viernes. 19.04.2024

Luis Enrique: secreto de Estado

Luis Enrique no deja huella desde la madrugada del pasado 26 de marzo. Ni una foto, ni un “tweet”, ni un solo comunicado desde entonces. El entrenador que dirigía las sesiones subido a un andamio las teledirige ahora desde su casa de Barcelona. Manteniendo a salvo el delicado andamiaje familiar.

Lleva 73 días desaparecido en su casa de Barcelona. El problema familiar del seleccionador nacional de fútbol, Luis Enrique, es un secreto tan bien guardado que alcanza holgadamente la categoría de  secreto de Estado. Y la razón de su aislamiento no es todavía ningún secreto a voces.

No existen precedentes de un silencio periodístico similar. Tampoco existen antecedentes del sonorísimo silencio de casi tres meses de Luis Enrique. No ha comparecido ni siquiera para pedir comprensión ante su larga, inexplicada e inexplicable ausencia. Él, que nunca daba la callada por respuesta.

Solo la fórmula secreta de la Coca Cola permanece desde hace 133 años a salvo de la bendita curiosidad periodística. La maldita ausencia de “Lucho” empieza a desatar encarnizadas luchas entre quienes creen que un seleccionador desaparecido no puede ejercer y quienes defienden su versión de tele entrenador hasta que se trasforme en reaparecido.

Lo de Luis Enrique nadie lo ha contado. Estamos ante una grave y secreta situación familiar

La Federación Española de Fútbol cree tranquilizar a la afición revelando que Luis Enrique ve los entrenamientos en directo por televisión desde su casa. Señal exclusiva para el seleccionador cuyo sugerente pórtico de Twitter dice que “lloraba porque no tenía zapatos hasta que vi a un hombre que no tenía pies”.

Esté calzado o descalzo, Luis Enrique no deja huella desde la madrugada del pasado 26 de marzo. Ni una foto, ni un “tweet”, ni un solo comunicado desde entonces. El entrenador que dirigía las sesiones subido a un andamio las teledirige ahora desde su casa de Barcelona. Manteniendo a salvo el delicado andamiaje familiar.

Cuando Luis Miguel Dominguín consumó su noche loca con Ava Gardner, abandonó precipitadamente la habitación del hotel. Apenas alcanzó a responder a la bellísima actriz que le preguntaba por su marcha con una visceral confesión: “¿dónde voy a ir?, ¡a contarlo!”.

Lo de Luis Enrique nadie lo ha contado. Estamos ante una grave y secreta situación familiar. Esa doble condición envuelve el caso en la equívoca niebla del oscurantismo. El episodio trasciende lo futbolístico, frisa lo misterioso y abraza lo morboso.

Luis Enrique no se ha sentado en el banquillo de la selección española ni este 7 de junio contra Islas Feroe ni el 10 de junio contra Suecia. Pero un importante sector de la opinión pública quiere sentarle en el banquillo de los acusados de no explicar este aparente secreto de Estado que nos mantiene en estado de alerta. Desde hace 73 días y 73 noches. Casi un sinvivir.

Luis Enrique: secreto de Estado
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