jueves. 28.03.2024

La vacuna contra los tóxicos y pesimistas

Si vemos las características principales, con todo respeto, de las personas que denominamos como "tóxicas" y teniendo en cuenta que es fácil caer en algunos de estos comportamientos puntualmente, lo que es peligroso son los que hacen de ello su forma de vida, y quizás por no estar a  gusto con su vida, van poniendo minas en las de los demás.

El otro día en un programa de radio hablaba una psicóloga sobre esas personas que son tóxicas, que te complican la vida, que todo lo ven negro, que hacen de la crítica una arma de destrucción masiva. Muchas veces el problema consiste en identificar correctamente a estas personas, el afecto y cariño nos pone unas gafas de madera, ante lo que para todos puede ser evidente.

¿Quién no conoce ese jefe, encargado amargado que te hace la vida más difícil?, ¿aquel familiar que no sabes como rehuir?, o incluso,  ¿algún amigo con el cual ya no necesitas enemigos?. La verdad es que nadie tiene derecho a robarnos los sueños, y estas personas llamadas "tóxicas" inyectan el virus del pesimismo , corroen nuestra autoestima y deprimen incluso las esperanzas hacia el futuro,  en casos extremos uno puede echarse en los brazos de ese pesimismo, del pasotismo, de la desilusión e incluso llegar a un estadio de depresión.

Es desesperanzador y quizás depredador oír expresiones como: eso no sirve para nada, total al final va a ser igual, no merece la pena, siempre lo mismo, nunca lo lograrás,  eso lo haces porque no tienes otra cosa que hacer.  Vamos, que éstos no fueron los que construyeron catedrales, caminos y acueductoslos que crearon la más hermosa música, ni escribieron a la luz de las velas, ni siquiera, los que bajan la bolsa de la basura. Además de justificarse, quien manifiesta esa  falta de actividad, de apoyo a los demás, también consigue contagiar de ese virus, pueden minar tus ideas, la ganas de trabajar, excavar en tus ilusiones.

Si vemos las características principales, con todo respeto, de las personas que denominamos como "tóxicas" y teniendo en cuenta que es fácil caer en algunos de estos comportamientos puntualmente, lo que es peligroso son los que hacen de ello su forma de vida, y quizás por no estar a  gusto con su vida, van poniendo minas en las de los demás. Encontramos que ellos siempre tienen razón, descubrieron la rueda,  fueron los primeros en cruzar a nado el Atlántico, saben hacer todo más y mejor que los demás, los que se equivocan son siempre otros, y  si por desgracia han sido ellos los que han metido la pata, tienen una colección de excusas como para llenar el Mediterráneo.

Dándole vuelta a estas ideas, estas definiciones coinciden y casan con los comportamientos que tienen muchos de nuestros dirigentes políticos, sobre todo aquellos que están en las estructuras de los partidos, los llamados aparatos, secretarios o "sectarios" de organización, que tienen un fuerte componente de esa toxicidad. Ellos arreglan el mundo en cada campaña, depuran a los adversarios empezando por los internos, nos dicen lo que tenemos que hacer,  lo que es bueno para nosotros, los equivocados son todos menos los de su partido.  Ante cualquier error de los demás se pone la mayor lupa posible, cualquier error propio se pasa palabra, o incluso se endiña al primero que pueden.  Si la corrupción les llega al cuello, serán casos aislados,  garbanzos negros, si tenemos un paro de más del 20% siempre nos podrán comparar con Grecia  o si hace falta con Tanzania, y la culpa siempre será de otros, coyunturas internacionales, petróleo, desaceleración de China, tipos de interés de EE.UU, estancamiento de los países emergentes...

Si no pueden formar Gobierno, el partido suyo siempre es el dialogante, el que tiende la mano a los demás, el más transparente y democrático. La verdad es que la falta de autocritica de estas organizaciones les está alejando de los ciudadanos, es muy cansino siempre oír lo guapos y buenos que son los suyos, y el apocalipsis now que se produciría si son otros los que gobiernan. La pérdida de credibilidad deteriora la convivencia.  

Ese ambiente tóxico, que generan muchos dirigentes políticos, que dicen una cosa y estamos tan acostumbrados a que hagan lo contrario, antes de elecciones se promete bajar impuestos, después será Europa la que nos obligue a un ajuste, y a subir los mismos.  Si se hacen recortes en educación, sanidad... siempre es por un bien superior, si hay que salvar a alguien primero los bancos, las eléctricas, ... si hay  que sacrificar, primero los dependientes, los ancianos, los que no pueden protestar ni defenderse.  La lista de promesas electorales incumplidas llenaría casi tantas páginas como la información deportiva. Después de todos estos comportamientos se repiten sensaciones negativas: agotamiento, frustración, cansancio, hastió...

Aquellas situaciones que nos colocan ante personas, u organizaciones, que funcionan de esta forma tóxica, la regla principal es "huye mientras puedas", lo malo es cuando no hay esta opción, entonces te debates entre el intentar cambiar lo que tenemos ante nosotros o la resignación.

Este texto puede ser tóxico, ya que parece que no hay esperanza, que todo tiene que salir mal, que sobre el futuro hay un nubarrón formado por un ejército de tóxicos, que nos dejan sin esperanza. Pues todo lo contrario, la norma, lo común es la  buena gente, que trabaja todos los días y lucha por sus familias.

El virus del pesimismo no aporta nada, nunca da soluciones, nunca resolverá un problema. Dicen que las mejores obras las han escrito la tristeza, la soledad y la pena, es posible, pero seguro que han sido para escapar de la mismas. No es igual hablar de dificultad que de imposibilidad, no es lo mismo manifestar la necesidad de realizar un gran esfuerzo, que decir que todo esfuerzo es baldío.

Una de las terapias de guerra más destructivas, con los prisioneros, es quitarles sus esperanzas, es acabar con sus ilusiones para que se volvieran mansos y dócilesCada vez que hay una crisis puedes tener la sensación de que nos están aplicando este tipo de terapia.  Es verdad, que muchas veces tienes circunstancias  duras e injustas, que  nos sería fácil caer en la tentación del virus del pesimismo, motivos no nos faltan.

Con trabajo, solidaridad, con un derroche de energía, que damos gratuitamente, con la suma de sonrisas de complicidad, con el apoyo a las causas que para algunos pueden ser perdidas, y con pensamientos y sentimientos positivos, son con los que día a día  podemos construir los pilares de un lugar más habitable para todos. Los sueños y las ilusiones tenían que ser patrimonio de la humanidad ya que de ellos nacen las más bellas e importantes conquistas para la misma.

Un pensamiento positivo es el primer ladrillo para construir una ilusión, una ilusión es el primer ladrillo para construir un sueño, un sueño es el primer ladrillo para conseguir la utopía. Esta receta puede ser una buena vacuna contra esa toxicidad, contra ese pesimismo que no nos deja avanzar. Siempre nos queda la esperanza de ver un mundo mejor, a la que le podemos poner la banda sonora de la "sinfonía del nuevo mundo" de Antonín Dvorak.

La vacuna contra los tóxicos y pesimistas
Comentarios