jueves. 28.03.2024

¡¡Asesinos!! ¡¡Cobardes!!

El asesinato es la mayor de las intolerancias. Nadie debería vivir con una soga al cuello, como lo hacen miles de españolas, víctimas de la violencia de género. Caer en la confrontación política sobre si es mucha o poca la ley y las ayudas para las mujeres, es un flaco favor que nos hacemos todos. Debemos negarnos a la normalidad, a que crezca la lista de asesinadas, saliendo a las calles siempre que sea preciso, para exigir un país de igualdad plena, que nos ampare, y permita acabar con la lacra de asesinos y cobardes machistas, que parecen sentirse impunes. 

 

Se van apagando los focos informativos en torno a Laura Luelmo. Su cuerpo acaba de ser incinerado en la más estricta intimidad familiar, en una localidad onubense llamada Gibraleón. Caliente aún la indignación, cobra protagonismo el primer asesinato en este nuevo año de una nueva mujer: Rebeca Alexandra Cadete. Tengo que reconocer que hay ocasiones en que son los propios medios de comunicación, en especial las televisiones, las que roban titulares a las mujeres víctimas de la violencia de género, por la forma que tienen de fabricar información en torno a estos casos, y donde el amarillismo y sensacionalismo parecen haberse apropiado del periodismo de sucesos

Creo que los ciudadanos, en especial las mujeres, vamos por otro lado muy diferente a lo que pasa ahora con la violencia machista. Más si cabe, después de que los propios partidos políticos hayan entrado al trapo de hacer diferencias dentro de esta violencia o hablen de derogar leyes, suprimir o ampliar ayudas a las víctimas, y otras cuestiones similares de las que el lector se ha hecho igual eco que yo. Para mal, esto es lo que siempre nos ha diferenciado de países ejemplares en igualdad (los nórdicos especialmente), que no se pierden en disquisiciones estériles o largos debates que finalmente no arreglan nada. La prueba es que ahora nos queremos poner al principio de todo, al tener que escuchar que hay que derogar leyes acerca de esta violencia concreta contra las mujeres. ¡Escuchar para creer!

El caso rocambolesco es que iniciamos este nuevo año con una primera asesinada en Cantabria y, lejos de vislumbrarse señales que indiquen que el problema está controlado, se nos mete de repente en un debate absurdo sobre las medidas adoptadas hasta hoy por los diferentes Gobiernos centrales y autonómicos, que además han sido de izquierdas o de derechas, pero parecía haber unanimidad sobre no tolerar una mujer más, maltratada o muerta a manos de intolerantes totales. Lo vengo señalando en mis últimos artículos, y este es uno más a repetirlo: la intolerancia está creciendo mucho en España.

Lo vengo señalando en mis últimos artículos, y este es uno más a repetirlo: la intolerancia está creciendo mucho en España

Hace no tantos años, cuando ETA asesinaba, terminamos por quitar el miedo y salir a las calles para llamarles en voz alta ¡¡asesinos y cobardes!! Aunque lo hecho por esta banda terrorista siempre estará muy presente en la sociedad española, debemos concienciarnos de que los nuevos asesinos, cobardes, son este puñado de violentos que no tienen ningún respeto por la mujer y lo que representa dentro de cualquier sociedad moderna. Sí, vale, España tiene hoy muchos problemas, demasiados para mi gusto, y de todo tipo: políticos, económicos, educativos, culturales y sociales. Pero nada hay parecido a que alguien pierda la vida a manos de un machista, de una bestia, que no se ha enterado aún y, lo peor, no se quiere enterar, de que la sociedad no tolera desigualdad alguna, y que lo más sagrado que existe dentro de toda democracia es el derecho a la vida.

Debemos negarnos saliendo a las calles españolas (los días y las horas que haga falta), a que Rebeca Alexandra Cadete, la última mujer asesinada, primera de este 2019, sea tan solo un nombre más que incrementa la larga lista de muertas. Cuando ellas gritan “nos están matando y nadie hace nada”, lo dicen por algo, por los hechos. Es cierto que la legislación se ha desarrollado mucho en los últimos años, aunque queda la tira por hacer. Desde luego, que ahora se esté exigiendo por parte de algunos partidos nuevos la rebaja de leyes y ayudas al respecto, supone torpedear la misma línea de flotación de todo lo que se ha hecho hasta el momento contra la violencia machista, que ha llevado demasiados años, tantos como tiene nuestra democracia. En los países donde la igualdad es real, y no tienen semejante problemón machista como aquí, jamás se cuestionan rebajas legales o de ayudas a la mujer por lsas situaciones de atentados graves que sufren a su integridad.

En los países donde la igualdad es real, y no tienen un problemón machista, jamás se cuestionan rebajas legales o de ayudas a la mujer

En alguna otra ocasión ya lo he dicho. Creer en la igualdad no es subirse al carro de circunstancias políticas puntuales (nuevos partidos emergentes y su ideario) o económicas (la reciente crisis y los recortes sociales, incluida la violencia de género). En España hay un déficit de base que se llama educación y colegios y familia e igualdad. Cuando en estos días leo que el nuevo Gobierno de Brasil habla de distinguir a los niños, de azul, y a las niñas, de rosa, siento tal bochorno e indignación, que no soy capaz de expresarlo. Pero todo esto me demuestra el estado de alarma personal que tiene que ver con el hecho de que vamos para atrás, en vez de avanzar hacia la igualdad total. Sean como sean las cosas y en cada lugar, los más fuertes siempre seremos los ciudadanos para exigir el final de cualquier atentado contra la humanidad, y la violencia machista es uno de ellos. Tenemos que actuar a diario, con cada uno de nuestros gestos y afirmaciones, no solo cuando se produce una nueva muerte. Y tenemos que hacerlo saliendo a las calles para gritar, todos juntos, en contra de los asesinos-cobardes de mujeres. 

 

¡¡Asesinos!! ¡¡Cobardes!!
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