miércoles. 24.04.2024

Heinrich Kühn, el artista que pintaba con la cámara de fotos

Las creaciones de Heinrich Kühn no nos privan asimismo de advertirnos más allá de lo meramente sensorial, esa sombra que conquista, embriagadora -aunque igualmente, tal vez por ignorados e incomprensibles motivos, turbadora- de los primeros pasos de nuestro continente europeo, al que pertenecemos y pertenecimos. 

¿Quién no se ha puesto a pensar alguna vez en las posibilidades de la fotografía artística, quizás más rápida -por supuesto- y más agradecida que la pintura, una de las seis artes en que se clasificarían, en el siglo XVIII, las Bellas Artes? Pues bien, ese pensamiento y ese anhelo ya lo poseyeron los seguidores del pictorialismo, un movimiento fotográfico con intenciones artísticas que floreció mundialmente -aunque más en Europa, Japón y Estados Unidos-, extendiéndose su período desde las dos últimas décadas del siglo XIX hasta el fin de la Gran Guerra.

Las metáforas conmovedoras del fotógrafo germano-austríaco Heinrich Kühn (Dresden, Sajonia, Alemania, 1866-Birgitz, Austria, 1944) sugieren que se comportan no ya como las razones prístinas de los comienzos fotográficos, sino como las indefinidas y asombrosas o caprichosas alucinaciones y visiones de nuestras evocaciones, de nuestros recuerdos. Kühn consiguió estas representaciones en los coletazos finales del XIX y primeros vagidos del XX, siendo la razón y la declaración de la fase original del reciente método e insólita experiencia, testimonios de los albores de la imagen fotográfica. 

No solo nos contagia -con carácter de elegancia y con un procedimiento de lo más exquisito- los éxitos precedentes de algo que, a causa de fotógrafos pertenecientes como él al movimiento, se transformaría en un arte seguro. Las creaciones de Heinrich Kühn no nos privan asimismo de advertirnos más allá de lo meramente sensorial, esa sombra que conquista, embriagadora -aunque igualmente, tal vez por ignorados e incomprensibles motivos, turbadora- de los primeros pasos de nuestro continente europeo, al que pertenecemos y pertenecimos. 

Se fusiona con dos fotógrafos: Henneberg, probada lumbrera versada en matemáticas, física, astronomía y química, y Watzek, austriaco nacido en Boemia

Kühn comienza su recorrido artístico cuando el siglo XIX está presto a firmar su finiquito. Se fusiona con dos fotógrafos: Hugo Henneberg, una probada lumbrera versada en matemáticas, física, astronomía y química, y Hans Watzek, austriaco nacido en Boemia -una región, entre las tres que componen la república de Chequia-. Los tres compadres, en fin, están sobremanera interesados en lo mismo y, unidos, constituyen el Camera Club de Viena, cuya primera iniciativa fue, en 1981, aprestarse a disponer una muestra de fotógrafos incorporados y asociados al pictorialismo. Les infundía el espíritu del Photo Club de París (1888), una sociedad de fotógrafos devotos franceses que conservó, durante cuatro décadas, un alto auge en el desarrollo de calificar y juzgar a la representación fotográfica como arte. Precisamente en ese año 1891, Maurice Bucquet comienza a presidir esta asociación destinada a labor del arte de la imagen fotográfica. Esta asociación se fundó con miembros que se apartaron de la Société Française de Photographie donde estaban comprendidos, entre los más importantes, Robert Demachy y Constant Puyo

Ya el Photo Club de París había invertido los intereses o el lema de la sociedad anterior de donde provenía aquel. Radicalmente cambia los cánones precedentes para poder acceder a sus exposiciones, anunciando: "... solo el trabajo que, más allá de una excelente técnica, presente una auténtica naturaleza artística será aceptado". Además, era considerable para los promotores de las ferias que la técnica y el arte fotográficos fuesen acogidos dentro del orden más amplio de los procedimientos artísticos, reflejando esta pretensión la letra del jurado.

Kühn ve los innovadores procesos de estampación fotográfica, concretamente la llamada goma bicromatada sobrepuesta con pincel. Esta técnica, llevada ya a cabo por Robert Demachy en París, enfatizaba el carácter artístico de la fotografía. Del mismo modo, Heinrich se asocia a The Linked Ring, una sociedad del Reino Unido sinónimo del Photo Club de París. Es entonces cuando empieza a difundir su actividad en distintas publicaciones británicas y estadounidenses, expresamente en la influyente Camara Works.  

El arte de la goma bicromatada estribaba precisamente también en su proceso técnico a veces con carencia de una acabada matización en la tonalidad; desarreglos, como pequeñas 'desproporciones' y desigualdades; y ciertas indeterminaciones; pero de ningún modo se han de ver estas mermas o faltas como errores o posibles fiascos, sino al contrario como peculiaridades connaturales de este método especial que se halla en la mediana entre el arte fotográfico y el pictórico.

Si retrocedemos a 1839, ya el investigador Mungo Ponton dio los primeros pasos en este campo, revelando la receptividad a la luminosidad con los papeles humedecidos por disoluciones del bicromato de sodio. Luego, llegaron los precursores Poitevin, Pouncy..., y, hacia 1880, arriban los originales papeles de fotografía con sales o haluros de plata suspendidos o disueltos en gelatina. 

Llamativamente, hacia 1894, los procesos exactos que habían conservado, nunca mejor dicho, a la goma bicromatada descuidada e inadvertida casi medio siglo -carácter excesivamente destacado de construcción artesana, ausencia de clara delimitación, desbordante aspecto de la urdimbre del fundamento material en que descansa, falta de matiz en las escalas,...- son en ese año, con A. Rouillé-Ladéveze, la primera razón de su reacogida.

En fin, este nuevo desarrollo de la goma bicromatada consigue la debida consideración y fama, y establece sus décadas más victoriosas y doradas, de 1895 a 1920. En el Viejo Continente y en Estados Unidos se reencontraron innumerables artistas fotógrafos que disfrutaron de este arte como de su medio más primario y vital.

Su única pretensión, su sueño, era realizar fotografías que lograsen competir con el arte pictórico

Escribíamos arriba la palabra 'victoriosas'. Y viene al pelo para decir que Heinrich Kühn, desde 1888, dejó la fotografía científica y microscópica, el medio que usaba en sus estudios médicos y botánicos, destinando su tiempo solo a conseguir panoramas y personas, dejando constancia de que su única pretensión, su sueño, era realizar fotografías que lograsen competir con el arte pictórico. Para ello, se servía de extraordinarias dimensiones que transformaban las fotografías en originales escenas de pintura.

Sus fotografías acostumbran, circunscribiéndose, a apropiarse de los instantes del clima hogareño. No obstante, iniciada nuestra última centuria, Heinrich Kühn logra implantarse como un fotógrafo con entidad propia, estando sentado que es un avezado mentor de la placa autocroma, un procedimiento con colores exquisitos y agradables, y suavizados atentamente. Un proceso ya realizado por los hermanos Lumière, y que sus preferentes exegetas no dejaron de ser sino los ingleses, los pictorialistas.

En 1937, la Universidad de Innsbruck le hace merecedor del título de Doctor Honorífico en Filosofía, por su cooperación a los caracteres científicos y artísticos del arte de la imagen fotográfica. 

Heinrich Kühn, el artista que pintaba con la cámara de fotos
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