viernes. 19.04.2024

Yo por ellas madre y ellas por mí

Sufrimos una brecha salarial del 27,7%, la tercera más alta del Estado. 6.993 euros al año separan el salario medio de una cántabra y de un cántabro. O lo que es lo mismo. Tendríamos que trabajar 101 más para cobrar lo mismo.

El 8 de marzo del año pasado millones de mujeres paramos en nuestro país y salimos a las calles a gritar que si nosotras parábamos se paraba el mundo. Creo que somos muchas a las que aún se nos eriza el vello al recordar la cantidad de mujeres que nos juntamos en Santander en el pasacalles de la mañana y cómo esa emoción crecía al ver la multitud que acudimos a la manifestación por la tarde.

A través de la huelga laboral, de cuidados, de consumo y estudiantil las mujeres demostramos al mundo entero que una muy buena manera de luchar contra las desigualdades a las que día a día nos enfrentamos consiste en poner la vida en el centro. Esto es, todo lo importante para la vida debe estar garantizado: la sanidad, la educación, la dependencia, el empleo digno y de calidad, vivienda.. Porque lo cierto es que las mujeres no podremos ser libres ni iguales hasta que la sociedad en su conjunto se haga cargo de todo el trabajo gratuito, invisible y no reconocido que hacemos y que es fundamental para la propia supervivencia. Dejamos claro que sabemos que las violencias machistas son consecuencia de la desigualdad estructural de género. Y planteamos un horizonte alternativo y un proyecto de sociedad mas justo.

Paramos porque la falta de equidad en la distribución del trabajo productivo, el reproductivo, el ocio y el descanso tiene consecuencias para nuestra salud

Este año las mujeres de Cantabria volvemos a salir a las calles porque sufrimos una brecha salarial del 27,7%, la tercera más alta del Estado. 6.993 euros al año separan el salario medio de una cántabra y de un cántabro. O lo que es lo mismo. Tendríamos que trabajar 101 más para cobrar lo mismo.

Y volvemos a salir porque acumulamos 3 de cada 4 contratos parciales. Sufrimos una tasa de parcialidad femenina de un 25,6%. Y sólo el 9% de las 14.222 cántabras con contratos parciales al término de 2018 quería un contrato parcial de manera voluntaria. Y de esas 2.523 cántabras que sí lo querían, el 19% reconoce que no busca uno a tiempo completo porque tiene que realizar labores de cuidados.

Volvemos a la huelga porque, pese a que somos una de las autonomías con mayor porcentaje de mujeres trabajadoras con estudios superiores o de segunda etapa de secundaria, el 78% de nosotras, 9 de cada 10 trabajan en el sector servicios: un sector marcado por la precariedad, los contratos temporales y las jornadas parciales.

No nos resignamos ante el miedo y elegimos la lucha

Paramos porque la falta de equidad en la distribución del trabajo productivo, el reproductivo, el ocio y el descanso tiene consecuencias para nuestra salud, como por ejemplo los derivados de que las mujeres practiquemos menos deporte y durmamos menos. O la prevalencia de de enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad que son diagnosticadas 3 veces más en mujeres que en hombres. O el “síndrome de la cuidadora”, muy común en mujeres que se encargan del cuidado de personas dependientes.

Son muchas las razones que tenemos para volver a parar y gritarle al mundo que no sólo no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás en igualdad, sino que tampoco vamos a frenar la lucha por lo que nos corresponde y aún no está conquistado. Paramos para seguir luchando con más fuerza. Porque no tememos a los reaccionarios. Porque sabemos que los logros se consiguen en las calles. Porque no nos resignamos ante el miedo y elegimos la lucha. Y porque luchamos convencidas de que no hay justicia ni democracia sin feminismo. Convencidas de que el feminismo es la base para la democracia y la justicia social.

Yo por ellas madre y ellas por mí.

Yo por ellas madre y ellas por mí
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