sábado. 20.04.2024

Las huestes de Diego acampan en Génova

El fin justificará los medios: todo y sobre todo por esa patria del norte tan necesitada de un último esfuerzo.

(Benedictus qui venit in nomime Diegui. Nemo patriam quia magna est amat, sed quia sua)

Con una diana en el pecho, como protagonistas de ‘La Vida de Brian’, se presentaron en Génova las huestes de Diego: como escuadrón suicida, con los arietes romos, la empuñadura suelta y el escudo de felpudo. La batalla no acaba hasta cobrarse el último glóbulo rojo, nadie ha perdido jamás una contienda porque cuatro efectivos se pasaran al otro lado. De modo que hay esperanza, tan sólo resta aguardar la llegada de la caballería.

Benedictus qui venit in nomine Diegui. La tropa espera la venida del general a lomos de un corcel de larga crin. El general que les hace tilín. Y debe darse prisa, porque si la acampada se repite este verano a 40 sobre cero en la capital del reino, el mando se verá obligado a enviar una amplia remesa de odres con vino cántabro para calmar la sed de los combatientes, ya con las gargantas secas como el esparto de tanto repetir que la última guerra la perdieron en injusta lid.

El general debe ajustarse las correas cuanto antes y empuñar presto el acero

Difícil conducir las carretas con el alimento camino de las Hoces, bajar Pozazal sin galgas y afrontar la dura Meseta para dar sustento a los inanes enviados de la lealtad. De modo que el general debe ajustarse las correas cuanto antes y empuñar presto el acero. La tropa, aún de una pieza, espera que esta vez sea certero. Después, en el invierno, será imposible combatir y alojar el sustento en las bocas del escuadrón suicida: el mal tiempo arredra, congela las esperanzas y desploma las articulaciones si vacías están las panzas. Joaquín Costa no paga traidores y hace mucho frío en el frente cuando detrás sólo hay sombras.

Gladius inimici eleves. General: debes blandir la espada, afilar la hoja, inmacular el acero hasta que puedas ver en él los pasajes de tus victorias honrosas (Sniace), fermosas (el puro), lustrosas (Sierrallana). Llama a la milicia; convócala, dale montura, da igual si de jumento, sólo ansía tu aliento. Conduce a los fieles hasta el éxtasis: amat victoria curam. El fin justificará los medios: todo y sobre todo por esa patria del norte tan necesitada de un último esfuerzo. A tu grito; sólo esperan tu voz para entregar el resuello. Pecho al frente, hasta la muerte: alea iacta est

Las huestes de Diego acampan en Génova
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