sábado. 20.04.2024

Sin guasáp no hay vida

El guasáp está años luz por delante de Instagram, Facebook o Twitter. Es la red social que más seguidores pesca, haya o no río revuelto. 

La Humanidad empezó a avanzar cuando inventó la rueda, 3.350 años antes de Cristo. Y concluyó su increíble progreso en 2009 cuando inventó el Whatsapp, guasáp de esta línea en adelante. Hasta los septuagenarios entran en depresión cuando no logran estar en más de cinco grupos de guasáp al tiempo. 

El guasáp está años luz por delante de Instagram, Facebook o Twitter. Es la red social que más seguidores pesca, haya o no río revuelto. Es la neo rueda que mueve el eje de la comunicación, por mucha incomunicación que genere. Evita mirar a los ojos y favorece la conjuntivitis, pero ocupa merecidamente el trono del reino de la interactuación.

Dotada de audios, vídeos y emoticonos, ya gobierna machaconamente nuestras vidas. Tiranuela, pero imprescindible. Los sociólogos deberían empezar a averiguar si los hombres españoles se dejan mayoritariamente barba para no descuidar su escritura favorita. Los efectos secundarios afectan seriamente a la ortografía, pero no a la ortodoncia, especialidad sin duda  mucho más importante. 

No hay vida fuera de guasáp. Existen otros mundos mejores, pero también están en la red de redes

No hay vida fuera de guasáp. Existen otros mundos mejores, pero también están en la red de redes. Desde su aparición, nadie ha vuelto a pronunciar esa ingeniosa frase de “paren el mundo que yo me bajo”. Quién puede apearse de una pantallita que te enriquece mañana, tarde y noche con espectaculares vídeos de desgracias ajenas, memes desternillantes y audios tan anónimos como rompedores. Nadie. 

Guasáp suena a guasa. Y tiene mucha guasa. Pero también mucho duende. Es más adictiva que el tabaco y más importante que el día de tu cumpleaños. Menos mal que llegó sin llamar a la puerta y pasó a hurtadillas. Diez años después, merece el Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales y, quizás, el Nobel de la Paz por haber reducido todas las guerras a una guerrilla de mensajería. 

Las camas pueden hacerse una vez a la semana. La ducha puede aplazarse. La comida admite las deshoras. Pero el guasáp es sagrado, intocable y definitivo. Nos mantiene unidos al género/degénero humano e integrados en la sociedad que nos acostumbra a la suciedad. 

El próximo Gobierno de España debe tener un ministro del Guasáp. Qué menos.
 

Sin guasáp no hay vida
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