jueves. 28.03.2024

No me quieras tanto

¡Cómo está el patio!, ya han pasado más de 80 días desde que emitimos nuestros votos, todos repiten una y otra vez que la repetición de las elecciones es el peor de los escenarios, la opción más negativa, y sin embargo hacen lo posible para que volvamos a las urnas.

Hay un lenguaje donde la palabra amable, donde la oferta de mano tendida, donde los constantes llamamientos al acuerdo y al diálogo van envueltos con un lazo sospechoso.

En el teatro de la vida como expresó Ramón de Campoamor _”en este mundo traidor /nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”_Y hay que reconocer que llevamos puestas esas gafas que justifican fácilmente a los nuestros, y agiganta los errores de los otros.

Por ello, cuando las palabras brotan buscando destinatarios muchas no van dirigidas a quienes se pretende interpelar, sino que son mensajes para su propio público, buscando el asentimiento y el aplauso de los míos, o calmar presuntas preocupaciones de los mismos.

Cuando se rasca un poco en estas palabras, cuando se quita el adobo superficial, aparecen las segundas intenciones, que han estado ocultas entre adornos florales, fijamos por la gomina de una oratoria bizantina donde se vislumbran otras pretensiones, como es hacer creer a terceros unas intenciones que no son las reales, a veces, puede ser trampas para ilusos, o abrazos para osos.

Hay un lenguaje donde la palabra amable, donde la oferta de mano tendida, donde los constantes llamamientos al acuerdo y al diálogo van envueltos con un lazo sospechoso

Cuando un partido hace recomendaciones a su adversario, pocas veces son sinceras, pocas veces buscan mejorar la situación de su interlocutor. Más bien dejar patente de la manera más descarnada posible sus contradicciones, y hacer visible al común de los humanos sus errores.

Cuando el ahora rebautizado “Pablo Manuel” se le declara a Pedro Sánchez_ “Fluye el amor y la pasión en la política española. Pedro, sólo quedamos tu y yo”. “Ojalá a partir de esta noche el acuerdo al que lleguemos pueda llamarse el acuerdo del beso”_. Hacía 48 horas le había arrojado dialécticamente el pasado más oscuro de su partido, por ello, resultó un amor fugaz y poco creíble.

Al hacer referencia a Rajoy, sobre la importancia del entendimiento alabando el sentido de Esatado del Partido Socialista, todos intuyen que no quiere hacerle un favor, más bien busca su abstención. Ahora bien, cuando manifiesta que algunos están poseídos por _“El síndrome de Adán” como “algo propio de mentalidades inmaduras que piensan que el mundo empieza cuando ellos llegan” _está intentando cerrar puertas a un posible gobierno de la izquierda.

Si Pedro Sánchez le recuerda a Pablo Iglesias que “es mucho lo que no une, y la peor de nuestras propuestas es mejor ue seguir igual”, a nadie se le escapa la necesidad de sus votos para ser Presidente. Cuando le tiende su mano, se puede pensar que quiere fagocitarle, antes de que pueda suceder el _“sorpaso”,  _siempre subyace ¿por qué te quiero Andrés?...

Cuando Gabriel Rufián recita las diez plagas del Estado que están cayendo sobre Cataluña y describe la corrupción desde don Pelayo hasta Rato, en sus gafas no hay lugar para ver a sus socios del 3%, ni para la familia Pujol, esto retrata al personaje.

Para rematar el Presidente del Congreso, Patxi López pedía respeto y silencio a los señores diputados manifestando que “el ruido ahoga la palabra, la razón y el argumento”, y todo parece indicar que en el Congreso lo que más se pierde es, sin duda, la razón. En tantas expresiones y actuaciones de los líderes políticos, al igual que en la famosa obra de William Shakespeare, hemos escuchado “mucho ruido y pocas nueces”.

Hay quien incluso desprecia o habla con desdén, o pone líneas de todos los colores, pero cuando se trata de sumar a sus posiciones entonces todo vale, así para saber quiénes son o no independentistas, no importa si son “chapistas” o “papistas”. Hay palabras que se cargan con resentimiento o con rencor, otras que simplemente buscan crear espejismo donde cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, y quizás lo peor es cuando el “enemigo” habla bien de ti, ¡preocúpate! porque algo muy mal has realizado, o el golpe está al caer.

En la política hay muchos de "no me quieras tanto que me estás matando", que se lo pregunten a IU y el abrazo morado, pero sobre todo los abrazos que el PSOE ha dado a su izquierda históricamente. Para avanzar hay que considerar y recordar aquello de "no me juzgues por mi pasado ya no vivo alli", al menos esto es lo que desearían algunos.

En la política hay muchos de "no me quieras tanto que me estás matando"

¡Cómo está el patio!, ya han pasado más de 80 días desde que emitimos nuestros votos, todos repiten una y otra vez que la repetición de las elecciones es el peor de los escenarios, la opción más negativa, y sin embargo hacen lo posible para que volvamos a las urnas, se cumple el viejo refrán "dime de qué presumes...", y aunque la vida te da sorpresas, con estas actuaciones es difícil recuperar la credibilidad, y más cuando se tiene la impresión de que su atención está más centrada en las encuestas, que en solucionar los problemas que actualmente nos preocupan a todos.

Casi tres mes después podemos preguntar aquello tan español. ¿qué hay de lo nuestro?, ¿qué hay de la situación de las personas que están en emergencia social?, ¿dónde quedan las palabras de solidaridad con los refugiados?, ¿qué se está haciendo para disminuir el paro, para mejorar nuestra educación o sanidad? Demasiadas preguntas sin respuestas, demasiadas palabras vacías, como diría Sabina, "¿Quién nos ha robado el mes...?".

 

No me quieras tanto
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