jueves. 25.04.2024

“Cataluña es hoy, bajo el punto de vista social, la región más interesante de la Península” (Enrique Diego-Madrazo)

En el fragor del desconsuelo y de la conmoción postraumática, los regeneracionistas, en su mayoría, están desesperanzados, desmoralizados. Maeztu echa un órdago: todos sabían cuál era la solución, pero ¿quién le pondría el cascabel al gato? Y Diego-Madrazo prepara inmediatamente su libro ¿El pueblo español ha muerto?, con el optimismo del regeneracionista que conoce la cultura y el progreso de los pueblos europeos.

“Cataluña es hoy, bajo el punto de vista social, la región más interesante de la Península” (Enrique Diego-Madrazo: ¿El pueblo español ha muerto?, 1903, 203-207)

“Es la comarca catalana de las más escabrosas de la Península; exceptuando la provincia de Lérida, que tiene mucho parecido con la de Aragón, todo lo restante lo forman las estribaciones del Pirineo, que arrancando de aquella elevada barrera, descienden formando riscos y tajos, que separan valles de limitada riqueza agrícola, pero bien cultivados por sus laboriosos habitantes (...). Mucho vino, poco aceite y casi nada de pan, algunos naranjos en la costa y buenos alcornoques para la extracción del corcho en la parte alta, es lo que el suelo ofrece á sus moradores. A su tierra no debieran estar muy agradecidos los catalanes; ingrata, muy accidentada y pendiente, sólo á fuerza de trabajo y de muros de contención, se ha conseguido defender y aclimatar la vida en tales laderas. Pero en cambio de la pobreza de la tierra, la Providencia asentó en ella una raza de hombres de magníficas cualidades. De otra suerte no hubieran podido soportar el cúmulo de causas destructoras que sobre ellos han pesado; unidos á nosotros han tenido que someterse á los mismos motivos que nos dejaron tan mal parados; la guerra de sucesión á la terminación de los Austrias, hizo soportar principalmente á aquella región las consecuencias de una lucha entre hermanos, por si debieran ser esclavos de una ú otra familia; la invasión francesa en parte alguna dejó sentir sus efectos de destrucción y muerte como en Cataluña, y cuando pasaban los franceses comenzaban los ingleses á quemar sus puertos y viceversa; y para último remate, en las dos guerras civiles, núcleos de importantísimas facciones, escogen por campo de operaciones las asperezas de aquellos montes, que parecían levantados para que allí pudiera guarecerse toda protesta armada contra la tranquilidad y el reposo de un pueblo condenado á perpetua guerra. En este ambiente de cañones, humo, sangre y fusilamientos, se ha constantemente mecido el pueblo catalán, y no sólo no ha podido con él, sino que aún le han sobrado energías para fundar de nuevo una sociedad inteligente, laboriosa y adornada de una cultura perfectamente europea, siendo una excepción entre todo lo restante del país, como no contemos á su lado las provincias vascongadas.

Diego-Madrazo hace un repaso de cada pueblo español, con voluntad de cirujano cuyo bisturí nunca titubea ante los problemas

Es individuo el catalán de robusta constitución, alto y bien fornido, sobre todo en la parte alta de sus montañas; allí se recluta el soldado que sirve en el cuerpo especial de artillería de montaña, el que más talla y fortaleza exige en el ejército; trabajador sempiterno, disputa en las laderas de la cordillera la poca tierra que las cubre, y que las lluvias le arrastran al menor descuido; á pesar de esta ingratitud, sus viñas se ven plantadas y sostenidas hasta en los vértices de las rocas, y se logra una cosecha abundante de vino (...) más exportan á las repúblicas americanas de nuestro apellido. Los aceites que se colectan en toda la zona de su costa son esquisitos [sic], y los elaboran con más delicadeza aún é inteligencia, resultando un producto más preciado en el mercado nacional y americano que el de Andalucía, que es donde está la madre de los aceites en nuestra Península. Carece de pan y de carne, y hasta el pescado en aquellas costas ni anda abundante ni es tan delicado como el de otras. En los alrededores de los centros industriales el cultivo del suelo es muy intensivo, y se aprovechan todos los resíduos [sic] industriales para abonar los campos. En los métodos culturales y elaboración de los productos que les ofrece su industria agrícola, están los catalanes más perfeccionados que en lo restante de la Península. Si bien su riqueza agraria es muy escasa, aún les permite pagar tres pesetas, por término medio, de jornal al bracero que presta su esfuerzo en tal labor, precio que casi dobla el que de ordinario cobra el jornalero en las demás comarcas.

