viernes. 19.04.2024

UN VERANO CON SOL NO ES VERANO

No hubo un verano irlandés en el que lloviese tanto como aquel, me decían los locales. Refugiado en la penumbra color cerveza tostada de un pub familiar en Westport, en el que todos los días se reunían los mismos parroquianos, hice mías sus costumbres: beber y, si se terciaba, hablar o escucharles cantar antes de volver a beber ¿Aburrido? El mejor viaje que pude hacer por Irlanda.

UNA CALLE DE WESTPORT. Foto O.L.Una calle de Westport | Foto: O.L.

ALLÍ DONDE EL PSICOANÁLISIS NO FUNCIONA

Pasión, desmesura y fabulación hacen de los irlandeses los latinos del norte. Tienen el inconsciente a flor de piel, así que no es de extrañar que entre las brumas de un paisaje de ensueño, gnomos –leprechaun– y hadas –banshee– sean seres tan cotidianos y reales como sus vecinos humanos. O que en el país abunden los músicos, los escritores… y los lunáticos. No en vano, Freud dijo de ellos que son la única etnia con la que psicoanálisis no funciona. La bobalicona fraternidad que propicia el alcohol y la sensibilidad social del catolicismo, completan el cuadro.

DOS SHEREZADES CELTAS

“Atrapada en el puente de un barco hundido, bajo la isla de Clare, vive una langosta enorme, dicen que desde tiempo inmemorial. Yo la vi, una vez, buceando, cuando era joven. Y he oído que allí sigue”.

Quien me contaba esto era Brendan O`Nelly, un gigante con la cara llena de bultos y un bigote de morsa que, en los 70, debió de resultar juvenil. Desde que puse los pies en aquel pub de Westport, él  y Brid, su mujer, me fueron enredando, entre pinta y pinta, en una urdimbre de historias de las que no sabía ni quería escapar ¿Cuántas se habrían inventado? Probablemente, la mayoría. Pero Brendan siempre dejaba la mejor sin terminar. “Vuelve mañana y conocerás el final”.

UNA REINA PIRATA MUY POCO “DISNEY”

La bahía de Clew, junto a Westport, tiene la forma de un profundo mordisco del Atlántico en el noroeste irlandés. Allí, el verde intenso de las praderas acaba en estrechas franjas de arena gris claro que, bajo determinada luz, adquieren reflejos de plata. El brazo de mar está salpicado de una infinidad de drumlins, unos extraños túmulos que dejó la última glaciación. Al subir el nivel del Atlántico, se convirtieron en un laberinto de cientos de islas e islotes

DRUMLINS E ISLOTES EN LA BAHIA DE CLEW, VISTA DESDE EL CROAGH PATRICK, Foto WikipediaDrumlins e islotes en la bahía de Clew, vista desde el Croagh Patrick | Foto: Wikipedia

Quizá porque Brendan había nacido en la isla de Clare, situada en la entrada de la bahía de Clew, la imponente figura de su paisana Grace O´Malley, una reina navegante –y pirata– del siglo XVJ, que nació y residió en la isla, no abandonaba nuestras conversaciones. Tiempos revueltos aquellos, en los que el apoyo inglés a la insurrección protestante de los Países Bajos, entonces bajo dominio español, había desembocado en una guerra entre ambas potencias, luego extendida a Irlanda, cuando los españoles apoyaron a su vez la resistencia irlandesa contra el dominio inglés. 

THE KING OF THE HIPPIES

“Navegar entre las islas y los bajos que formaron los drumlins es muy peligroso si nos los conoces, una ventaja que Grace O´Malley utilizaba en sus fechorías”, me decía Brendan, sobre un mapa. “¿Ves esta isla, Dorinish? La compró John Lennon. Se refugiaba aquí con su primera mujer, Cynthia, en una cabaña pintada con colores sicodélicos. Luego, Yoko Ono se desinteresó, y Lennon se la prestó a su amigo Sid Rawle, The King of the Hippies, un freak entonces famoso como activista del movimiento squatter, que también reivindicaba el derecho a la tierra de quien la cultiva. Allí organizaron una comuna, pero cuando llegó un invierno irlandés de verdad, mandó a todos aquellos niñatos de vuelta a Londres con sus papás. Desde entonces, algunos nostálgicos de los Beatles se acercan cada año por allí, pero solo encuentran una recua de vacas pastando”.

