miércoles. 24.04.2024

¡Mon dieu, mon dieu! Apreteu

Torra, que incendia con la palabra mientras acusa a los españoles de hablar la lengua de las bestias, es solo una anécdota en el devenir de los acontecimientos. En una discoteca sería el tonto útil de Mas, el que éste usaría (después tirar) para bailar y llevarse al huerto la independencia.

Echarse las manos a la cabeza e implorar al altísimo para que no suceda nada malo en la jornada del 21 de diciembre en Cataluña es una plegaria en el desierto. Ojalá que impere la cordura y no haya conatos de violencia o episodios peores durante la reunión del consejo de ministros en la Ciudad Condal (escribo esta columna cuando todavía no se ha celebrado el encuentro), pero nada está en manos de Sánchez, ni siquiera de Torra, que llamó a apretar (“apreteu”) y ahora quizá quisiera encomendarse a las alturas a lo francés: ‘mon dieu’. Nadie escucha ya con orejas de lince palabras expelidas por botarates.

Nadie escucha ya con orejas de lince palabras expelidas por botarates

En la crisis –o lo que sea- de Cataluña (que no es la crema catalana que los diputados independentistas tratan de comercializar en el Congreso; ya saben: Tardá, Rufián y compañía) las estupideces semánticas han sido tan relevantes e incluso decisivas como la cuestión de fondo. Las palabras del agitador Rufián, con ser ‘tontás’ con denominación de origen, se han convertido en mucho más: un señuelo para miles de personas anónimas con menos que perder que el diputado de ERC, que cobra de maravilla por su miniproducción en la Cámara Baja. Otros están debajo del nogal que menea el lenguaraz de Esquerra.

Torra, que incendia con la palabra mientras acusa a los españoles de hablar la lengua de las bestias, es solo una anécdota en el devenir de los acontecimientos. En una discoteca sería el tonto útil de Mas, el que éste usaría (después tirar) para bailar y llevarse al huerto la independencia. Es por eso que Puigdemont luce esa melena de beatle asilvestrado, para interpretar desde el váter de Waterloo sus melodías con las letras cada vez más disparatadas. En esta pista de baile, ‘MasPuig’ es el chulito -que responde a los intereses de quienes no gustan de la danza pero ponen la música y la letra-; Rufián, el payaso; y Torra, la cotorra: el que tiene la encomienda de hablar por hablar para encender la mecha de los CDR: “apreteu”, recuerden. 

Los nacionalistas no engañarán jamás a quien no quiera ser engañado. Su verbo es letal aunque lo disfracen de presunto diálogo. Desconocen el indicativo y el subjuntivo. Sólo conjugan el imperativo.

¡Mon dieu, mon dieu! Apreteu
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