viernes. 19.04.2024

Machismo de pensamiento, palabra, obra y omisión

En España siempre hay una última declaración machista, que provoca rechazo e indignación, hasta la siguiente vez. Si de verdad somos el país que decimos, no debiera de haber una próxima vez. Frente al deber y la obligación de los poderes públicos en contra del machismo, destaca la labor y el coraje de muchos protagonistas anónimos dentro de las redes sociales. Ponen las cosas en su sitio cada vez que se produce un nuevo exabrupto contra las mujeres.

Mi generación se educó con el retintín de que los niños aprenden todo lo que ven a sus mayores, sea bueno o malo. Hoy es al revés, los mayores nos sorprendemos de lo que pueden llegar a saber los más jóvenes, y aunque algunos se encojan de hombros, nada más tienen que mirar hacia Internet. La democracia y las libertades son los claros aliados de idénticos derechos, y entre éstos debería ocupar la posición más alta la igualdad entre hombres y mujeres. No ocurre así de pensamiento, porque si el machismo no estuviera estacionado permanentemente dentro de la cabeza de tanto macho como anda suelto, no habría que preocuparse por sus consecuencias. La palabra, concreto más, faltar o insultar, es la demostración habitual de los exabruptos machistas, sin olvidar la escrita, porque en este país tenemos como libro de cabecera del machismo el mismísimo Diccionario de la Lengua Española. Siguiendo con el machismo en acción o su obra, es un hecho real que la mujer en el trabajo no goza de las mismas ventajas que el varón, y baste echar una mirada a la nómina mensual de unos y de otras. La omisión en el machismo yo la explico con esa forma de ser tan nuestra de querer atajar todo cuando se produce un nuevo asesinato por violencia de género, pero tras la riada de declaraciones de unos y de otros, ¡si te he visto, no me acuerdo!

El caso es que el machismo da sus coces en muchos y variados ámbitos y escenarios, desde la misma escuela, pasando por la universidad, el trabajo, los medios de comunicación, y también los gobiernos, los congresos y senados. Ningún caso de esta concisa enumeración es asumible, porque una democracia real no debe tolerar el más mínimo atisbo de machismo dentro de sus administraciones, y por parte de sus representantes públicos. ¿Cómo vas a dar ejemplo a los jóvenes, si determinados discursos políticos contienen alusiones machistas? En este país donde hay observatorios para todo, que son aprobados desde los  centros del poder, resulta que no existe un autocontrol que denuncie con total nitidez cualquier exceso que se cometa en machismo de pensamiento, palabra, obra y omisión.

¿Cómo vas a dar ejemplo a los jóvenes, si determinados discursos políticos contienen alusiones machistas?

Al tener ocasión de comprobarlo cada vez que sucede, la última machada de alguien encuentra más crítica y repulsa en las tertulias del trabajo, la calle, un café o quedada de amigos, que donde debe, por ejemplo medios de comunicación tan importantes como la tele o la radio o tribunas de oradores de las muchas que hay y de las que luego dan cuenta de lo hablado periódicos y digitales, sin dejar de apuntar las redes sociales. Se habla de lo malo de Twitter o Facebook, pero es la mejor ofensiva contra el machismo cada vez que se produce un nuevo caso. Nada más iniciar esta opinión, quizás me hubiera dado por decir que este es un país eminentemente machista, pero no sería verdad. Para demostrarlo están las redes sociales y sus protagonistas, poniendo las cosas en su sitio para vergüenza y escarnio público del que ha pronunciado la última tontería sobre una mujer, su trabajo, su relaciones, sus gustos, sus ideas y la forma de expresarlas.

“Se habla de lo malo de Twitter o Facebook, pero es la mejor ofensiva contra el machismo”

Ahora que tengo ocasión, quiero dar mi opinión sobre la grandes mentiras que hay en torno a la igualdad y sobre el machismo. Antes de la crisis era habitual leer y escuchar, especialmente en los medios, que la irrupción arrolladora de la mujer (no me gusta el término porque la mujer no tiene que aparecer en nada, porque siempre ha estado) en el mundo del trabajo, la universidad y los cargos dentro de las administraciones públicas. Bueno, pues fue aparecer la crisis y sus dramáticas consecuencias, con el paro en primer término, y llegar incluso a escuchar en voz alta que las mujeres debían abandonar su trabajo, volver a casa para cuidar a sus hijos, y dejara así paso a los hombres desempleados. El machismo o pensar que el hombre es por naturaleza superior a la mujer, no admite contemplaciones, porque es consecuencia directa de discriminación, desigualdad y violencia sexista. ¡Basta, hombre!

Machismo de pensamiento, palabra, obra y omisión
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