AMORES BUCANEROS

En aquel tiempo turbulento, en el que Irlanda era un trofeo en la lucha de poder entre Inglaterra y España, Grace O´Malley había heredado un pequeño reino, defendido con una hilera de castillos costeros, en el actual condado de Mayo. La reina administraba con mano de hierro sus escasos recursos, obtenidos de algunos rebaños de vacas, el cobro de tasas a pescadores y navegantes y, en ausencia de testigos, de la piratería. Grace frecuentaba amistades tan poco recomendables como el pirata español Don Alonzo Bosco, quien se había construido una fortaleza particular en la cercana isla de Inishbofin, para organizar desde allí sus negocios. Además, a Grace –en gaélico Gráinne ni Mhaille–,  siempre le quedaba tiempo para intrigar contra los intentos ingleses de recuperación de la abandonada soberanía sobre Irlanda, que los Tudor solo consiguieron restablecer mediante la espada y la introducción de miles de colonos.

LA LABADIA DE LA ISLA DE CLARE, RODEADA DE TUMBASLa labadia de la isla de Clare, rodeada de tumbas

LOS INEVITABLES INGLESES

La mitología celta de Irlanda es una maraña de mitos en los que la guerra, la derrota y el martirio –encabezados por el de su mayor héroe, Chuchulain, hijo del dios Lug– parecen una premonición de lo que luego sería su Historia.

A la conquista británica de la isla, siguieron siglos de levantamientos reprimidos brutalmente, persecuciones al catolicismo y expropiaciones de tierras a favor de los colonos protestantes, venidos de Inglaterra y Escocia. Tras la desalmada indiferencia inglesa durante la terrible hambruna del siglo XIX, que diezmó a la población, una nueva guerra trajo por fin la independencia a la isla, en 1922. Pero, con ella su partición, y la pesadilla del IRA.

Inevitablemente unidos a los ingleses por siglos de coexistencia, matrimonios mixtos e intereses comunes,  y a la vez siempre dominados y explotados por ellos, el carácter irlandés se debate en la contradicción entre amar y rechazar una cultura y una lengua que ya forman parte de sí mismo. Aunque nunca del todo: no es lo mismo el frío que el calor.

POR ALGO LE LLAMABAN THE DARK LADY

Gráinne ni Mhaille, con la que muchas irlandesas se identifican, se casó y enviudó sucesivamente con dos nobles de la zona. Y, entre ambos matrimonios, me contaba Brid, con los ojos encandilados, “vivió un apasionado romance con un naufrago que llegó a la isla, al que los Mac Mahon, un clan enemigo, asesinó. Aún se canta en los pubs la furia con la que Ni Mhaille asaltó el castillo de los Mac Mahon y ejecutó a los asesinos de su amante”.  

CROAGH PATRICK: CRISTIANOS SÍ, PERO BUENO, TAMBIÉN UN POCO PAGANOS

El sur de la bahía de Clew está dominado por los 762 metros del monte Saint Patrick, en cuya cumbre, San Patricio, patrón de la isla se recluyó, en el año 441. Allí, ayunó durante cuarenta días, en una lucha contra el Mal que, se dice, finalizó desterrando de la isla al paganismo y a todas las serpientes –no existen en Irlanda– que aquí lo simbolizan. 

Si bien el fervor religioso irlandés, sobre todo entre la juventud, ha decaído mucho, todavía un millón de peregrinos asciende la montaña a lo largo del año y, especialmente, en Reek Patrick, el último domingo de julio. Algunos llegan descalzos, e incluso de rodillas, hasta la pequeña capilla de la cima, que se supone construida sobre la choza del santo. La cual parece haber sustituido, a su vez, un lugar de adoración y peregrinación pagano.

PEREGRINOS DESCENDIENDO EL CROAGH PATRICK, Foto O.L.Peregrinos descendiendo el Croagh Patrick | Foto: O.L.

IRLANDA TIENE NOMBRE DE MUJER

El paso del tiempo edulcora hasta los crímenes y, con una aura mítica –mitad diosa-madre y mitad reina guerrera–, Gráinne ni Mhaille, protagonista de canciones, novelas, obras de teatro y películas, se ha convertido en una personificación de cómo Irlanda gusta imaginarse a sí misma

Cuando dos de sus hijos y su medio hermano fueron encarcelados en Londres, precisamente por sus actividades subversivas contra Inglaterra, O´Malley no dudó en remontar el Támesis con sus barcos y presentarse ante Isabel I para pedir la liberación de sus deudos. La reina irlandesa no se inclinó ante la inglesa “porque no era reina de Irlanda”, según me explicó orgullosamente Brid y, desconocedora del inglés, demostró su cultura negociando con Isabel en latín. También parece ser cierto que la Guardia Real le retiró una daga que llevaba a la entrevista, escondida entre sus ropas. Pero volvió a casa con sus parientes, y unas promesas de fidelidad a la corona invasora para las que pronto encontró excusas. 

