viernes. 19.04.2024

¿Valdecilla a la cabeza, o no? (I)

Cada país tiene su peculiaridad respecto a lo que presentar como mayor logro dentro de su Estado de Bienestar, y el nuestro es, hoy por hoy, la sanidad. El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla puede ser un claro ejemplo de diagnóstico reservado, porque exigimos todo de este referente sanitario, necesitado de más recursos humanos. Como pacientes, deberíamos hacer un reconocimiento explícito al esfuerzo de sus profesionales, y a las posibilidades reales de recibir buena asistencia sanitaria, sin exigir una perfección absoluta que, de no darse, encuentra la crítica inmediata, ¿o no?.

Si algo representa y garantiza un estado de bienestar, ese algo es un buen hospital. El bienestar personal pasa a mayúsculas cuando se aborda el Estado de Bienestar y se juntan tres palabras que vienen a explicar la seguridad que debemos de tener hacia el país en que vivimos, capaz de mantener una asistencia pública, pongamos por caso la sanidad, citemos cubrir el desempleo y planteo también facilitar un alquiler de viviendas que se acomode a lo que necesitan nuestros jóvenes en su viaje hacia la independencia de sus progenitores. Muy pocos saben, y me sumo, que el término Estado de Bienestar surgió a finales de los años veinte del siglo pasado. Tampoco es de extrañar el desconocimiento de este dato, si tenemos en cuenta que por aquellas fechas, en concreto en 1929, se produjo la Gran Depresión y los arruinados se tiraban al vacío por las ventanas de los rascacielos neoyorquinos. El origen del concepto es norteamericano, “New Deal”, un país en el que, si no tienes seguro médico, no te atienden y te echan de cualquier hospital. La expresión fue a más en todos los aspectos cuando Suecia, ya en Europa, la bautizó como “WelfareState”, y así se explica la sanidad universal.

“Si algo representa y garantiza un estado de bienestar, ese algo es un buen hospital”

Como esos programas informáticos infalibles, que siempre tienen una puerta trasera para el acceso de los malos, la del Estados de Bienestar son las crisis económicas y los hombres de negro enviados desde el Fondo Monetario Internacional para demoler lo que cargue en exceso los presupuestos de los países pertenecientes a dicho organismo. De ahí que estos acechadores pusieran en práctica en 2007 atajar el último gran bache financiero mundial echando la mano al cuello del Estado de Bienestar, hasta estrangularlo. Pagó el pato primeramente la sanidad, se cebó con la educación y se terminó bajando el sueldo a todos, menos a los de arriba. En este y otro segundo articulo voy a pararme en la situación actual del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander, y los avatares anteriores y actuales que hacen de este icono sanitario un centro de mayor o menor referencia nacional y de mayor o menor referencia internacional. ¡Veremos!

Como en otros tantos hospitales del denominado Sistema Nacional de Salud, existen diversos diagnósticos cuando un paciente acude a urgencias. Su estado puede ser calificado como un problema agudo de salud (de corta duración), un problema de salud no agudo que entraña gravedad en si mismo, y terminamos con una tercera posibilidad de un problema de urgencia dudosa, de esos que abundan tanto en la actualidad, hasta llegar a colapsar de continuo las consultas médicas de hospitales y ambulatorios. Me llama la atención la explicación que el lenguaje médico da a los problemas que denomina como subagudos, en los que el mal tratamiento previo o su total ausencia ha permitido la evolución del problema a un estado en el que, si no se actúa con diligencia, poco se podrá hacer. ¿Cuál de estos estados cabe aplicar, no a los enfermos ingresados en Valdecilla, sino al hospital en sí? Mucho me temo que la respuesta se dividirá, dependiendo del grupo interesado en aportar su opinión dentro de una lista (me recuerda a lo de la lista de espera)  en la que aparecen la  política y sus gestores sanitarios, los profesionales, los sindicatos representantes de los trabajadores, los pacientes fijos y, finalmente, los usuarios esporádicos de consultas, análisis clínicos y utilizar en un momento dado las Urgencias de Valdecilla.

De entrada, hay una pregunta incómoda, pero que viene muy a cuento por la falta total de concienciación sanitaria que tiene la población, algo que hace que nuestro grado de exigencia desemboque por momentos en total intolerancia. Esta pregunta es: ¿Qué esperamos siempre de Valdecilla? La respuesta es bien clara, todo, esperamos todo. Y no puede ser así. Un hospital acoge a seres humanos, atendidos por otros seres humanos, cuyo trabajo, dotado como está dotado con un Estado de Bienestar muy tocado, hay que saber valorar. Los ciudadanos deberíamos saber y asumir que el personal de Valdecilla está desbordado, unido a una ansiedad laboral que proviene de diferentes situaciones laborales que no reciben solución alguna, pese a la urgencia aplicar un tratamiento. El Valdecilla actual sigue siendo un gran hospital, vale, pero su mayor y mejor valor es el gran equipo humano que lo integra, al que creo honestamente que no se cuida lo suficiente.

“Los ciudadanos deberíamos asumir que el personal de Valdecilla está desbordado por diferentes situaciones que no reciben solución”

La sanidad, como la misma enfermedad, siempre encuentra en la excusa y la culpa ajena la respuesta socorrida a toda crítica. Cuando más se lamenta el enfermo es con el diagnóstico: “¿y si hubiera dejado de fumar antes y cuidado más?”. En Cantabria, como en el resto del país, tenemos una tendencia natural a valorar lo nuestro poco o nada. Tener lo mejor es luchar por ello, y aquí no se hace porque impera un conformismo pandémico. El Hospital Valdecilla es de lo mejor que tenemos, pero se necesita una conciencia social para defender y atajar sus crecientes problemas, que aumentan como el overbooking de pacientes que acuden a la avenida de Valdecilla, número 25, y que esperan siempre la atención rápida, la cama rápida, la visita médica rápida y la presencia inmediata de la enfermera cuando es requerida. A fin de cuentas, siempre nos hemos jactado de que este gigante de la salud es ejemplar, y los usuarios quieran comprobarlo sin demoras, aunque la defensa de la buena sanidad pública abunde por su ausencia. Y es que entre los pacientes, doy el primer paso adelante, cada vez se estila más la exigencia por la exigencia, que el adiós y gracias tras ser atendido y curado, algo que, en esencia, es lo fundamental en el guión del Estado de Bienestar.

¿Valdecilla a la cabeza, o no? (I)
Comentarios