viernes. 19.04.2024

¿Qué ética?

¿Qué provoca que una tuitera, en un despreciable uso de su libertad de expresión, desee a una joven política que, cuando salga de la televisión donde está tertuliando, sea violada en grupo? Pues la falta de moral y valores en la que, estoy seguro, no ha sido educada la primera. Nada debe superar el derecho más elemental que tiene todo ciudadano a ser respetado. Lo pensaron los clásicos como Aristóteles, quienes nos estudiaron por dentro para luego dejarnos claro que la rabia, el egoísmo y el desprecio nos asfixia, y que el mejor antídoto es condimentar con ética  todo lo que hacemos.

Me tengo que remontar a mi juventud, cuando todavía tenía pelo, para recordar la última vez que oí en boca de un chaval que hacer tal o cual cosa no es ético. El sistema educativo español tiene muchas goteras, pero hay una muy gorda: los estudiantes salen de los colegios, institutos y universidades sin saber hablar, ni escribir, ni tener asumido un  comportamiento ético y de valores que poner en práctica en lo que vayan a hacer, incluida su futura profesión. El desconocimiento de lo que es ético y lo que no es también muy preocupante. Provoca, como sucede de habitual en este país, discriminaciones, cacicadas, injusticias, agravios comparativos y, especialmente, la acomodación social hacia la mentira. Al joven inglés, sueco o ruso le suena mucho lo de la moral, porque lo aprenden dentro de sus sistemas educativos y luego su inquietud continua con las lecturas de libros al respecto. Aquí haces una encuesta sobre quien es Bertolt Brecht, y lo mismo te salen con que es un jugador de fútbol. Aprovecho que saco al campo al gran dramaturgo y poeta alemán para recordar uno de sus geniales pensamientos: “El peor analfabeto es el analfabeto político; no oye, no habla, no participa de los acontecimientos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas”.

Un pueblo sin referente éticos, es menos pueblo. La India tuvo a su Gandhi y Sudáfrica a su Mandela

No hace falta que nadie me convenza de que un pueblo sin referentes éticos, es menos pueblo. La India tuvo a su Gandhi y Sudáfrica a su Mandela. Donald Trump se cree un visionario, pero en realidad es un telepredicador de poca monta que quiere levantar un muro entre Estos Unidos y México y devolver a todos los emigrantes a sus países de origen. El presidente norteamericano es un magnate de cuna y quiere pasar a la historia, como los presidentes esculpidos en el Monte Rushmore: Washington, Jefferson, Lincoln y Roosevelt. ¡Ya veremos a dónde nos lleva su política, tan falta de ética y  valores, por lo que vamos viendo hasta ahora! Tampoco olvidemos que millones de norteamericanos han sentado a Trump en el Despacho Oval de la Casa Blanca y que, como él, piensan lo mismo sobre migración, igualdad, xenofobia, solidaridad, medio ambiente, política o economía, donde lo primero es América para los americanos, al más viejo estilo de la Doctrina Monroe, otro presidente norteamericano allá por 1823 (ósea, vuelta atrás).

¿Qué provoca que una tuitera escriba sobre una joven política que ojalá la violen en grupo? Pues el odio

Europa también tuvo a sus padres constituyentes, y el mejor legado ético y moral que nos dejaron fue el de los Estados del Bienestar. No voy a decir que todo esto haya muerto, pero sí que se ha ido al carajo. A Europa le faltan hoy valores, creer en sí misma y recuperar los principios que la alumbraron. No hay peor ciego que el que no quiere ver, y hay ocasiones en que el desorden proviene de los empujones, que es lo mismo que imponer el egoísmo por encima de todo lo demás. Lo malo que pasa se achaca en muchas ocasiones a lo que se conoce como pasividad civil. Reaccionar al paro, a la crisis, a los desahucios, a los desmanes de la banca, a la desobediencia del gobierno catalán, al futuro de los jóvenes. Evidentemente, la relación es mas amplia. Aunque, desde mi punto de vista, todas tienen en común la indiferencia que provoca la falta de unos valores que empujen a actuar. Por favor, no confundamos valores con ideas, porque los valores, como la democracia, la igualdad y la justicia, siempre están por encima de todo, sea el que sea el contexto, y sea la que sea la circunstancia concreta. Al fin y al cabo,  es la opresión, en la forma en que se produzca, la que cabe siempre erradicar (y es mejor que piensen en la peor opresión posible, como la pobreza o el hambre). Cuando no hay una educación en valores y moral, lo que más peligra es el respeto. Lo percibo a diario, y señalemos casos concretos como el siguiente: ¿Qué provoca que una tuitera escriba sobre una joven política que ojalá que al salir del plató de televisión donde está debatiendo con otros invitados la violen en grupo? Pues el odio, y la falta total de una moral obligada, sí obligada, porque esa moral sustenta la convivencia y evita todos los malos rollos en las que nos metemos de habitual. El mundo va hoy como va porque decrecen los derechos económicos y sociales y con ello la gente vive mucho peor. ¡Oquei! Pero antes de estas culpas está la gran irresponsabilidad de educar sin esfuerzo, sin valores, y sin asegurar el debido respeto mutuo. Esto es lo que produce el laberinto de desorientación en que estamos atrapados.

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