Si nos atenemos al significado histórico, el foro era la plaza central en las ciudades romanas donde se celebraban reuniones políticas y juicios. Si buscamos la acepción relacionada con el Derecho, sería el lugar en el que los tribunales oyen las causas. En el mundo de la informática un foro es un espacio de internet en el que participan varias personas para informar, opinar o tratar temas de interés común.
Si os habeis fijado, en la actualidad, proliferan los foros. Los organizan medios de comunicación, instituciones o empresas con el afán de que personajes destacados en distintos ámbitos iluminen a la concurrencia con su infinita sabiduría. Normalmente los ponentes son profesionales de contrastada valía y experiencia.
Los políticos viven en un mundo virtual y los jóvenes en uno real… el mundo al revés
Pero yo me pregunto: cuando se apagan focos y micrófonos, cuando se recogen las tazas de café y los bollos que han sobrado…¿qué pasa?. Pues la inmensa mayoría de las veces, NADA. Todo queda reducido a un acto de relaciones públicas, a un acto social. Los políticos que asisten a los foros no toman notas, no cogen apuntes, no quedan para comer con el ponente de turno. Es decir, para qué sirve haber escuchado a un experto en urbanismo, nuevas tecnologías o generación de empleo si posteriormente no estudian la posibilidad de trasladar esas experiencias, proyectos o soluciones a su entorno más próximo (ciudades o regiones).
Los jóvenes lo hacen mucho mejor. Organizan espacios de coworking que generan sinergias y, a veces, proyectos comunes o complementarios. Espacios que comparten recursos y abaratan costes. Por otra parte, en las reuniones de jóvenes emprendedores se intercambian experiencias, pero también teléfonos y correos. En los días posteriores se generan contactos y colaboraciones reales.
Es decir, los políticos viven en un mundo virtual y los jóvenes en uno real… el mundo al revés ¿?