jueves. 28.03.2024

Un clip entre las llaves

Imagino a Gema Igual recorriendo el edificio y probándolas en las puertas para ver si están todas, escogiendo qué va a poner en cada cuarto y viendo cuál se queda para ella.

El 28 de diciembre le dieron a la alcaldesa Igual las llaves del Banco de España en Santander. Llevan años diciendo que van a hacer allí un museo, una especie de sucursal del Reina Sofía. Supongo que habrán firmado los papeles de la cesión, y que lo de las llaves sea una representación para la foto. Desde luego que queda mejor eso que un acto de escrituras ante un notario. Solemos tener de los notarios una imagen en gris marengo, cuarteada y triste. Esto de las llaves parecía más alegre, y absolutamente alegórico. Dos señoras y un manojo de muchas llaves, como cuando te vas a vivir de alquiler y el casero te va dando la del portal, la del buzón, la de casa, las del acceso hasta el garaje, el mando del garaje, la del trastero, la del patio interior, la del cuarto de contadores y otra más que no se acuerda de dónde es, pero por si acaso. Imagino a Gema Igual recorriendo el edificio y probándolas en las puertas para ver si están todas, escogiendo qué va a poner en cada cuarto y viendo cuál se queda para ella.

Muchos guiones personales están sujetos por clips, que no siempre impiden que se escapen las hojas que sujetan. Ni las llaves

En el racimo de llaves de la foto se ve una que está unida al todo con un clip. Quizá es la que no saben qué abre, o esa que a veces aparece en el fondo de un cajón cuando vacías un escritorio. Esa llave con su clip es la metáfora ideal del arte del desastre anticipado. También la de la burocracia aprovechada para una foto con la que venderse. Los clips se usan para sujetar papeles, que amarillean con el tiempo, como las fotos y los que salen en ellas. Y cuando el clip no es de calidad, se acaba oxidando por la humedad del ambiente, dejando una mancha en el papel. Como las fotos, que a veces se convierten en el lamparón de hierro de la historia del que sale en ellas. Porque muchos guiones personales están sujetos por clips, que no siempre impiden que se escapen las hojas que sujetan. Ni las llaves.

Hacerse con las llaves del Banco de España es también la ensoñación de mucha gente. El imaginario colectivo lo tiene convertido en fabricante de dinero y guardián del oro nacional. Igual puede ahora, con las llaves, acceder a los sótanos donde la gente se imagina las máquinas de hacer billetes, y a la caja fuerte donde los lingotes de oro podrían apilarse brillantes como el sol. Quizá la llave del clip es la de alguna de las cajas de la cámara donde algún truhan ha tenido escondido un diamante robado, o donde han dormido el sueño de los justos oscuros secretos de espías de la Guerra Fría. Quién sabe si va a tener la alcaldesa la oportunidad, con tantas llaves para usar, de redimirse como gestora más bien mediocre descubriendo alguna cosa importante olvidada al desalojar el edificio.

El manojo de llaves, la llave del clip, el clip, el Banco de España, Gema Igual... Da para una novela negra. O para una comedia bufa. Lo del anillo cultural ha sido la excusa para tomar posesión de un edifico singular pero vacío, con muchas ideas para ocuparlo pero sin dinero para hacerlo (qué paradoja, siendo el Banco de España), con demasiadas cerraduras a la vista de las llaves, con un clip entre los eslabones de guarda, y con Igual agarrando el manojo para tomar posesión. Qué puede salir mal, en este laboratorio de ocurrencias sobre la marcha que es Santander y sus sonrientes dirigentes. Nada. O todo. La suerte queda a la suerte, como le pasa a la llave sujeta con el clip, que puede escurrirse del llavero con la facilidad con la que lo harían unos folios al viento sujetos de aquella manera. O con la que Igual lleva metiendo la pata desde que heredó la alcaldía. Ojalá que ahora que hereda unas llaves y sus cerraduras, y el clip que sujeta una de ellas, las cosas pinten diferentes. Quizá del verde de los billetes...

Un clip entre las llaves
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