miércoles. 24.04.2024

El canal era un panal

Los tentáculos de algunos políticos pegaron sus ventosas con tanto moco a la pasta que provenía de los ciudadanos que fue imposible librarla de la viscosidad de la corrupción.

Mira que es difícil convertir un canal, con su agüita, en un panal de rica miel. Se la llevaron casi toda, sin escafandra. Debe ser que les obnubiló el poder de la jalea real. Y jalaron y jalaron hasta convertir toda la gestión en un jaleo que ahora investiga un juez, con sus imputaciones correspondientes. Los casos que salen a la luz de un tiempo a esta parte revelan algo perverso: los tentáculos de algunos políticos –no pocos– pegaron sus ventosas con tanto moco a la pasta que provenía de los ciudadanos que fue imposible librarla de la viscosidad de la corrupción. Tras la perversión, la tragedia: ¿qué porcentaje de casos sale a la luz y qué otro escapa o ha escapado al brazo fuerte de la ley?

Muy mal que el canal fuera un panal, pero peor los aguijonazos que se ha llevado la gente de bien mientras destacados próceres de prieto cuello duro se empleaban a fondo para hacerle un siete a la gestión y transformarla en negociete. Parece que algunos de los pasajes más indecentes de la corrupción en general cohabitaron en el tiempo con la reciente crisis que se llevó por delante familias, empresas, viviendas y mucho más, lo que pone un plus de ‘hijoputismo’ a todo lo relacionado con el abordaje de la tela y las corrupciones.

Por cada indecente que pica en España el anzuelo de la ley hay otros que se alejan cimbreando la espina

La corrupción aflora en el siglo XXI como salmones de temporada. Pero ¿cuál fue el campanu? Es posible que sobreviviera en el XX sin que nadie lo pescara. Ni a él ni a toda la presunta pesquería. Fueron del río al mar y del mar al río con toda la impunidad. Le hicieron a usted, y a todos, el lío. Por cada indecente que pica en España el anzuelo de la ley hay otros que se alejan cimbreando la espina, como si fueran cocodrilos del Serengeti.

Por eso hay que dar todos los medios posibles a las fiscalías en la lucha contra los indeseables. Y debe hacerse por encima de cualquier presupuesto. Las últimas declaraciones de algunos fiscales, sin embargo, no permiten albergar cercanas esperanzas. Ningún apartado de la Constitución aconseja miccionar sobre y contra la división de poderes como si fuera el muro de los esputos. De seguir así habremos cambiado la democracia por la ‘demonada’. Unos tan poco y otros con tremenda talegada.

El canal era un panal
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