LA AMOROSA SPANISH ARMADA

Desde que, en 1588, los vientos atlánticos estrellaron contra las costas de Irlanda 25 barcos españoles de la llamada –irónicamente–, por sus enemigos, Armada Invencible, algo parecido a un idilio surgió entre ambos países. Sin duda que ayudaron, también, los desembarcos, en los años siguientes, de tropas españolas en apoyo a la causa de la independencia irlandesa contra Inglaterra.

Se cuenta que, de los miles de soldados desaparecidos en aquella tragedia, casi todos ahogados, o robados y asesinados por los propios irlandeses, o ejecutados por los ingleses, algunos fueron amorosamente acogidos por las mujeres del país.

Al menos 8 pecios de aquella flota, conocida como Spanish Armada, han sido identificados al norte de la bahía de Clew. Y la leyenda asegura que en la población de la zona abundan inusualmente los morenos, así como que las primeras patatas que se plantaron en Irlanda llegaron a la costa flotando junto a los restos de los naufragios.

EN EL NIDO DE LA SERPIENTE

Cuando le dije a Brendan que quería visitar la isla de Clare, quiso acompañarme. Tuvimos suerte: apenas subimos al barco, la lluvia dio paso a un espléndido sol de verano. “Bajo aquellas rocas está la gran langosta”, me dijo mi amigo, al acercarnos a la isla. Creí que me estaba tomando el pelo, y ni siquiera le respondí.

Brendan me llevó al pub de un pariente, y pidió para los dos una sopa irlandesa de puerro y patata, salmón ahumado y un soda bread a la antigua usanza, amasado con trigo blando, cerveza, melaza y nueces. Pero, después de comer, inexplicablemente no tuvo fuerzas para acompañarme. 

UNA CALA EN LA ISLA DE CLARE CON EL MONTE CROAGH PATRICK AL FONDO, Foto O.L.Una cala en la isla de Clare con el monte Croagh Patrick al fondo | Foto: O.L.

La isla es pequeña, muy verde y con una costa en la que alternan acantilados y pequeñas calas. Junto al puerto, aún se yergue Belclare, la casa-fortaleza desde la que O´Malley organizaba sus fechorías y urdía sus intrigas. Algo alejada, en una abadía cisterciense rodeada de cruces, en cuyas paredes sobreviven frescos nada religiosos de caballeros medievales y músicos de fiesta, muchas tumbas llevan el apellido O´Malley, pero no se encuentra la de la reina pirata que, al parecer, ha quedado soterrada en una cripta actualmente inaccesible.

BELLCLARE, LA FORTALEZA DE GRACE EN LA ISLA DE CLARE. Foto O.L.Bellclare, la fortaleza de Grace en la Isla de Clare | Foto: O.L.

DONDE LA MUERTE FORMA PARTE DE LA VIDA

Parece que la aceptación de la muerte como algo natural –en contraste con la negación que le profesa Occidente– aún se mantiene en Irlanda, y fue la última lección que recibí de Brid y Brendan. Un día, el pronóstico del tiempo mejoró, y pude hacer un corto viaje. Pero, al regresar al pub de Westport, no encontré a los O´Nelly. “Ya no volverán”, me dijo el dueño del pub, y me contó la verdad: “Brendan se está muriendo de cáncer”. Entonces entendí el origen de los bultos en su cara, y su cansancio en Clare. “Estando contigo, que no sabías nada, era como si su enfermedad no existiera. Le hiciste el mejor regalo”. No quería que fuese a visitarle, de manera que dejé una nota de despedida para la pareja y, al día siguiente, regresé a casa. Unas semanas después, recibí una carta de Brid. Contenía un recorte de prensa con la esquela de Brendan y otro con una noticia local, de aquellos mismos días, que describía cómo unos buzos habían liberado a una enorme langosta, atrapada en un barco hundido. Justo bajo la isla de Clare.

PAISAJE DE LA ISLA DE CLARE CON EL EL MONTE CROAGH PATRICK AL FONDO. Foto O.L.Paisaje de la isla de Clare con el monte Croagh Patrick al fondo | Foto: O.L.

La reina pirata de Clare Island
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