lo más importante de un artista es que tenga una identidad personal muy potente, por...
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