sábado. 20.04.2024

Valdecilla 44 (y II)

Todo lo que demandan quienes mejor conocen el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, sus profesionales, es razonable. El Estado tiene con la autonomía una deuda de 44 millones de euros correspondientes a la finalización de las obras por levantar los nuevos edificios de este magnífico complejo sanitario, que cada año sube puestos entre los mejores hospitales públicos españoles. Siendo así, no puede estar sometido a este tipo de vaivenes, ni tampoco a la falta del personal necesario que contribuya a mantener este buen nombre, hoy, mañana y de cara al futuro.

Valdecilla, 44, no es la dirección postal del hospital de referencia de Cantabria, y uno de los más importantes de España. Más bien, el número se refiere al pago pendiente por parte del Estado del dinero comprometido para llevar a cabo en su día la tercera fase del Plan Director de Valdecilla. Quien lo diría: para los signos del cosmos, el número 44 simboliza orden, justicia social, y un ejemplo de actuación que guía el buen camino a seguir por los demás.

El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla acabó 2017 en el puesto 16 de los mejores hospitales públicos españoles. Si tenemos en cuenta que por delante solo tiene a centros asistenciales de grandes capitales como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla, la valoración del centro cántabro tiene un gran mérito. Además, ¿qué diferencia a Valdecilla de hospitales como La Paz o el Gregrorio Marañón de Madrid o el Clinic o Vall d'Hebron de Barcelona? Pues que estos últimos no están pendiente de pagos atrasados por parte de nadie, algo fundamental que no obstaculiza su desarrollo o disminuye su capacidad asistencial.

Valdecilla solo tiene por delante a hospitales de grandes capitales como Madrid o Barcelona, algo que tiene un gran mérito

Tendemos a hablar y alardear de Valdecilla como una de las vacas sagradas de la Comunidad Autónoma de Cantabria. Pero luego somos incapaces de mantener a este complejo sanitario de primera fuera del debate político-social-económico, generador de consecuencias que pueden contribuir a lastrar un desarrollo, una proyección nacional e internacional, que los componentes del equipo humano médico de antes y de ahora (sin olvidar ningún servicio) han contribuido a situar dentro de este panorama general de reconocimiento a lo que es y supone el Marqués de Valdecilla. El centro es referencia mundial en trasplantes; y nadie le tose en especialidades como Radiodiagnóstico, Cirugía General y del Aparato Digestivo, además de Neumología.

Seguro que si hacemos un estudio comparativo sobre el cómo y el por qué de los diez primeros hospitales públicos españoles nos encontramos, de entrada, con una mayor dotación en personal. Así es: medios y tecnologías no son el problema de un sistema sanitario nacional que, pese a la insistencia de los recortes de la crisis y la postcrisis, es un ejemplo dentro y fuera de Europa. Lo que ha sufrido de manera extraordinaria en el peor momento de esta crisis tan longeva es sustituir al personal jubilado, aumentar plantillas en los servicios sanitarios más necesitados, y cubrir bajas y periodos vacacionales y de mayor riesgo pandémico como merecen estas situaciones de riesgo para los pacientes y colapso para hospitales y ambulatorios. No hay un razonamiento aplastante a si estamos mejor tras la crisis, porque las infraestructuras públicas del Estado de Bienestar, dependientes del Estado y de las Comunidades Autónomas, están tocadas aunque sea muy difícil encontrar reconocimientos oficiales al respecto.

Hay que sentar las bases hoy para que dentro de 50 años se siga escribiendo en letras mayúsculas la historia tan brillante de Valdecilla

Valdecilla ha superado etapas, incluida la última que ha colocado al hospital dentro de esa difícil cohabitación de algo convertido en público-privado. En la actual Europa, mucho menos solidaria, se trabaja desde la idea de que para el mantenimiento de las ventajas sanitarias, asistenciales a la dependencia, de pensiones o desempleo, hay que dar entrada a un capital privado que se encargue de determinados servicios que siempre han estado a cargo de los presupuestos generales de los gobiernos. Así, se nos dice que disfrutemos de la sanidad pública, pero con la recomendación machacona de contratar al tiempo un seguro médico privado. Así, se da vueltas y vueltas al el futuro de las pensiones, mientras se desliza permanentemente desde las altas instancias que hay que hacerse un plan de pensiones que contribuya a asegurar mejor nuestro futuro. Tras este lenguaje tan enredado hay una falta de verdad sobre hacia dónde va el bienestar, y poder asegurar todo lo que ahora disfrutamos a las jóvenes generaciones. Aquí entra Valdecilla y un decidido, continuado y preciso apoyo, pensando siempre en el mañana, y en el hospital de referencia que siempre puede ser. No es admisible mantener deudas con la terminación del Valdecilla actual, porque es un mal antecedente sobre lo que podemos esperar acerca de mantener al complejo sanitario cántabro dentro del mejor ranking nacional hospitalario. Nos podríamos perder en todas y cada una de las necesidades que pueda tener ahora el hospital. Seguro que son reales y, por lo tanto, necesarias de solucionar, atajar o acometer. Porque la visión que debemos tener siempre hacia lo mejor que hemos logrado es sentar las bases hoy, para que dentro de 25, 50 o 100 años, quienes nos sucedan, puedan seguir escribiendo en letras mayúsculas la historia tan brillante atesorada hasta este 2018 por el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla.

Valdecilla 44 (y II)
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