miércoles. 24.04.2024

8Mrz ¡Qué acaben las desigualdades!

Está claro que ser mujer en nuestra sociedad tiene tantas barreras que hacen necesario el despertar contra esas injusticias, movimientos que saquen a la luz, denuncien y pongan los medios económicos y legislativos para que la igualdad de las que habla la legalidad vigente sea real.

Era una vez una princesa valiente, que rescataba al bello príncipe de dorados cabellos, que en su espejo se miraba y al cual preguntaba ¿quién es el más guapo ...? ¡Ah!, pero si esto es lo que pasa cada día, las mujeres aportan y soportan la mayor carga de nuestra sociedad... Hay roles que se nos asignan en nuestra sociedad desde la más tierna infancia, desde el color a los juguetes, desde el lenguaje hasta las posturas al sentarse, desde lo que es bello a lo que podemos aspirar, eso que se interioriza y con lo que sin casi darnos cuenta acaba formando parte importante de nuestro comportamiento, unos valientes guerreros, otras hermosas y sumisas doncellas...

Ser padre se considera un mérito de estabilidad y aumenta las posibilidades de ser empleado, ser madre es una carga

Hasta que te das de bruces con la realidad, si vas a buscar trabajo y eres mujer, las cosas no empiezan bien, aparecen las primeras discriminaciones. Según un estudio de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona las mujeres tienen un 30% menos de posibilidades de ser simplemente citadas para la primera entrevista de trabajo que los hombres, después de enviar un currículum con los mismos conocimientos. Ser padre se considera un mérito de estabilidad y aumenta las posibilidades de ser empleado, ser madre es una carga y limitará las posibilidades de encontrar ese empleo. Una vez superado el primer obstáculo y dentro del mundo laboral te encontrarás con la brecha salarial, sólo por ser mujer tu sueldo será un 17% inferior. Los puestos a los que acceden las mujeres mayoritariamente son precarios y eventuales en porcentajes que superan a los hombres en más de un 20%. Tus posibilidades de progresión también serán menores, los puestos de dirección de las empresas están copados en más de 70% por hombres... Estos son datos, no opiniones, que hablan por si mismos de una discriminación clara e histórica a la condición de mujer.

Cuando acaba la jornada laboral, empieza otra que requiere tanto o más esfuerzo, la conciliación familiar, el trabajo en casa, donde las mujeres realizan más del 70% de las tareas. El soporte donde gira la vida familiar como eje central es el trabajo de la mujer. Si sale a la calle, donde más del 80% de los delitos violentos son cometidos por hombres, el riesgo cierto de poder sufrir situaciones que desgraciadamente son noticias en los medios, aquellos más atroces, vejaciones, intimidaciones, violaciones, asesinatos, ... Está claro que ser mujer en nuestra sociedad tiene tantas barreras, que hacen necesario el despertar contra esas injusticias, movimientos que saquen a la luz, denuncien y pongan los medios económicos y legislativos para que la igualdad de las que habla la legalidad vigente sea real, y no simplemente una declaración de intenciones. Ver como han salido del túnel del tiempo movimientos que van en contra de los avances logrados en esta igualdad es tremendamente preocupante, puesto que están sembrando la semilla del odio al feminismo, usando las técnicas publicitarias más rastreras, como llamarlas "Feminazis", hablando del "burka ideológico" y de la necesidad de proteger a los hombres, como si fuera una especie en peligro. Los que están más cerca desgraciadamente de esas posiciones intolerantes son los que hacen más ruido para ocultar la realidad.

Hay todavía demasiada hipocresía, entre lo que se dice, entre lo políticamente correcto y lo que se hace hay un largo trecho

Llama poderosamente la atención, que cuando más se habla del feminismo, de la igualdad, del avance de la mujer para romper techos de cristal, los suelos siguen siendo muy resbaladizos en la política, la realidad es que no hay ninguna mujer que encabece la lista de los cinco partidos con mayor estimación de voto y que se presentan el día 28 de abril a las elecciones generales, cuyas formaciones suponen el 90% del próximo Congreso de los Diputados. ¿Realmente podemos pensar que esto es simplemente una casualidad?

