viernes. 29.03.2024

Estoicismos

Diez dedos sin anillos abarcan una azada; pantalones rotos por las rodillas, no por la moda, sino por el esforzado uso. La zanja es ya de más de un metro de altura: a poco que siga cavando ya no le veré la cabeza.

Tras mi ventana, un currante. De los de toda la vida. En su cara, maquillaje: polvo de la acera. Su camisa exuda cuadros pegados al cuerpo con la sal del esfuerzo. Diez dedos sin anillos abarcan una azada; pantalones rotos por las rodillas, no por la moda, sino por el esforzado uso. La zanja es ya de más de un metro de altura: a poco que siga cavando ya no le veré la cabeza. El tiempo ha cambiado para regusto de dos ‘chorbitos’ bien maqueados que pasan frente a quien llamaré Manolo. Un tipo fornido baja de una excavadora, coge una botella de agua y se la ofrece a Manolo. Por fin beberá, el termómetro sube hoy de los 25 –un día de bochorno incesante con el sol jugando al escondite tras una nube burlona-, pero no: Manolo desenrosca el vidrio, lo aparta de la cara y se lo echa a chorro sobre la cabeza.

El duque “empalmado” está mustio. Estoicamente mustio

Uno de los pipiolos mira hacia atrás y le dice al otro: “Joder, como el anuncio de Coca Cola” (creo que no era exactamente así). Los cuadros de la zamarra de Manolo se han convertido en una piscina, pero no veo refresco por ningún sitio. Agarra la herramienta con la mano derecha, pisa con el zancajo sobre la tierra y se acomoda la izquierda, apuñada, sobre un costado. Por un momento creo que va a reconvenir al niñato, pero un tercer compañero le despista con un comentario. No puedo oír lo que le dice porque la excavadora ha vuelto a dar tragos de gasoil.

Un grupo de adolescentes se sienta en un muro cercano. Abren unas bolsas de pipas y las degluten como roedores. Una capa de cáscaras decora el asfalto; una capa que pondrá muy contento al barrendero de la mañana. Son las 13,30; Manolo se acerca a una mochila que cuelga de un enrejado y saca un bocata envuelto en ‘albal’. Estruja el papel de aluminio y lo reintroduce en la mochila.

Salgo de la escena. Comienza el Telediario. Habla el abogado de Urdangarín: asegura que el exduque tramita con “estoicismo” la condena que le llevará a la sombra una temporada.  El duque “empalmado” está mustio. Estoicamente mustio.

15,30 de la tarde; el sol, en todo lo alto, se zafa de la nube. Manolo, menos mal, acaba de perforar la tubería del agua. Las cáscaras de pipas, que ya forman un manto, seguirán en el suelo. Hasta mañana.

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