sábado. 20.04.2024

Violencia contra las mujeres: el atentado más frecuente contra los Derechos Humanos

La violencia machista consume la energía de las mujeres, compromete su salud, su autoestima y, en ocasiones, acaba con su vida. En los países en vías de desarrollo, la violencia por parte de la pareja o expareja y las violaciones son responsables de cerca de un 5% de las muertes de mujeres entre 15 y 44 años.

La expresión violencia contra las mujeres se refiere a una serie extensa y variada de actos contra las mujeres y las niñas, por pertenecer al sexo femenino. En 1993, Naciones Unidas ofreció la primera definición oficial de este tipo de violencia cuando la Asamblea General aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para las mujeres, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública  o privada.”

La Conferencia de Pekin constató que las desigualdades entre hombres y mujeres son causa de enfermedad

La violencia contra las mujeres está considerada como el atentado más frecuente contra los derechos humanos y  el delito que se denuncia con menor frecuencia. Sin embargo, los datos existentes bastan y sobran para demostrar que representa un crimen de proporciones alarmantes y que adopta muy diferentes formas en todo el mundo: abortos selectivos del sexo femenino, desnutrición y escasos cuidados de las niñas, no escolarización, matrimonios a temprana edad o forzados, mutilación genital femenina, planchado de senos, tortura y malos tratos en nombre del honor, trata con fines de explotación sexual o laboral, violencia a manos de grupos armados o de los estados, esterilizaciones forzosas, denegación del derecho a salir de casa, a la herencia y a la propiedad privada, leyes de velo obligatorio… Y formas que afectan también a nuestras sociedades desarrolladas como la violencia por parte de la pareja o expareja, las agresiones sexuales, el acoso laboral, la discriminación laboral, el despido encubierto y la no contratación de mujeres en edad reproductiva, la brecha salarial de género, la feminización del paro y de la pobreza, las jornadas extenuantes de las mujeres con hijos menores o personas dependientes a su cuidado,  la violencia obstétrica, los micromachismos cotidianos

La Conferencia de Pekin constató que las desigualdades entre hombres y mujeres, que sitúan a las mujeres en una posición de ciudadanas de segunda clase, violentadas social, económica y culturalmente, sometidas al desempeño de una doble o triple jornada, son causa de enfermedad y suponen su principal obstáculo para el disfrute del derecho a la salud. La violencia machista consume la energía de las mujeres, compromete su salud, su autoestima y, en ocasiones, acaba con su vida. En los países en vías de desarrollo, la violencia por parte de la pareja o expareja y las violaciones son responsables de cerca de un 5% de las muertes de mujeres entre 15 y 44 años. En los países industrializados, donde la cifra global de mortalidad es muy inferior, esta proporción se convierte en un 19%. Además de la muerte y de las lesiones, las consecuencias de los actos de violencia contra las mujeres son múltiples. La violencia ocasiona invalideces, dolores crónicos y mala salud, impide el uso de métodos anticonceptivos aumentando el número de embarazos no deseados y abortos, compromete la protección frente al VIH y otras enfrmedades de transmisión sexual, produce resultados adversos de los embarazos, distocias del parto y muerte fetal y materna (anualmente se producen 600.000 muertes maternas, la mayoría evitables, en el mundo), debilita la salud mental, ocasionando depresión, trastornos psicológicos y suicidios, conduce al abuso de alcohol y drogas, afecta a la capacidad de cuidado de los hijos y a su bienestar, dificulta la participación de las mujeres en la vida laboral y en la vida publica comprometiendo su propia emancipación y el desarrollo de las naciones.

La violencia machista contra las mujeres es un crimen contra la humanidad

La violencia machista contra las mujeres es un crimen contra la humanidad, es una violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales de las niñas y de las mujeres incluidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los textos Jurídicos posteriores.

Su causa no es la incultura, ni la pobreza, ni el fanatismo, ni siquiera el desempleo, el alcoholismo o la falta de autocontrol, por mucho que todos estos factores puedan contribuir.  La violencia contra las mujeres es la manifestación extrema de la desigualdad social existente entre hombres y mujeres. Es una violencia basada en la afirmación de la superioridad de un sexo sobre otro. Durante siglos, desde la religión, la filosofía, la ciencia o la política, se ha defendido que las mujeres éramos seres inferiores, destinadas al servicio y a la sumisión del varón. Las leyes, la educación de los niños y niñas, la cultura, las costumbres han legitimado esa inferioridad femenina y han creado un entramado ideológico que todavía hoy la sigue sustentando.

Los hombres tienen el poder político, el poder económico, el poder cultural y simbólico en nuestro planeta. Y mientras esto no cambie, mientras no se eliminen los mecanismos que mantienen la subordinación de las mujeres, mientras no se llegue a un contrato social diferente, a la perdida de los excedentes de poder que los hombres han acumulado históricamente y a un empoderamiento de las mujeres, mientras no se atienda a esta cuestión de justicia irrenunciable, la violencia contra las mujeres seguirá siendo una triste realidad.

Violencia contra las mujeres: el atentado más frecuente contra los Derechos Humanos
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