jueves. 25.04.2024

AVEriados, cuesta abajo y sin frenos

Si Cantabria queda como única región sin un kilómetro de alta velocidad y ciudades irrelevantes en cuanto a nivel poblacional y dimensión económica disponen de ella, ¿de qué vale el estado de las autonomías, la gestión solidaria y el progreso al unísono que tanto vocean barrigudos con mando en plaza y sueldo de nata a sabiendas de que todo es una falacia?

Ahí está la Cantabria del Paleolítico en plena disputa política de unos contra otros sobre el tan manido asunto del tren veloz. Aunque para raudas las ‘tontás’ que representantes públicos impúdicos obligan a escuchar a la pobre chusma que se levanta cada mañana a las siete para fatigar. ¿Qué cómo va el minuto y resultado? De pena: AVEriados, cuesta abajo y sin frenos: lo cual no es novedad, es lo mismo de siempre.

Dicen que el único AVE que va a tener Reinosa (por ende Cantabria) es una cigüeña venida del Sur que anida allí cada primavera. Íbamos a disponer de tren supersónico con Madrid y con Bilbao. Ahora el primero será sustituido por uno de altas prestaciones y del segundo nunca se supo. ¡Viva La Robla! A los políticos cántabros nunca les ha gustado exponer la otra mejilla: por eso ponen tres.

Dicen que el único AVE que va a tener Reinosa es una cigüeña venida del Sur que anida allí cada primavera

Si Cantabria queda como única región sin un kilómetro de alta velocidad y ciudades irrelevantes en cuanto a nivel poblacional y dimensión económica disponen de ella -como de hecho va a suceder-, ¿de qué vale el estado de las autonomías, la gestión solidaria y el progreso al unísono que tanto vocean barrigudos con mando en plaza y sueldo de nata a sabiendas de que todo es una falacia? Llamativo, pero, aun así, nadie les pone puente de plata.

Un político de otro tiempo -afortunadamente retirado, pero con una pensión de acuerdo a su incompetencia; la más alta- dijo en cierta ocasión que Cantabria no necesitaba AVE porque antes había otros proyectos urgentes que culminar. Nunca se hicieron. Y tampoco un solo centímetro de tren, que sigue enfermo desde hace decenios por los achaques de la catenaria y la deslealtad centenaria de unos y de otros, mientras la pasta gansa y dulce viaja de manera cíclica a contentar al nacionalismo o a las regiones del color que más guste.

Es tanto el hastío de la gente que no chupa legalmente del erario público que la indignación se ha convertido en pasotismo. Sólo quieren bajarse de esta Cantabria cuyos representantes públicos -todos- jamás fueron capaces de ponerse de acuerdo para defender a 600.000 tipos y tipas que, aunque supongan el mismo número que tres barrios de Barcelona o Madrid, debieran tener idénticos derechos. Pero esto jamás ha sido así. Presupuestos anuales y negociaciones políticas -compadreos- siempre han ido contra Cantabria. Y así seguiremos, por los siglos de los siglos, si alguien no lo para. Me fío lo mismo que del agua en una cesta.

AVEriados, cuesta abajo y sin frenos
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