sábado. 27.04.2024

La Constitución y los Derechos Humanos, vacunas contra los intolerantes

Este amplio articulado tiene pros y contras, entre estos últimos, cuando se baja al detalle en la regulación, es más fácil quedar en evidencia y en menos tiempo.

La Constitución cumplía hace unos días 43 años y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, solo cuatro días después, ha cumplido este viernes 10 de diciembre 73. Ambos textos son la base de nuestros derechos fundamentales que por ahora, a pesar de sus achaques gozan de buena salud, aunque mejorable. Ambos textos necesitan una revisión, pasar la ITV y algún retoque estético y de más profundidad, para adaptarlos a la situación actual, aquello de que "una mano de pintura no vendría nada mal".

La Constitución a pesar de ser mucho más joven, tiene artículos donde se nota mucho el paso del tiempo. Aunque es una de las más prolijas; no llega, ni con mucho, a los 500 artículos de la constitución de la India, sin embargo,  con 169 es de las de mayor extensión de occidente.  Este amplio articulado tiene pros y contras, entre estos últimos, cuando se baja al detalle en la regulación, es más fácil quedar en evidencia y en menos tiempo.

Después está la falta de flexibilidad para su modificación, la torpeza de nuestros legisladores para llegar a un mínimo consenso, con el fin de mejorar y adaptar la misma a la realidad de su tiempo.  Cuando una norma queda inscrita en una placa de hierro inamovible, esta se puede oxidar, si no se realiza la limpieza y mejoras necesarias. 

Se pueden subscribir aquellas, ya lejanas, palabras de López Garrido "si no se cambia nada, de golpe y porrazo, puede cambiar todo. Hoy en día la mejor forma de defender la Constitución es reformándola".  Mientras en los países de nuestro entorno como Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos... cuidan su carta magna, introduciendo las adaptaciones necesarias, nosotros nos somos capaces ni de corregir errores groseros. En España durante las más de cuatro décadas de vigencia de nuestra norma suprema solo se han realizado dos modificaciones  ambas impuestas por la Unión Europea. Nos lo han vendido como cambios por imperativo legal.

Hay otras dos propuestas de reforma que ya  tienen un amplio consenso, como son las del artículo 49, en lo referente a actualizar los términos con las que se refiere a las personas con discapacidades y, el artículo 57, que todavía en estos tiempos, tenemos en nuestra constitución la prevalencia del varón para acceder a la Jefatura del Estado "en el mismo grado, el varón a la mujer". Esto es para no creer, pero, sin embargo, y para vergüenza de nuestros legisladores es una realidad.

Más parecen una declaración de buenas intenciones que unos derechos positivos de posible aplicación.

Si en estos temas menores, los grandes partidos, no son capaces de efectuar las correcciones pertinentes, cómo para pedirles que entren en reformas más profundas. Hay materias francamente mejorables entre  ellas pueden estar: el tema territorial, la configuración del Estado, la reforma del Senado como cámara territorial, y sobre todo derechos sociales, que actualmente más parecen una declaración de buenas intenciones que unos derechos positivos de posible aplicación.

Entre abrir el melón de una nueva etapa constituyente y realizar las reformas constitucionales tan necesarias, sin duda, hay un gran trecho, y una gran irresponsabilidad de quienes mandan en nuestro país y prefieren mirar para otro lado. Hay una oposición que parece usar la constitución como arma de confrontación, algo totalmente contrario al espíritu de la misma, que busca la concordancia y convivencia entre todos.

Por otra parte, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es mucho más escueta, 30 artículos que desgranan nuestros derechos fundamentales, inspirando a nuestra Constitución, tanto en el título I. "De los derechos y deberes fundamentales", como su incorporación al derecho positivo, a través del artículo 96 de la misma, que incluye en nuestro derecho los tratados internacionales debidamente firmados.

Esta declaración universal es lo más parecido a una constitución global, a la cual hay que reconocerle que ha abierto importantes caminos para que podamos tener  una vida más justa, más digna.   Así en su artículo primero deja claro que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros". De ello se desprende la necesidad de que todos los países, se unan con un fin común,  lograr la paz social, una vida digna y justa para todos los ciudadanos.

Son innegables los avances obtenidos desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948. Antes, las violaciones de los Derechos Humanos eran consideradas temas internos de los  distintos países, actualmente, la presión social y los cambios legislativos han conseguido que cada vez haya menos impunidad, aunque todavía queda un largo camino a transitar. 

La preocupación está sobre todo en el incumplimiento de estos derechos fundamentales por países, organizaciones, empresas, por aquellos que tienen poder para imponer. De esta forma, la realidad es que hay lugares donde los mismos están siendo claramente violados. Pensar en el cumplimiento de esta norma cuando muchas personas ni las conocen, ni saben cuáles son sus derechos, es complicado poder ejercitarlos.

No hace falta irse al África profunda, o a otros puntos lejanos para encontrar lugares donde los Derechos Humanos no se respeten

Ahora bien, no hace falta irse al África profunda, o a otros puntos lejanos para encontrar lugares donde los Derechos Humanos no se respeten, a veces muy cerca de nosotros, llaman a la puerta y la respuesta es un muro de silencio, de indiferencia, no siempre  acorde a estos derechos humanos, aunque también en el interior se pueden encontrar situaciones de explotación, e injusticias que merecen la protección de estos derechos.

Por todo ello, sigue siendo necesaria su divulgación y la vigilancia del cumplimiento de estas normas que contienen nuestros derechos fundamentales. Nunca está de más recordar que vivimos en esta aldea global, donde todos somos iguales y debemos convivir bajo las mismas reglas y disfrutar de los mismos derechos básicos.

No estaría nada mal que desde la ONU y tomando como base los Derechos Humanos se realice un nuevo contrato o pacto social con vigencia para todos. Estos derechos deben ser un mayor escudo contra posibles injusticias y para conseguir la utopía de ese mundo más justo con el que tanto soñamos. 

La Constitución y los Derechos Humanos son esas vacunas que nos pueden inmunizar contra las injusticias y la intolerancia e incluso contra los sueños totalitarios de algunos que añoran negros pasados. Así y con el fin de dar algunos pequeños pasos aunque sean simbólicos, estaría bien impulsar que en todo el mundo el 10 de diciembre fuera la fiesta que nos recuerde algo tan básico como que todos somos, simplemente, iguales. 

 

La Constitución y los Derechos Humanos, vacunas contra los intolerantes
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