martes. 23.04.2024

La teoría de los mundos y la manzana mordida

Hay mundos que muchas veces no se quieren ver, pasan ocultos aunque estén delante de nosotros, donde la miseria es contagiosa.

¿Cuántas veces hemos oído que hay tantos mundos como personas?, cada uno con sus ilusiones y preocupaciones particulares, formando nuestro pequeño universo de lo subjetivo, donde los límites de la conciencia van surcando los mares de emociones y sentimientos haciendo círculos concéntricos.

Al igual que cuando lanzamos una piedra al río, ese choque con la superficie del agua provoca la formación de ondas que según se van alejando cada vez tienen menor intensidad. De ahí algunos sacarán la conclusión que nosotros somos el centro del mundo, y algo de razón no les falta, al final nuestra visión está condicionada por nuestra pertenencia al lugar que ocupamos, por nuestros muchos mundos concéntricos de los que formamos parte. Las ondas van desapareciendo en la medida que se alejan del punto en el que se produjo el choque, como el saltador de trampolín que al contacto con el agua provoca que sus partículas colisionen unas contra otras, así se transmite una vibración que es la influencia sobre el medio.

La imagen puede servir para describir que nuestros mundos pueden ser próximos, y sobre todo cómo se va difuminando aquello que nos queda más alejado, que pasa a un segundo lugar, y muchas veces solo el azar, a lo que llaman un conjunto de casualidades de la vida hacen que existamos. Sí, según algunos sabios nosotros no somos más, ni menos, que una consecuencia que fue creada después de una explosión inicial del Big Bang, donde toda la materia que se encontraba reunida en un solo lugar comenzó a expandirse hasta llegar a formar "el homo sapiens". 

Sí, según algunos sabios nosotros no somos más, ni menos, que una consecuencia que fue creada después de una explosión inicial del Big Bang

Nosotros también formamos ondas concéntricas con las que influimos en nuestro entorno, con nuestras actuaciones, opiniones, somos generadores y productores de círculos de influencia que intentamos lleguen a los demás e incluso pervivan durante mucho tiempo. Los demás por supuesto también producen esos efectos que a su vez nos llegan a nosotros, cuando tiramos dos piedras al agua y sus círculos se chocan vemos cómo se deforman, o mejor cómo forman otras figuras, cómo los demás influyen en nosotros. 

A veces el ego, la ambición nos puede queremos ser, sobre todo a ciertas edades, los más altos, más guapos, más inteligentes y ricos con una ideas del ser humano como algo inmortal y que impide ver la realidad descrita con tanto acierto por Stephen Hawking "Solo somos una raza de primates en un planeta menor de una estrella ordinaria, ...".

Nuestros mundos se superponen y contraponen, no pocas veces chocan, en el mundo laboral el que observa desde su confortable sillón en lo alto del edificio de oficinas, hasta el que trabaja y limpia el subsuelo por las alcantarillas con un contrato temporal. El mundo del hospital donde confluyen el enfermo y el cuidador, allá al fondo el mundo del jubilado, la residencia, el asilo y el geriátrico donde pasan horas y se almacenan tantos recuerdos. Así no es lo mismo vivir en la barrio de Salamanca que en la Cañada Real, son lugares cercanos en el espacio y mundos contrapuestos, lejanos en la realidad. Hay veces que cuando confluyen dan lugar a encuentros inesperados como ver a políticos corruptos en la cárcel junto a los que han vivido en el lado oscuro, donde la vida tiene menos valor, y lo importante puede ser una dosis, o poder comer hoy. 

Hay mundos que muchas veces no se quieren ver, pasan ocultos aunque estén delante de nosotros, donde la miseria es contagiosa. Detrás de lujosas oficinas, hoteles llenos de estrellas está lo marginal, los que dirigen la ciudad, los que quieren ocultar como si fueran de cristal. Esos mundos que tropiezan cuando en un rincón de la vía grande está una niña con los mocos colgando y un bebé en los brazos pidiendo una limosna, a su lado pasa un chico con unos auriculares inalámbricos, con un móvil de la manzana mordida entre las manos, andando como sonámbulo por la misma vía . Hay una vida muy dura, mundos y submundos que no parecen de este mundo, que los estados, los ciudadanos no debieran permitir tanto sufrimiento, cuando rozando los mismos se nada en la abundancia, se tira la comida de los supermercados por política comercial, y las bolsas de plástico van repletas de la misma al contenedor más cercano.

Hay realidades que condicionan nuestros mundos como las creencias, religiones que la mayoría de veces se han defendido hasta con la vida, o se mata en su nombre, cuando son simplemente una casualidad del destino

Hay realidades que condicionan nuestros mundos como las creencias, religiones que la mayoría de veces se han defendido hasta con la vida, o se mata en su nombre, cuando son simplemente una casualidad del destino, que tiene que ver con el lugar del mundo donde hayas caído, y por lo cual te han llegado las influencias de los demás. Tenemos un sentido demasiado estricto de lo nuestro como lo bueno, lo acertado, cuando la pluralidad y el entendimiento entre diferentes es lo que nos engrandece, y nos hará tener una visión más amplia y acertada de la realidad.

Ahí está el mundo de la política donde lo importante no es lo que se dice, sino lo que se hace, donde las palabras son herramientas de entretenimiento masivo, donde es difícil comprender cómo se puede degradar el noble arte de representar a los demás. Dicen que no cabe más honor, pero suena el ruido de las monedas y hay demasiados que pierden el norte, que convierten ese mundo en la falsedad de la moneda, la cara hacía lo público, y la cruz cuando se recuenta lo que les toca.

Somos productores de esas ondas concéntricas incluso sin darnos cuenta, sobre todo nuestros actos que sirven de modelo, desde los que no ven más allá de la manzana mordida, hasta los que sin culpa alguna sufren la condena de nacer en el lugar inadecuado, nos aconsejaba Gandhi, "si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo", ya se sabe que el futuro es de aquellos que trabajan y ponen los medios para tocar sus sueños, puede ser que colaborando sea todo mucho más fácil.

La teoría de los mundos y la manzana mordida