viernes. 29.03.2024

Se queda

Un tweet chungo y el Camp Nou se gira como si fuera la rueda del hámster. Otro tweet en el mismo sentido y el Bernabéu (segundo apellido por cierto de Piqué) pierde sus cimientos.

La política se hace en redes sociales: el deporte también. Sucede que un tweet vale más que una palabra, tiene hasta patente de corso. La realidad se mide en 140 caracteres o menos. Se queda, dijo Piqué. Y todo el mundo interpretó que Neymar permanecería de blaugrana pese a la talegada que llegaba de París. Al final triunfaron los fajos de billetes por encima de la intención, sana pero absurda, del defensa culé, que quiso torcer la decisión de su compañero, que ya había tomado mucho antes. Por lo menos desde la boda de Messi.

Tipos que cobran cantidades indecentes de dinero flirteando con la redes sociales hasta para poner contra las cuerdas a la directiva que los acoge a golpe de talonario. El órdago de las estrellas del Barça tendría las patas cortas en cualquier empresa del mundo que no sea una futbolística. Lo normal es ponerles puente de plata, pero Bartomeu renunciará con toda seguridad a dar a todos una patada en su propio culo.

Las redes tienen el poder de incendiarlo todo desde lejos, como una cerilla por control remoto

Neymar se lleva del PSG, sólo en ficha, por encima de los 40 millones anuales. Y Messi va a exigir lo mismo o más para seguir en el Camp Nou. Viva el romanticismo. Ahora parece que Cristiano se sube al carro y va a pretender cifras superiores como Balón de Oro en ejercicio. ¿Tragará Florentino? Si recuerda el chicharro por la escuadra del portugués en el Trofeo Santiago Bernabéu se lo pensará dos veces. Viva el fair play financiero.

Mañana mismo pone Cristiano un tweet y tiembla la Castellana. Lo puede hacer desde Funchal, Pernambuco, Lekeitio o El Sardinero. Las redes tienen el poder de incendiarlo todo desde lejos, como una cerilla por control remoto. Ronaldo, Neymar, Messi, Piqué o Suárez manejan el mando que altera o pacifica instituciones centenarias con presupuestos de miles de millones de euros. Un tweet chungo y el Camp Nou se gira como si fuera la rueda del hámster. Otro tweet en el mismo sentido y el Bernabéu (segundo apellido por cierto de Piqué) pierde sus cimientos.

Estrellas, niñatos de postal, que tienen en su garaje más coches que usted nueces en el frutero. Fruto seco que muchos renuncian a comer para pagar el abono de la temporada. En un instante cualquiera de ellos agotará sus 140 caracteres y todas esas palabras supondrán e impondrán más que un mensaje del Banco de España, de la presidencia del Gobierno o del Ministerio de Sanidad.

Ellos lo saben. Y de ahí los dislates y las gilipolladas habituales. Dentro de poco cambiarán de equipo por una pasta indecente y la hinchada quedará con cara de jumento el día de San Pollino. Usted ‘se queda’ en el puesto de trabajo cada lunes cantando ‘pastillas del freno’, al pie de una máquina y a las órdenes de un encargado malencarado. El primer día de la semana los futbolistas libran. ¡Gloria al talonario!

Se queda
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