jueves. 25.04.2024

Enfadados con la vida

Nos están cayendo broncas por encima de nuestras posibilidades, o como manifiesta alguna pintada, nos echan en cara, incluso que respiramos por encima de nuestras posibilidades. A veces la vida es lo que pasa mientras estamos enfadados y cabreados.

Vivimos en un tiempo donde da la impresión que hay demasiadas personas enfadadas, cierto que a muchos ciudadanos no les falta razón, solo hay que echar la vista al pasado reciente. Son tantas las limitaciones, los derechos fundamentales que se nos han recortado. En el último año, hemos tenido más cambios en nuestras vidas que en muchas décadas y lamentablemente no para bien.

Ahora lo que llama más la atención es que los que estén tan enfadados sean nuestros responsables políticos, después de ver sus declaraciones de patrimonio, al menos, en el aspecto económico la vida no les va tan mal; aunque por algunos de sus comportamientos parece que "les debemos y no les pagamos". Uno tiene la sensación de que cada vez que nos hablan es para echarnos la bronca.

Su promesa de que el 80% de los mayores de 80 años iban a estar vacunados en marzo, es otro incumplimiento más

Ya se sabe aquello de la mejor defensa es un buen ataque, así antes que los ciudadanos les pongamos colorados por su ineficacia, por la falta de recursos, por la mala gestión de la pandemia, por una deficiente vacunación donde les tiene que llamar la atención hasta la Organización Mundial de la Salud, por incumplimientos en sus propios planes. Su promesa de que el 80% de los mayores de 80 años iban a estar vacunados en marzo, es otro incumplimiento más, pero increíblemente son ellos los que nos ponen colorados a nosotros.

Lo normal es que seamos los ciudadanos los que estemos de los nervios, pero no, son nuestros "amados y queridos" dirigentes, los que nos dan palos como estacas, en cada aparición pública de un responsable político te entra el yuyu, te da miedo, tienes que abrir el paraguas, a ver qué bronca nos cae hoy. Que si no respetamos los límites perimetrales que nos imponen para los desplazamientos, las mascarillas las llevamos mal puestas, no son baberos, que nos reímos y/o estornudamos con demasiada fuerza, si nos infectamos con el virus es por falta de precaución, que colapsamos los hospitales, las urgencias, las UCIs...

Luego está el otro apartado, donde se sienten más cómodos desde la tribuna mitinera, allí donde se remangan nuestros líderes y su oratoria se desparrama, lanzando los obuses a diestra y siniestra, y lo de siniestra ya tiene mala baba; allí, sin duda, la primera víctima ya se sabe que en toda campaña electoral, es la verdad. Si no eres de los míos, eres un "filosocialcomunista" peligroso, esto para una mitad de la población, por la otra parte, están los que miran con superioridad moral, y califican a la diestra como unos "fachasnazis" sin remedio. No hay términos medios, y sino que se lo pregunten a Toni Cantó que conoce casi todos, a Arrimadas y compañía. O eres de la foto de Colón, o un peligroso comunista que quiere freírte a impuestos, y acabar con el sistema, condenándote a la más absoluta de las miserias.

Vamos, que quieren que medio país esté enfrentado y enfadado con el otro medio, y si queda algún tibio, se lo comen con patatas. Parece que ese es su juego, la estrategia, decir lo que hace mal el contrario, pero uno se pregunta, inocente, ¿nos proponen algo nuevo?, ¿algo que nos ilusione?, que nos lleve a creer que merece la pena el esfuerzo que hacemos, que un futuro mejor puede existir y no sea una quimera. 

Estos días escuchaba un fragmento de un discurso de la flamante nueva Vicepresidenta tercera del Gobierno de España, y la verdad, me pareció diferente, al menos habla de ilusión, de afecto, de solidaridad, de ayudar a los demás, desde una posición de igualdad, no mirándote por encima del hombro como tantos nos tienen acostumbrados. Posiblemente todos estamos cansados de que nos digan lo que debemos hacer, y ellos no cumplan con lo que es su obligación, para la que se presentaron libremente, y adquirieron el compromiso de cumplir públicamente. 

Esta ministra inyectándose la misma ante los ojos de todos es importante, da seguridad, a los vacunados o a los que nos vacunarán

También he visto a una Ministra de Defensa guardando cola para que le pusieran la vacuna de AstraZeneca en el Wanda Metropolitano, cierto que los que llevan mucho tiempo en política, como es su caso, y tienen una larga historia de las luces y las sombras, ser juez y parte, haber sido miembro del Consejo General del Poder Judicial y ahora legislar para limitar sus funciones, no casa muy bien; intentar agradar más a sus oponentes, que a sus socios tampoco parece muy coherente. Sin embargo, hay gestos que valen más que mil palabras, y más ahora donde hay informaciones tan preocupantes sobre la vacuna que se ha puesto la ministra. Esa de los presuntos piratas, económicos, de AstraZeneca que incluso ante la mala fama de su vacuna, van a cambiar el nombre de la misma por el de Vaxzevria, como si el problema estaría en el nombre. Esta ministra inyectándose la misma ante los ojos de todos es importante, da seguridad, a los vacunados o a los que nos vacunarán. La función de un político es sobre todo buscar el bienestar de la sociedad que lidera, y dar tranquilidad a la misma, por eso hay gestos que  ayudan y mucho.

Por otra parte, están los que cuando pasan por el bosque solo ven leña para hacer fuego, que se sienten muy cómodos en la confrontación, como ese gran goleador que manifestaba que cuanto más le insultaban más se motivaba, buscan el cuerpo a cuerpo, la sal gorda, el tensar la cuerda y la relaciones lo más posible, ya que en su ideario está, que cuanto más se tensa esa cuerda, esta se suele romper por el centro y ganan los extremos. 

La aparición de un grupo muy difícil de cuantificar, que se autoexcluye de los cauces democráticos y añoran aquel pasado tenebroso y oscuro de una dictadura es una realidad, y ante cualquier intento de imponer a los demás una forma de hacer y pensar, es necesario la defensa de valores comunes y democráticos, incluidos en nuestra constitución, por muchos defectos que la misma tenga, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, e incluso en una larga tradición de esa Europa desgarrada por ideas totalitarias que acabó con la mayor masacre y pesadilla de su historia.

Ciertamente hay demasiada bronca entre ellos, demasiadas broncas hacia los demás, produciendo una sociedad tensionada y agotada, que bastante tiene con soportar los graves problemas de una pandemia y sus consecuencias, pero con tanta presión el colmo está en conseguir que el enfermo se sienta culpable de la enfermedad.

Por ello, menos ruido, menos echar la culpa a quien no la tiene, más aportar, más sumar. Nos están cayendo broncas por encima de nuestras posibilidades, o como manifiesta alguna pintada, nos echan en cara, incluso que respiramos por encima de nuestras posibilidades. A veces la vida es lo que pasa mientras estamos enfadados y cabreados, que la mayoría de nuestros políticos parecen estar enfadados con la vida es un hecho, que ese virus no nos contamine, ya tenemos bastante con nuestros propios problemas, ya puestos a contagiar que sea unas dosis de sonrisas, alegría e ilusión.
 

Enfadados con la vida
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