La muletilla que nunca se pasa de moda. El tópico más típico. El latiguillo omnipresente. Una conjunción distributiva (ya), un pronombre personal proclítico (te) y un verbo en presente de indicativo (digo). Ente los tres fabrican una de las frases más recurrentes del español del siglo 21. Aunque no sea muy ocurrente.
Es aprobatorio, complementario y ambivalente
Es aprobatorio, complementario y ambivalente. Si fulano recuerda que hace mucho calor en agosto en Écija se le contesta de inmediato: ya-te-digo. Si zutano critica la ostentación de la megaboda de Sergio Ramos y Pilar Rubio, se repone el balsámico ya-te-digo. Y si perengano denuncia que los partidos han hecho el pasado sábado con nuestros votos los pactos que han querido, formidable ocasión para colocar el ubicuo ya-te-digo.
El ya-te-digo es complaciente, neutro y agradecido. Supone una autoafirmación para quien propone. Y una salida verbal muy digna para quien responde. No compromete seriamente a nada que no sea lubricar la conversación. Une, anima y reafirma opiniones. Es el engrudo de muchísimas charlas de tasca, el anti “zasca”.
Es mucho más creativo que una de las muletillas que compiten actualmente con ella
El ya-te-digo es mucho más creativo que una de las muletillas que compiten actualmente con ella: “vienes, ¿o qué?”. Compatible con todo tipo de verbos: con bebes-o-qué, sales-o-qué, coges vacaciones-o-qué, te separas-o-qué, vas al cine-o-qué etcétera. Porque este binario o-qué solo admite el adverbio de afirmación sí o el adverbio de negación no por respuesta.
El ya-te-digo no tiene competidor. Revitaliza, viste y es participativo. Resulta un eficacísimo invento de la lengua popular, a veces tan acertadamente alejada de la lengua culta. Decenas de miles de santanderinos y cántabras lo utilizan cada día. Resulta asertivo, proactivo y resolutivo. Todo un hallazgo.
No duden que Pérez Reverte le dedicará más pronto que tarde un ácido artículo. Y Ansola le incorporará a esa tira humorística tan ingeniosa que ve cada mañana la tira de gente. Ya te digo.