viernes. 19.04.2024

Paz, por fin

Muchos olvidaron que existe el balsámico perdón. Todos han de ser comprendidos y perdonados.

A la periodista Viki Lemaur, ganadora de todas las batallas

Ya solo es necesario pedir la palabra. Nuestra voz pide la vez. Nos han dado aquella paz larguísimamente pedida. Y nos dejan en paz, por fin. Esa paz oficial llegará vestida de novia el sábado, 8 de abril de 2017, una semana antes del Sábado de Gloria. Sábados santos hay uno cada año. Sábados de paz solo el rutilante, inmenso y definitivo del 8 de abril. Segundo sábado de gloria. 

Quiso el sabio idioma castellano que este bellísimo sustantivo femenino de tres letras case la primera (a) y la última del abecedario (z). Paz, el estado que todo Estado desea para sus ciudadanos. En un país de naciones que históricamente se ha esforzado en destruirse a sí mismo (España, claro), los ciudadanos vascos que quieren ser Estado y los que no quieren serlo disfrutarán en perfecto estado de salud de su merecida paz.

Seguir pidiendo cuentas y que las paguen otros, es un tremendo error

Blas de Otero dejó escrito su primoroso “Pido la paz y la palabra” en 1955. Y un robusto intelectual de Torrelavega, Piti Cantalapiedra, lo dejó de inmediato editado. Faltaban 13 años para que ETA empezase a matar sin motivo. Y restaban otros 44 para que Otero ganase la paz eterna e involuntaria de la muerte.

Hubo familiares que confesaron que ni perdonan ni olvidan. Otros tratan de olvidar para poder perdonar. Y muchos olvidaron que existe el balsámico perdón. Todos han de ser comprendidos y perdonados. Por mucho que duela. Por mucho que sangre una herida abierta y rebosante de sal.

La Albericia en febrero de 1992 fue un horror. Seguir pidiendo cuentas y que las paguen otros, es un tremendo error. La generosidad distingue a la democracia victoriosa. Orilla a las víctimas de los victimarios. Los desgarros del corazón no admiten sutura. Los huérfanos de la barbarie somos todos. El recuerdo es un imparable y perverso mecanismo de relojería.

Cambiará la hora oficial española el sábado, 25 de marzo. Se pondrán en hora los últimos relojes el sábado, 8 de abril. Es tarde, sí, pero ya no será nunca. Llega la hora de sonreír mientras se derrama la penúltima lágrima. Porque en el duelo, como en el amor, siempre quedan últimas lágrimas en la recámara.

Lo que no quedan ya son últimas balas en la recámara. Esa es la grandiosa diferencia. Son las ventajas incomparables de la paz. Que por primera vez llega a la hora prevista. Bienvenida.

Paz, por fin
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