viernes. 19.04.2024

La esclavitud del informado

Muchos días tenemos la sensación de que nos levantamos y emprendemos un nuevo día con las mismas noticias a cuestas. Vivimos tiempos perezosos que desembocan en algo que llamo la esclavitud del informado. Queramos o no, siempre tenemos las mismas noticias. No salimos de la crisis, el paro, los desahucios, las peleas políticas y los nuevos casos de corrupción. Guste o no a los medios que trasladan estos habituales mensajes, ¡es lo que hay!

Las noticias que surgen a diario no son iguales en Manila, capital de Filipinas, que en Madrid, capital de España. ¡Obvio!, dirán ustedes con toda la razón. Pero es que a lo que me quiero referir es que aquí parece que estamos estancados siempre en las mismas noticias, desde la interminable formación de gobierno, a los casos que se suceden por corrupción, pasando por la lista de viajeros en aeropuertos y estaciones de tren, que emprenden viajes a mejores destinos laborales que lo que se ofrece aquí, ¡bien poco por cierto! El Gran Hermano diario que vivimos en nuestro país parece inmutable e invariable. Se me parece a una nueva forma de esclavitud, la esclavitud del informado. Te guste o no, te van a dar lo mismo todos los días por la televisión, por la radio o por los periódicos.

Y es que nos hemos quedado de un plumazo sin aquellas noticias que nos gustaban (progreso y desarrollo) de los años 80, 90 e incluso principios del 2000, cuando arrancó el euro. Hablando del euro, esta sí que es una noticia nueva: “Se estudia eliminar los billetes de 500 euros”. ¿Será verdad, será mentira? Veremos…, aunque la noticia me deja aún más perplejo debido a que  aseguran las autoridades monetarias (¡menuda expresión!) que el porcentaje de ciudadanos europeos que no ha tenido nunca en sus manos un billete morado de 500 es muy alto. Con lo cara que está la vida, 50 euros duran menos en el bolsillo que un caramelo a la puerta de un colegio, pero estos de 500 y 200 están ya hace tiempo a buen recaudo de los ahorradores que se lo pueden permitir. Si es verdad la noticia, ahora tendrán que aflorarlos, que se dice en el argot fiscal.

Nos hemos quedado sin noticias sobre desarrollo y progreso

Sigamos hablando de la esclavitud del informado. En estos últimos años, esta sumisión a las mismas informaciones, una y otra vez, ha tenido palabras clave. Les van a sonar, seguro, todas:: crisis, paro, recortes, ajustes, desahucios, familia, pensiones, preferentes, corrupción y elecciones. Cada una da para hablar mucho; en conjunto son una bomba; por separado, unas son menos peores  que otras, y lo malo es que, la peor como es el paro, ha llegado para quedarse durante mucho tiempo. Creo que tenemos derecho a cambiar ya de disco, que es lo mismo que decir cambiar de titulares en los medios de comunicación que cuentan las cosas a diario. Cada vez se propaga más una nueva especie social que no pone la tele, no oye la radio, ni lee ya los periódicos. Puede que sea cierto que a autoflagelarnos pocos nos ganan. El momento informativo, el ahora, se las trae. No salimos de las Cabalgatas, el cambio de calles franquistas, y hasta este buen tipo y actor que es Dani Rovira dice que no le ha traído cuenta presentar los Goya por la cantidad de insultos que ha recibido en Twitter. Pero, miren, son al menos noticias nuevas, malas para sus protagonistas, pero a fin de cuentas tenemos cuestiones distintas que sumar al sopor diario de pensar que el Telediario que veremos hoy, ya lo emitieron casi igualito ayer.

A autoflagelarnos, pocos nos ganan

Prefiero pensar que este país lo ha de cambiar la juventud de hoy. Los tics permanentes y cansinos de los que no sabemos (o no queremos) salir, puede que dentro de unos años sean cosa del pasado. Lo que pronostico no deja de ser una loa a la esperanza, ya que para dejar de hablar del paro, hay que tener trabajo; para no citar más desahucios, hay que volver a tener casa; y para dejar la crisis del todo, tiene que regresar el bullicio en las calles, los bares y las cafeterías. Los que tienen hoy el mando en sus manos deberían pensar esto mismo, porque estoy seguro de que muchos comunicadores están deseando dar noticias distintas,  buenas y felices para todos.

La esclavitud del informado
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