jueves. 28.03.2024

Argoños trabaja codo con codo con la Mancomunidad Siete Villas con el objetivo de acabar con la violencia de género y desarrollar nuevos programas de integración social que ayuden a las mujeres a conseguir la igualdad real en su día a día. América Izquierdo es la encargada de trabajar en esta área.

¿Qué trabajo lleváis a cabo en la Mancomunidad?

Siempre trabajamos de manera trasversal en temas de igualdad y empoderamiento pero además tenemos programas específicos dirigidos a las mujeres. El más importante es el de atención a las víctimas de violencia de género que conlleva una detección de este tipo de situaciones y en el que se trabaja el asesoramiento a nivel social y también jurídico. También gestionamos el teléfono de protección ATENPRO. Además de eso organizamos talleres en los que trabajamos desde un punto de vista un poco diferente la narrativa de este tipo de situaciones en cuanto a aspectos emocionales y situaciones liberadoras.

Todo esfuerzo es poco en este sentido. La desigualdad es real, y debemos seguir trabajando en ello

¿Se ha experimentado un retroceso en cuanto a la juventud?

Creo que existe un consenso social en torno a este tema. En muchos adolescentes y jóvenes se ven actitudes marcadamente machistas y controladores y en muchos momentos no se tiene consciencia de la gravedad de esta situación. Todo esfuerzo es poco en este sentido. La desigualdad es real, y debemos seguir trabajando en ello.

¿La cultura puede servir como vehículo para ello?

Creo que es algo clave. En nuestro caso hemos puesto en marcha un programa de integración para mujeres árabes. Detectamos que en la zona hay mujeres que de alguna manera están recluidas en su ámbito familiar sin posibilidad de llevar a cabo intercambios culturales y relaciones con otras personas en gran medida porque desconocen hasta el lenguaje pese a llevar muchos años aquí. Inicialmente buscamos la alfabetización lo primero para poder realizar actitudes tan cotidianas como pedir una cita en el Centro de Salud. Posteriormente queremos que se dé un intercambio cultural que vaya más allá. Ahora mismo acuden 14 mujeres que son muy receptivas y tienen muchas ganas de aprender y relacionarse.

Otro ejemplo es el caso de las mujeres cuidadoras. Se trata de personas que dedican las 24 horas del día al cuidado de sus familiares y en muchos casos también lo compatibilizan con un trabajo. Sus necesidades están invisibilizadas y dejan de ser conscientes de ellas mismas como personas. Es muy difícil que sepan poner límites a los cuidados y esto les lleva a entrar en lo que llamamos la patología del cuidador. Desde aquí intentamos trabajar en que busquen un espacio propio y pongan límites.

“Todo esfuerzo es poco para acabar con el machismo”
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