lunes. 29.04.2024

María José Sáenz de Buruaga ha presentado este viernes el organigrama del que será el primer Gobierno de Cantabria presidido por una mujer. Lo ha hecho en una rueda de prensa en la que también ha avanzado que no existirá un cargo de vicepresidente ni un portavoz oficial (esta última tarea la ejercerá ella misma). La líder del PP cántabro culmina de este modo una trayectoria política que podría definirse con la palabra paciencia. Paciencia no solo con los resultados electores adversos que ha vivido hasta esta última cita electoral, sino con los órganos de dirección de su propio partido.

Y es que la presidenta ‘paciente’ ha vivido épocas muy difíciles dentro de las siglas que ahora dirige en la región. Entre los hechos más recientes destaca lo ocurrido en 2019, cuando ya era presidenta del PP. En aquel momento, el líder de la formación conservadora en España era Pablo Casado, quien optó por una estrategia en la que colocó a la deportista y medallista olímpica Ruth Beitia como candadita a disputarle la Presidencia de Cantabria a Miguel Ángel Revilla. Lejos de enfrentarse a tal decisión, Buruaga aceptó lo ocurrido y no levantó la voz.

El anuncio de Ruth Beitia se produjo un 7 de enero de 2019 tras una reunión entre el PP de Cantabria (representado entonces por Buruaga; la actual presidenta del Parlamento cántabro, María José González Revuelta; y el portavoz del PP en la Cámara autonómica, Íñigo Fernández) y el PP nacional. Ya entonces fue una decisión muy tensa, ya que la dirección estatal pasó por encima de la autonómica. Hay que recordar que en las primarias del PP, Sáenz de Buruaga apoyó a la candidata Soraya Sáenz de Santamaría, que fue derrotada por Pablo Casado.

Sin embargo, esta tensión no duró mucho. A finales de ese mismo mes de enero la propia Beitia renunciaba a la candidatura después de algunas desacertadas declaraciones que la pusieron en el epicentro de todos los focos mediáticos. Su retirada obligó a Casado a cambiar de planes, pidiéndole a Buruaga que asumiera esa candidatura y dándole “plena autonomía para todo”, como anunció en aquel momento. Según Sáenz de Buruaga, “no hay condiciones, ni peticiones”, y en ningún momento se sintió “plato de segunda mesa”.

En aquella cita electoral, la líder del PP autonómico no logró los votos suficientes para gobernar, viviendo los últimos cuatro años en la oposición y repitiendo como candidata en 2023, cuando sí ha sido la lista más votada. La abstención del PRC le ha permitido materializar el Gobierno de Cantabria que hoy se ha presentado.

DISPUTA CON DIEGO

Lo ocurrido con Beitia reabrió en el PP cántabro la brecha que se produjo en 2017, cuando Buruaga disputó la presidencia del partido autonómico al entonces presidente Ignacio Diego. Ella logró imponerse en las primarias por cuatro votos, lo que generó que numerosas voces se alzaran por un resultado tan ajustado.

La disputa entre Buruaga y Diego tuvo una repercusión mayor de la que habitualmente pueden tener unas primarias debido a la relación existente entre ellos. Y es que buena parte de la carrera política de la actual presidenta autonómica está vinculada a la de Diego.

Buruaga fue secretaria autonómica del PP cántabro en 2004 de la mano de Diego, que fue elegido como presidente de la formación conservadora. Desde entonces, el segundo confió en la primera para acompañarle en sus intentos de lograr el Gobierno regional, algo que ocurrió en 2011, cuando Diego la nombró su mano derecha, ejerciendo como vicepresidenta y consejera de Sanidad y Servicios Sociales entre 2011 y 2015.

Bajo su mandato se adjudicaron las obras del nuevo Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, lo que conllevó la privatización de los servicios no sanitarios del mismo, que quedaron en manos de Ferrovial. El director general de Valdecilla en aquel momento fue César Pascual, que este viernes ha sido anunciado como consejero de Salud del nuevo Ejecutivo cántabro.

Buruaga, la presidenta ‘paciente’
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