Adaptando las palabras de Estelle Ramey se puede decir con un toque de ironía que "la igualdad llegaría cuando una mujer tonta pueda llegar a ser Presidente de los EEUU", donde tuvieron la oportunidad de elegir entre lo que muchos consideraban un hombre con pocas luces y muchas sombras y una mujer brillante y preparada. Incluso ganando en votos la mujer, el Presidente de EE.UU. es el rey de populismo, la demagogia, cuentan las crónicas que casi llora al enterarse de que había conquistado la presidencia del que se considera principal país del mundo, ya que él se presentaba sólo para dar publicidad a sus productos y negocios. Se descubrió que estos americanos eran capaces de elegir Presidente a cualquier hombre antes que a una mujer. Aquí si que se puede aplicar el pensamiento de Simone de Beauvoir "El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos".

Si vemos los modelos de influencia en la sociedad, uno de los principales, sin duda, son las religiones, en todas las monoteístas, el Dios, el Profeta, el Salvador se identifica con la figura de un hombre, por no hablar de los textos de las mismas, fruto de su tiempo, donde algunos no pasarían ni el filtro de la vigente ley de género, haciendo apología de la sumisión. Si se presentaran como asociación, sus estatutos no podrían ser legales, con discriminaciones y actuaciones que han traído flagrantes delitos que hoy salen a la luz. Con todo, el problema más grave es la seguridad personal de las mujeres, esa tradición de considerar a la mujer como una posesión, e incluso como ser inferior que durante siglos se ha interiorizado en el ADN de muchos, y hace que hoy todavía cosas que parecen imposibles, por su crueldad e injusticia sigan ocurriendo,  muriendo cada año más de 50 mujeres, cuyo delito es simplemente ser mujer, donde se demuestra que nuestra sociedad sigue enferma, y necesita que se ponga la vacuna de la educación contra tantos pensamientos atávicos.

Que el grito, el clamor del 8 de marzo ¡acabemos con la desigualdad!, se haga realidad

Ha pasado otro 8 de marzo, otro día internacional de la mujer lleno de buenos propósitos, donde los colectivos feministas han convocado como el año pasado una huelga general, y más de 1.200 manifestaciones en toda España,  ya que motivos no faltan, hay más de 1.000 para ello. Estamos en un extraño mundo donde dicen que nuestro país es uno de los mejores para vivir, donde el 91% de la población manifiesta que los hombres y mujeres tienen los mismos derechos, en países como China apenas llega al 50%. Sin embargo también hay todavía demasiada hipocresía, entre lo que se dice, entre lo políticamente correcto y lo que se hace hay un largo trecho. También es cierto que nuestra sociedad ha avanzado, más lentamente de los que nos gustaría, pero hoy hasta los que no van a una manifestación feminista tienen que buscar una justificación. Mirar a nuestras madres y abuelas, el entorno que tenían y el que existe hoy hace que nazca la esperanza de ese mundo más justo.

Las mujeres han vuelto a tomar la calle, a llenar las plazas, a gritar las injusticias que sufren, más de 350.000 en Madrid, 200.000 en Barcelona cerca de 100.000 en Bilbao, y manifestaciones masivas en Sevilla, Málaga, Valencia, Santiago, Santander...  pero los cambios siguen avanzando muy lentamente, hay hechos que nos están conmoviendo, y donde todavía ni la élite de la justicia da una respuesta satisfactoria. Hoy celebramos un gran éxito, superior incluso al año pasado, que abre o derriba puertas, que da esperanza, que hace que te sientas orgulloso, que es el mayor movimiento feminista a nivel mundial, pero... y el 9 de marzo ¿qué?, se olvidará y pasará a formar parte del paisaje, se vivirá del recuerdo, quizás la pregunta es ¿qué hago yo para que las mujeres, nuestras madres, hijas, abuelas, hermanas, compañeras vivan en un mundo más justo? Que el grito, el clamor del 8 de marzo ¡acabemos con la desigualdad!, se haga realidad.

Antonio Vilela ha escrito este artículo "a cuatro manos" junto a Mariluz Gallo, profesora de Pedagogía Terapéutica.

Mariluz Gallo y Antonio Vilela

8Mrz ¡Qué acaben las desigualdades!
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