jueves. 25.04.2024

A algunos se les ha caído la careta...

El carnaval es una fiesta peculiar donde el jolgorio y la alegría llenan de luz el día y la noche, donde uno puede ser varios, una excusa perfecta para con mucho humor decir cuatro verdades y pasar un buen rato. Detrás de cada máscara hay un artista de la interpretación, un director de la jovialidad, de la broma, la animación, de la marcha y el optimismo, del entretenimiento y la diversión, un genio de la alegría, del júbilo y el placer. Aunque ya es sabido aquello tan nuestro de que hay algunos que van siempre con la máscara...

Hemos visto como con el paso del tiempo a algunos se les han ido cayendo las caretas, corruptos confesos y condenados, al menos por el pueblo, que en carnaval con su ironía pone los acentos donde muchas veces la justicia no se atreve. Hemos visto chirigotas, comparsas, y murgas que con sus canciones les han echado las mejores amonestaciones, reprimendas, recriminaciones, les han pintado la cara con las resoluciones mejor motivadas. Estas noches de fiesta y alegría por los pueblos y ciudades donde la ficción y realidad se confunden, se diluyen en una línea tan débil como la voluntad de algunos para apropiarse indebidamente de lo que no es suyo. 

Hemos visto que, al menos el pueblo, en carnaval con su ironía pone los acentos donde muchas veces la justicia no se atreve

¿Dónde se habrá visto mejor desfile de carnaval que en la Audiencia Nacional?, donde los ministros y altos cargos pasean con mal semblante como si el disfraz de honorable ya les sentará mal. El de imputado, investigado, presunto delincuente les ha quedado que ni pintado, encajando al dedillo. Grandes hombres venidos a menos por culpa de la falta de escrúpulos, con el alma negra de tanta miseria moral, ¡ellos que pensaban que están por encima del bien y mal!.

El mejor desfile de carnaval ha estado en la Audiencia Nacional donde se han visto grandes hombres venidos a menos por culpa de la falta de escrúpulos

Por esos banquillos de la Audiencia Nacional jueces y fiscales han tenido que saber quien iba disfrazado de honrado, de víctima de la prensa, de perseguidos por la justicia, con sus trajes de Infanta, de conde y duque, de presidente del FMI, de ministro del ramo y el gremio. Allí no había nadie disfrazado de peón de la construcción, directora de sus muchas labores en el hogar,  de cajera de hipermercado o de trabajador del metal.

Dicen que la venganza es un placer que se sirve frío, no da la impresión que sea venganza lo que se pide, sólo justicia, pero quizás sea la tristeza lo único que queda al ver caer de su pedestal a tanto líder de cristal, de tan finos modales como turbios comportamientos. No estaría nada mal que esto de escarmiento sirviera para que a la bolsa pública nunca más personajes de calibre se acercaran, que bastante dura es la vida, para que venga el señorito y te meta mano en el morral. 

Dicen que la venganza es un placer que se sirve frío, no da la impresión que sea venganza lo que se pide, sólo justicia

Venga doña Cuaresma con su penitencia, imponiendo su pena para tanto abuso y descontrol, que un poco de meditación, unos años a la sombra, a algunos no les viene nada mal.  Que recapaciten y reflexionen sobre sus fechorías y delitos, esos malhechores de cuello blanco y  gran corbata, que con toda solemnidad dibujaban y publicaban sus pasos llegando a las más altas cimas de las economía mundial, tramposos de poca monta moral, y de corazón sin sangre para robar el subsidio al parado y quitar la comida al mendigo. Donde la careta de su supuesta dignidad se ha ido cuarteando a cada artículo publicado sobre sus oscuras hazañas, y destapando a cada imputación e investigación, cayendo definitivamente cuando la justicia se la ha arrancado aunque sea con mucho tacto y delicadeza, con tan blandas y suaves  sentencias.

La careta de la supuesta dignidad de algunos se ha ido cuarteando a cada artículo publicado sobre sus oscuras hazañas, y destapando a cada imputación e investigación, cayendo definitivamente cuando la justicia se la ha arrancado aunque sea con mucho tacto y delicadeza

Siempre nos queda la duda que terminando el Carnaval, y abrazados por doña Cuaresma, quitadas ya nuestras caretas de fantasía, apagadas las candilejas, volvemos a la llamada bendita rutina, pero tenemos la sensación que quedan todavía muchos por desenmascarar. Si por cada caso de corrupción que sale a la luz se estiman son diez los que quedan tapados, olvidados, escondidos, con la máscara puesta, arduo es el trabajo que tiene nuestra justicia por realizar, quizás lo más relevante conseguir "que nos devuelvan lo que nos han robado".

A algunos se les ha caído la careta...
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