viernes. 19.04.2024

El dolor

"El mejor dolor es el que no existe". Una reflexión sobre el dolor que acompaña nuestras vidas de Antonio Vilela

Ya lo dice nuestro viejo refranero "el mejor dolor es el que no existe". Si hay algo que asuste e incomode al ser humano es el sufrimiento, el dolor. La tortura como amenaza, la enfermedad como fuente y verdugo de nuestro cuerpo. Nada nos limita más, nos incapacita, pocas cosas nos dan más miedo. Por otra parte, debemos reconocer que es la principal alarma de nuestro cuerpo cuando algo no va bien.

El dolor es la principal alarma de nuestro cuerpo cuando algo no va bien.

El dolor en situaciones prolongadas destruye, aísla y margina,  intentamos huir de él, muchas veces cerramos los ojos para no verlo, para no sufrir por lo que la vida ha puesto en el camino. Luego está el umbral del dolor de cada mortal. Desde los héroes de película que con el pecho abierto por una granada exterminan a todos los enemigos, hasta el de algunos que convertimos un dolor de cabeza en una tragedia griega. Confieso que yo estoy más cerca de los segundos. Nos han hecho un poco hipocondríacos, donde cualquier dolor muscular en un brazo es el inicio de un infarto, y un simple estornudo, la mayor de las gripes.

Toda exageración es negativa,  pero también es cierto, la medicina preventiva es la que más vidas salva. Por ello, escuchemos nuestro cuerpo, ahora bien no lo asustemos. Es tanto lo que se ha escrito sobre el dolor, sufrimiento, hay tantos tratados, estudios desde diferentes ópticas  médica, síquica, filosófica...  que el mismo es una parte muy influyente de nuestra cultura. La evolución de la sociedad, con tres grandes aportaciones en la alimentación, la higiene,  y la sanidad ha conseguido que nuestra esperanza de vida, en poco más de un siglo, pase de no llegar a los 50 años a superar los 80.  Todo un fenómeno demográfico y sociológico, pero a pesar de estos grandes avances el dolor sigue siendo una constante a evitar en nuestras vidas.

La medicina preventiva es la que más vidas salva.

Hace unos días, Eduardo Van den Eynde, portavoz del grupo popular en el Parlamento de Cantabria, nos relataba su experiencia con el cáncer, así como la ayuda que había supuesto el cannabis para paliar el dolor, y superar la sintomatología de la quimioterapia. El debate del uso terapéutico de las drogas no es nuevo, es algo que cada vez más se ve como una aportación para mejorar la calidad de vida de los enfermos. Cualquier persona estaría de acuerdo en un uso medicinal del cannabis, administrado por un médico y controlado en dosis. Merece la pena ponerle luz, tratarlo sin prejuicios y desde el punto de mejorar la situación del paciente, del sufridor ocasional o crónico. Hablaba Eduardo de la necesidad de una regulación en la vertiente terapéutica"Garantizo que en mi caso ha tenido unos efectos beneficiosos a la hora de llevar los tratamientos", merecen consideración y apoyo sus palabras por venir de la experiencia, de ese dolor, de posiciones que podrían considerarse menos abiertas a explorar estas vías. En este campo es donde hay que importar conocimientos, experiencias, ensayos e investigación. No deja de ser extraño que se recete morfina y sea cannabis el que se mueva en la frontera de la ilegalidad. "La mayoría de las medicinas que se administran para el tratamiento del cáncer tienen más efectos secundarios que el cannabis". Abramos todas las puertas posibles para solucionar y paliar el sufrimiento.

El cannabis puede utilizarse como ayuda para paliar el dolor, y superar la sintomatología de la quimioterapia.

En nuestra cultura judeocristiana el dolor algunas veces se considera como algo positivo, incluso como medio de purgar no se sabe muy bien que responsabilidades, culpas y  los llamados pecados, dejando huellas en nuestra conciencia. De igual modo ideas preconcebidas hacen que muchas personas soporten dosis de dolor que no tienen ninguna aportación positiva. Esta claro que el dolor es una alerta de nuestro cuerpo, pero una vez detectada, sabido su origen, y conociendo que es posible evitar ese sufrimiento, desde el punto de vista racional, deja de tener sentido seguir soportándolo.

Las unidades del dolor en los centros hospitalarios han supuesto un gran avance, realizan trabajo encomiable, debemos destacar los avances de la ciencia, con tantos fármacos que nos ayudan, desde ese pequeño dolor de cabeza hasta esos dolores que sólo su recuerdo ya es desagradable, el dolor de muelas, oídos,...Esto hablando de patologías leves...por ello, cuando alguien está luchando contra enfermedades como el cáncer necesita de todos los apoyos posibles, nuestra sociedad tiene que seguir avanzando en mitigar el sufrimiento. La Constitución de la Organización Mundial de la Salud establece que el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano. La Declaración Universal de los Derechos Humanos asevera en su artículo 25: "Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud..." 

Las unidades del dolor en los centros hospitalarios han supuesto un gran avance.

Este fin de semana cuando importantes formaciones políticas celebran sus congresos, no estaría de más, que en sus ponencias haya iniciativas legislativas para mejor nuestra sanidad, dar forma y soluciones a problemas planteados por enfermedades como el cáncer;  que se dejen de mirar hacia dentro, hacia "que hay de lo suyo", y que se tenga una mayor sensibilidad para el dolor ajeno. Desde estas líneas a todos los que ese dolor les invade y ataca, desear que pronto huya, desaparezca, ánimo y fuerza para superar esa etapa. Es de justicia social aumentar los medios, recursos, la investigación, tener una legislación adecuada para evitar tanto sufrimiento y mejorar la salud de nuestra Comunidad.

El dolor