jueves. 25.04.2024

Sánchez y su vicelobo

Cómo y cuán bien acunaría el vicelobo al presidente que éste, lejos de maldecirle –a él y a su manada– optó por ponerle un colchón en Moncloa. Así que ambos tardaron poco más de 24 horas en presentarse ante la prensa y comunicar su nueva relación. La (in)comparecencia fue, sin embargo, decepcionante. Más leninista que progresista

Sánchez no podía dormir, porque en sus sueños aparecía una coleta larga, una barba calva y unos ojos que se achinan cuando fisgan pieza. El presidente funcionarial –perdón, en funciones– quiso un gobierno onírico, le dio la pelota a los españoles y éstos, en modo frontón, le devolvieron un bolazo pírrico: la pesadilla. Pero hete aquí que la mañana del día 11, tras prometer horas atrás un futuro progresista, se despertó acunado por el vicelobo.

Esa dicotomía separa el progresismo hacia atrás del progresismo leninismo

El ‘canis vicelupus’ tiene una particularidad inquietante. Nadie sabe si es más fiero cuando calla, prospecta y fija la mirada o en el momento que aúlla, arremete y enseña los colmillos. Gente con mucha maldad que enreda en el perímetro de la política asegura que esa dicotomía separa el progresismo hacia atrás del progresismo leninismo. Un coche marcha atrás puede ir hacia adelante si lleva la dirección planificada, pero se suscita un problema: es muy probable que tarde la intemerata en cubrir su destino o no llegue jamás. 

Aun así la mañana del lunes fue una revelación. Cómo y cuán bien acunaría el vicelobo al presidente que éste, lejos de maldecirle –a él y a su manada– optó por ponerle un colchón en Moncloa. Así que ambos tardaron poco más de 24 horas en presentarse ante la prensa y comunicar su nueva relación. La (in)comparecencia fue, sin embargo, decepcionante. Más leninista que progresista. O quizá fuera progresista marcha atrás: ni una pregunta aceptaron de los medios de comunicación. Se estrecharon la mano, se abrazaron y, en esta ocasión, el vicelobo no llegó al pico, aquél célebre ósculo con Doménech nada ‘osculo’ (hay que empezar a hablar también en chino) porque fue de día, ante todo el mundo y en la Cámara Baja.

Quizá el líder en funciones tuvo miedo a una sola pregunta y por ello llegó, irradió un racimo de palabrería, firmó y se abrió. Un periodista lanzado –de ésos que repudia Ábalos- es muy posible que le hubiera cuestionado: 
- Señor presidente, ¿le ha hecho usted al vicelobo la pregunta clave?
- ¿Y qué pregunta es ésa?
- ¿Y por la noche qué harás?
 

Sánchez y su vicelobo
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