viernes. 26.04.2024

Quince días que cambiaron España (y el mundo)

Reflexiones desde casa. Día 15.

En un periodo de la historia tan estrangulador, se me hace pertinente comentar que no sugestiona lo mismo el número 15 en nuestro idioma, que pronunciarlo por esta pandemia y su confinamiento en italiano (quindici), en alemán  (fünfzehn), en francés (quinze) o, finalmente, en inglés (fifteen). Las estadísticas por el coronavirus de muertos, contagiados o curados son diferentes, según se trate de algunos de los países citados. He empezado por España, donde el presidente es Pedro Sánchez, el país vecino lo dirige Emmanuel Macron, el presidente italiano es Giuseppe Conte, Ángela Merkel no necesita presentaciones y el mismo camino lleva Boris Johnson. Aunque todos ellos serán conocidos como los dirigentes del coronavirus. Hasta hoy, día 15 del “Quédate en casa”, cada uno de estos países hace lo que puede frente al Covid-19, y lo que más inquieta, al menos a mí, es que no hay una unidad de acción mundial que esté certeramente coordinada por la ONU y la OMS, la Organización Mundial de la Salud. Como sucede en España, las sociedades civiles, es decir, nosotros mismos, somos el arma más poderosa anti virus, y sale lo mejor en momentos tan duros, con la solidaridad a la cabeza que no para, por ejemplo, de fabricar mascarillas en casa o en empresas que hasta la crisis sanitaria se dedicaban a otra cosa. Creo que el bosque no deja ver los árboles. El auténtico cuerpo de élite contra el coronavirus están siendo nuestros sanitarios. Con lo poco que se conoce de la pandemia, son absolutamente conscientes de que les puede llegar a suceder a ellos, contagiarse, pero ahí están, dándolo todo. Cortos se quedan los aplausos que les hemos dado cada día de estos primeros quince de confinamiento obligado, ahora que nos disponemos a atravesar la segunda quincena, y ya veremos lo que se decretará cuando termine la fecha marcada del 11 de abril de 2020, como final del estado de alarma. Lo reconozcamos o no, nada será igual. Porque  estos quince días de mitad a final de marzo lo han cambiado todo en España y en el mundo. El optimismo que casi obligadamente hay que sentir y desprender (solo hay que ver las televisiones y sus principales presentadores, algo de lo que poco a poco me voy curando), no impide que la balanza caiga más del lado de la incertidumbre que de las certezas.

Nota: Escrito en Santander, el lunes 30 de marzo de 2020. En este día, por wasap, el joven Pablo Linares Salcines, un cántabro de 11 años, que cursa 6º de Primaria en el Colegio Friedrich-List-Gymnasium, localidad alemana de Asperg (y juega muy bien, de delantero centro, en el equipo de fútbol TSV Schwieberdingen), me cuenta su trabajo, un diario titulado “COVID-19 Tagebuch”. Aquí va un extracto de lo que será un sobresaliente: “Alemania tenía un pedido de 6 millones de mascarillas, encargado a una empresa africana. Debería haber llegado a su destino el 20 de marzo, pero no ocurrió. Se pierde la pista al pedido en el Aeropuerto de Kenia. Las mascarillas tienen hoy más valor que el oro”, zanja Pablo. Lástima que nuestros dirigentes piensen antes en comprar lingotes de oro, en vez de mascarillas, batas desechables o respiradores.

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