jueves. 25.04.2024

¿Quién me vende integridad?

A pesar de la grisácea luz que le rodeaba, podía entrever unas gruesas y altas paredes de hormigón a izquierda y derecha, como si las mismas pretendiesen "cubrir carrera".

Se preguntaba un político que flotaba más que caminaba en solitario por un angosto pasillo de una sola dirección.

A pesar de la grisácea luz que le rodeaba, podía entrever unas gruesas y altas paredes de hormigón a izquierda y derecha, como si las mismas pretendiesen "cubrir carrera" como si de una parada militar se tratase.

Recordaba un poco antes, pues había perdido la noción del tiempo, encontrarse en una sala de color blanco, rodeado de caras mayoritariamente indiferentes que hablaban entre ellas, sin prestarle la más mínima atención.

De pronto, surgió de la nada un hombrecillo, pulcramente trajeado, que situándose a su lado, le espetó fríamente mientras continuaban caminado: ¿La has traído? El qué, contestó desconcertado, nuestro político.

En esos momentos, nuestro político se despertó sobresaltado y sudoroso, recordando que tenía un cita inexcusable en la aburrida Bruselas

Pues hombre, ¡qué va a ser, la integridad con la que se te dotó cuando te pusimos en el Planeta Tierra!, replicó algo malhumorado el hombrecillo, pensando para su adentro: ¡Vaya, otro que nos ha venido en blanco!.

Pero no te preocupes, podemos adquirirla dónde tú indiques, en cantidad suficiente, y siempre, habrá algo extra para ti, por tus gestiones.

Pero, volviendo a espetarle el hombrecillo, ¿Es que aún no te has dado cuenta de que has sido llamado a rendir cuentas de tus actos en el Planeta Tierra?.

Deberás contar todo lo que pasó respecto a la Autopista donde interviniste, sin que hicieras falta.

Recuerda la Presa construida en ... más de lo mismo.

Tus altos porcentajes percibidos de manera innoble, por tal y cual.

Así continuó un largo relato hasta que doblaron la triste muralla de hormigón, apareciendo ante ellos un bello puente atirantado, imbricado con las más hermosas flores y plantas jamás vistas, y rodeado de haces de luces naturales.

Algo más allá, aparecían paseando con gesto de felicidad y modales exquisitos, una serie de personajes vestidos a la antigua usanza, recordando sus ropajes a la ancestral Amberes, Brujas, Gante, etc.

¡Oye tú, volviéndose inquisitorialmente nuestro político a su acompañante: yo quiero quedarme aquí!

Va a ser difícil eso que pides, ya que el sitio que te corresponde para toda la eternidad es este otro: surgiendo ante sus caras por arte de magia, un lago extenso, lúgubre y neblinoso, en el cual se deslizaban entre sus putrefactas aguas, personajes de todas las épocas. Y no sólo esto, finalizaba nuestro hombrecillo: ¡tendréis que alimentaros de vuestros propios excrementos!.

En esos momentos, nuestro político se despertó sobresaltado y sudoroso, recordando que tenía un cita inexcusable en la aburrida Bruselas, y por más señas en Rué de la Loi..

¿Quién me vende integridad?
Comentarios