Pero donde el catalán ejercita su mayor inteligencia y destreza es en la industria fabril; en esta rama de la humana tarea ha alcanzado un alto perfeccionamiento á fuerza de ingenio y trabajo perseverante. Sus fábricas, á cientos y cientos, hállanse esparcidas por su comarca entera, y de sus ríos aprovéchase la total energía de su caída antes de perderse en el mar. En Barcelona y su llano, ó sean sus inmediaciones, se ha condensado la industria en tal forma, que serán muy pocos los centros industriales europeos que compitan en magnitud con Barcelona; sus cien mil obreros dicen el trabajo que allí se desarrolla, y en las aguas del mar latino ninguna ciudad se contempla hoy más viva, ni más hermosa, ni con más alientos y porvenir. Es para todos una altísima honra que España pueda presentar á la observación del extranjero una inmensa población, bien disciplinada, que remueve enorme labor, y en la que por donde quiera se ve la riqueza de iniciativa de la raza en belleza y arte. Yo ya sé que tal prosperidad y grandeza las achacan espíritus superficiales, ó mal intenc¡onados escritores, á protecciones y ventajas con que el Estado ha favorecido a los catalanes, y no niego que la pureza y justicia del Gobierno central, así como su patriotismo, dejen de quebrantarse diariamente en beneficios particulares y monopolios repugnantes; pero todo lo que en Barcelona se agita, aquella gigante máquina que quema carbón á miles de toneladas diarias, las decenas de miles de brazos que sustenta, la variedad de industrias que trastorna á quien la analiza, los millares de fardos que ruedan en sus muelles ó en los andenes de sus vías férreas, no, eso no es un artículo como otros muchos que hay en España; esa no es la obra de la protección que estafa, no es un estado transitorio de la sociedad catalana, creado á la sombra del apoyo gubernamental y que pueda desaparecer en día que éste falte. El espectáculo que ofrece Barcelona á una seria y concienzuda observación no es de relumbrón, debajo del cual se tapa la influencia de un egoísmo que, por malos procedimientos, ha logrado engañar á la patria para explotarla mediante el concurso de gobiernos cómplices en la inmoralidad; lo que se ve y admira en Barcelona, que sintetiza el esfuerzo y el genio catalán, es todo suyo, son virtudes propias, es su iniciativa, sus disposiciones, que no han podido amilanar las catástrofes porque [sic] ha tenido que pasar; es la labor de multitud de generaciones que han venido acumulando su genio industrial hasta ponerla á la altura en que la vemos. No ha sido el esfuerzo de un día ni de unos cuantos individuos, ha sido el empeño de una raza que se juzgaba con alientos para crear y fomentar una sociedad industrial, dentro del método de perseverancia é inteligencia que el ideal imponía. Esto es lo que debemos ver y admirar los que no estamos en condiciones de montar un organismo de tal intrincada mecánica”.

El Desastre del 98 fue la palanca para un sentido nacional adverso

Esta es una parte de las Impresiones sobre el estado actual de la sociedad española, un subtítulo al de ¿El pueblo español ha muerto? (1903) escrito para dar respuesta al lógico estado de depresión en que se encontraba el país.

España acababa de perder (1898) las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Era el Desastre del 98, que fue la palanca para un sentido nacional adverso. Todo fue a costa de la insensatez e imprudencia de los gobernantes de la Restauración que habían colocado al país en la peor de las condiciones y horizontes: la puesta en riesgo y muerte avisada de decenas de miles de jóvenes en la guerra contra los cubanos insurrectos, y poco más tarde, contra Estados Unidos, una guerra ridícula por ser irreflexiva y una locura.

Francisco Silvela escribe, cinco años antes que Diego-Madrazo, Sin pulso, un artículo resonante. En el fragor del desconsuelo y de la conmoción postraumática, los regeneracionistas, en su mayoría, están desesperanzados, desmoralizados -un ejemplo, el santoñés Macías Picavea-. Maeztu echa un órdago: todos sabían cuál era la solución, pero ¿quién le pondría el cascabel al gato? Y Diego-Madrazo prepara inmediatamente su libro ¿El pueblo español ha muerto?, con el optimismo del regeneracionista que conoce la cultura y el progreso de los pueblos europeos.

Su vida estuvo jalonada de desaprobaciones y prisión, junto con la reprobación y amenazas contra su libro por parte de Sánchez de Castro, obispo de Santander

Además, todo parecía abundar sobremanera cuando Lord Salisbury proclama desde el Albert Hall un discurso encendido sobre las naciones moribundas, es decir, las naciones latinas. Diego-Madrazo no puede esperar más. Así, hace un repaso de cada pueblo español, con voluntad de cirujano cuyo bisturí nunca titubea ante los problemas. Recordamos, también, que estas reflexiones acerca de Cataluña las lleva a cabo después de haber obtenido, cuatro lustros antes, la Cátedra de Patología Quirúrgica en la Universidad de Barcelona.

España no puede ser “una repugnante excepción en medio de la intelectualidad europea”. Estas impresiones las publica, con verdadero patriotismo, en el libro. Es una arenga ilusionante al lector no exenta de razonamiento científico y tampoco de una solemne diatriba contra los gobernantes que han permitido tamaña situación, contra la clase burguesa que les sustenta y contra la Monarquía y la Iglesia que, a su vez, sustenta a dicha clase.

Pero tampoco a él le absolvieron, su vida estuvo jalonada de desaprobaciones y prisión, junto con la reprobación y amenazas contra su libro por parte de Sánchez de Castro, obispo de Santander, y posterior prohibición de su lectura en la propia diócesis.

“Cataluña es hoy, bajo el punto de vista social, la región más interesante de la...
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