viernes. 19.04.2024

Aquellos bares cuyo recuerdo sigue acompañándonos

Bares, sí, lugares de reunión y de encuentro que lamentablemente ya no están con nosotros pero el sabor de sus raciones y bebidas permanecen en nuestro recuerdo.

Diréis que soy un poco borrachuzo pero hoy, no sé por qué, vienen a mi memoria algunos bares de aquellos que por desgracia han cerrado y ya no podemos visitar.

Aquellos barucos de pueblo con buena solera y con aquellos carteles de “prohibido cantar mal”, que siempre me han hecho mucha gracia.

Aquellas botellas de Calysay, Benedictine y anisados que estarán en muchas estanterías todavía y por supuesto la botella de Ricard, que eso no lo bebía nadie.

En Santander, el Río de la Pila, los bollos preñaos y las empanadas deliciosas del Cantabria, y las sangrías que no sé por qué se llamaban “chismorros”

Aquellas tabernas que te servían en la hora del vermut Bitter Cinzano… ¡qué horror!

En Solares parada obligada en el Abisinia, aquel “calobro” que sabía delicioso y las aceitunas y anchoas que Cionin y Berto, padre e hijo, nos servían… ¡qué recuerdos!

En Santander, el Río de la Pila, los bollos preñaos y las empanadas deliciosas del Cantabria, y las sangrías que no sé por qué se llamaban “chismorros”, eran servidas en jarra de barro en “el Susto” de la calle Bonifaz.

El porrón de vino de coco en el Panel con el semáforo que advertía si el servicio estaba ocupado o libre subiendo las escalerucas.

El Levis en San Martin, el Mesón el Martillo con aquel chorizuco frito tan rico.

Bares, sí, lugares de reunión y de encuentro que lamentablemente ya no están con nosotros pero su recuerdo y el sabor de sus raciones y bebidas siguen acompañándonos.

Bares… qué lugares como cantaban los Gabinete Caligari.

Aquellos bares cuyo recuerdo sigue acompañándonos
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