viernes. 19.04.2024

Cuenta atrás para cambios verdaderos

Puede que el coronavirus haya alterado cosas, como la Semana Santa, el verano o las Navidades, pero, interiormente a nosotros, no mucho. Siempre que el mundo vive un gran drama, lo siguiente es prometer cambios. Pronto volvemos a las maldades, que en este caso es el Covid-19. Sin tantas falsas promesas, bastaría con actuar más a menudo con algo que se recuerda mucho en estos días, tanto por la catástrofe viral como por los malos comportamientos. Ese algo es recuperar la ética en todo lo que llevemos a cabo.    

Entramos en esa última semana del año en la que los medios de comunicación hacen balance de las principales noticias acontecidas. En el resumen de este 2020 los titulares tendrían que ser coincidentes en una decena de cuestiones, porque son las que desgraciadamente vivimos. Son: Covid-19, muertes, infectados, caos, desunión, sanitarios, vacuna, ERTE, crisis económica y ayudas europeas. Ya en los subtítulos se podrán abordar otros temas, no menos relevantes, sobre manipulación de datos y noticias, el papel tan chocante que han jugado en la pandemia periódicos, televisiones y radios, y la actitud de determinados líderes políticos mundiales, con un Donald Trump a la cabeza, apeado del sillón presidencial de los Estados Unidos por méritos propios, incluida su desastrosa gestión del coronavirus, salvo para ser tratado él y su familia con remedios experimentales a los que no pueden acceder ni por asomo el resto de los mortales. 

Venga de quien venga el mensaje, congratula en este tramo final del año leer editoriales coincidentes que titulan con una sola palabra: ética. La ética nos dirige a hacer lo correcto y evitar lo dañino, actuar siempre en el terreno de lo moral, y no saltar al fango de la incongruencia, el totalitarismo, la corrupción, o la avaricia que perjudica a familias enteras, como por ejemplo son en ocasiones los desahucios. Trump merece un reproche más que espero la justicia repare en el tiempo. Antes de abandonar la Casa Blanca ha firmado una serie de indultos a familiares, amiguetes, corruptos y delincuentes. Es evidente que el magnate no fue educado en la ética y los valores democráticos, y solo espero que los ciudadanos, en los diferentes países donde se produzcan estas nefastas políticas, enseñen también el camino de salida a quienes no se comporten acorde a lo moralmente ético. 

“Venga de quien venga el mensaje, congratula en este tramo final del año leer editoriales coincidentes que titulan con una sola palabra: ética”

Hay unanimidad en torno a que 2020 ha sido un año mierdoso a dejar atrás. Pero esto es una cosa y olvidar otra muy distinta. Ha habido demasiadas negligencias mundiales en el combate al virus, y ya no es excusa alguna repetir que nadie sabría cómo actuar adecuadamente para solucionar el problema que, pese a la vacuna, se agrava con la aparición de nuevas y desconocidas cepas. El coronavirus es una gigantesca atrocidad humana y como tal debería tener una respuesta que no se demore mucho más en el tiempo. Por una parte está el recuerdo a miles de personas muertas, la situación de sus desconsoladas familias, que van a querer respuestas a sus muchas dudas. Por otra, la llegada de la vacuna en tiempo record espera de resultados positivos, pero también nos deja la pregunta de cómo es posible investigar tan rápido cuando interesa y tan lento cuando no (cáncer, enfermedades raras, discapacidades).

Cuando un país lleno de problemas, que agrava el coronavirus, responde ante semejante envite, es porque, pese a todo, su sociedad tiene conciencia de salir adelante, colaborando más que criticando. En España hemos tenido a nuestros sanitarios, pero también a otros muchos profesionales, que estuvieron al servicio de los demás, desde la misma declaración de la pandemia. Somos un país solidario, eso es indiscutible, pero también olvidamos pronto, y no sabemos reconocer como es debido lo nuestro y a los nuestros. 

"El coronavirus es ya de lo peor que hemos creado y se suma a un museo de los horrores, que existe desde que habitamos y maltratamos la tierra”

En el post-coronavirus, cuando llegue, no me atrevo a vaticinar los cambios que sufriremos, pero los habrá y serán de calado respecto a cómo vivíamos con anterioridad a 2020. Deberíamos construir una sociedad más saludable. Para el periódico en papel hermano de Diario Cantabria, me refiero a Nuestro Cantábrico, en mi último artículo anual planteo que el Covid-19 ha venido a empeorarlo todo, aunque nosotros seguimos como si nada, sin estar dispuestos a ejecutar cambios urgentes que necesitamos. Nos hundimos en la palabrería, sin llegar a nada. Por eso seguimos sin querer frenar el cambio climático. Por eso no creemos sinceramente en el desarrollo sostenible del planeta. Por eso no debería haber unos países tan asquerosamente ricos mientras otros son rematadamente pobres. Y por eso jamás afianzamos la paz, y hacemos la guerra directa o indirecta con la economía, las invasiones militares, o en el siglo actual los virus de laboratorio que se cobran miles de vidas en todo el planeta, eligiendo sobre todo a los mayores, que esperaban vivir un poco más. El coronavirus es ya de lo peor que hemos creado y se suma a un museo de los horrores, que existe desde que habitamos y maltratamos la tierra. El bicho es un ataque frontal contra todo lo que creíamos asentado, como el bienestar, y ha sacado en muchos momentos lo peor, como la insolidaridad de no seguir las recomendaciones sanitarias que eviten contagios masivos. Pensar y actuar con ética, algo nada fácil por lo que se ve, evitaría la sinrazón en la que algunos han decidido meter al conjunto del mundo. Ojalá que la cuenta atrás en la que estamos, sea solo para entrar en un nuevo año que, de todo corazón, espero sea mejor al que dejamos atrás, con miles y miles de muertos que cabe homenajear aún mejor. 

 


 

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