jueves. 16.05.2024

El paro nos está destruyendo

Una de cada cuatro personas en edad de trabajar no pueden, y de los que están en activo son muchos los que tienen como compañera de trabajo la precariedad. Es muy poco lo que se está haciendo por mejorar o cubrir las necesidades básicas de las familias, hay informes de importantes organismos internacionales sobre la pobreza en España que son para sentir vergüenza.

Estos días coincidía con una antigua amiga, hacia muchos años que no coincidíamos. La conversación de las típicas y tópicas, "¿qué tal?, dame la versión corta, que tengo prisa". En fin, lo clásico hasta que me empezó a contar la situación que vive su familia, con todos sus miembros en el paro. Como han pasado de trabajar ella y su marido, de vivir de una forma que llamamos normal, pagando sus facturas, teniendo esos 15 días de vacaciones, comprando ese capricho en rebajas,  a estar los dos en el paro y tener que vivir de lo que les dan sus padres. Como muchas veces la convivencia se vuelve tensa e insostenible, la impotencia, junto con la angustia invade muchos días las situaciones más cotidianas, como lo importante es qué hacer para llegar a fin de mes, poder pagar el agua y la luz. Me cuenta con cierta vergüenza que deben varios meses de Comunidad, para ellos el simple hecho de ir a comprar algo para comer se ha convertido en todo un problema.

Vivir de los demás y con tantas estrecheces crea una atmósfera irrespirable, donde las acusaciones y sentimientos de culpa se turnan, y donde se tiene más miedo al mañana que al hoy. Esperando esa llamada, de alguna de tantas empresas donde has llamado a su puerta pidiendo cualquier puesto de trabajo, así pasan los días, los meses e incluso años y el trabajo no aparece, los amigos siguen con su rutina, y tú te vas quedando al margen, porque no puedes seguir su camino.

Vivir de los demás y con tantas estrecheces crea una atmósfera irrespirable, donde las acusaciones y sentimientos de culpa se turnan, y donde se tiene más miedo al mañana que al hoy​

A tus hijos no sabes muy bien como explicarles que sus padres no tienen trabajo y los demás sí, ellos tienen dinero para comprar lo necesario e incluso algo más, y sin embargo tú no puedes. Quizás una de las mayores impotencias es ver sus caras, sus necesidades, así el sentimiento de fracaso te va destrozando por dentro, haciendo irrespirable la atmósfera en que te mueves, a veces has llegado a pensar auténticas locuras.

Mientras esto sucede en muchas familias de nuestro país, aquí, a nuestro lado, es nuestro familiar, nuestro amigo, nuestro vecino. Sin embargo, llevamos meses o incluso años hablando de otros temas,  de ellos, los responsables que tiene dirigir este país, los que hemos elegido, se supone, para al menos intentar solucionar los problemas importantes, viendo como éstos los han conseguido pasar a un segundo plano, los han disuelto entre una nube de humo, con enfrentamientos por el poder, todos pendientes de un Comité Federal, de una Investidura,  de un juicio con nombre alemán,... De todo ello se ha hablado y llenado más páginas y horas en diferentes medios en los últimos días, que de la situación laboral de los españoles en los últimos años.

Ver como algunos presumen de creación de empleo, de una mejora de la economía como el nuevo milagro español, te puede revolver algo en tu interior, ¿quién le cuenta esto a nuestra amiga?. En este país se pasa del negro al blanco si matices, hay una realidad que no se puede, ni debe ocultar, tenemos un grave problema, no somos capaces de generar una actividad económica que permita a muchos ciudadanos tener una vida digna.

A tus hijos no sabes muy bien como explicarles que sus padres no tienen trabajo y los demás sí, ellos tienen dinero para comprar lo necesario e incluso algo más, y sin embargo tú no puedes

Algunas de estas situaciones las describió de una forma cruda y certera  José Luis Sampedro, escritor,  humanista y como diría a pesar de ello, o por ello economista. El decía que "nos meten el miedo hasta los tuétanos para que no nos movamos, que seamos dóciles y sumisos, nos amenazan con el hambre para que aceptemos cualquier forma de trabajo, por muy injusto que sea el mismo".  El mayor margen de beneficio que se lo lleve el que no trabaja, y terminaba con el sucedido de aquel hombre tan digno que ya no tenía nada que perder pero que ante una miserable propuesta gritaba "en mi hambre mando yo".

Convertir el trabajo en simplemente un tema de oferta y demanda, donde el objetivo de algunos es  abaratar la mano de obra, y aumentar el beneficio de quienes producen las crisis, es para mirárnoslo como sociedad. Tenemos una estructura industrial y económica que ofrece una de las mayores desigualdades, ello viene por no ser capaces de dar un trabajo digno a las millones de personas que lo necesitan, y cada parado es una drama con su historia y sus matices. Cuando hablamos de Gran Bretaña y vemos que con todos sus problemas, Brexit aparte, tienen un índice de paro del 5% es para pensar ¿por qué allí la crisis no les ha tocado pagarla a los más débiles como sucede aquí?.  Cuando hablamos de nuestra vecina Portugal, si, aquella que muchos miran por encima del hombro. Quizás haya que mirar desde el respeto y la admiración, por muchos motivos, pero también, por ser capaces en las situaciones más difíciles de tener un paro del 11% .

Convertir el trabajo en simplemente un tema de oferta y demanda, donde el objetivo de algunos es  abaratar la mano de obra, y aumentar el beneficio de quienes producen las crisis, es para mirárnoslo como sociedad

Pero siempre están los que justifican todo, para ellos es la economía sumergida la culpable de estas cifras, que puede serlo en algunos puntos, pero con la misma economía sumergida este país hace menos de 10 años tenía una paro que no llegaba al 8%.  Hay quien habla de un país de tramposos, cuando la mayoría de los que viven inmersos en ese tipo de economía están fuera de la ley,  son esos trabajadores los mayores explotados, sin los más elementales derechos laborales e incluso sociales. La juventud  tiene un paro superior al 50%,  la incorporación al mundo del trabajo cada vez se realiza más tarde y en peores condiciones, con sueldos de miseria.

El paro es una enfermedad terminal para muchas personas, nos está destruyendo, minando nuestra nuestra sociedad. Una de cada cuatro personas en edad de trabajar no pueden, y de los que están en activo son muchos los que tienen como compañera de trabajo la precariedad. Es muy poco lo que se está haciendo por mejorar o cubrir las necesidades básicas de las familias, hay informes de importantes organismos internacionales sobre la pobreza en España que son para sentir vergüenza. Mi amiga y su familia siguen en paro, y las palabras de los que ocultan la realidad, los que tienen la responsabilidad de hacer políticas reales de empleo, los que recortan en las más esenciales necesidades sociales, les roban la posibilidad de vivir dignamente. No tapemos la realidad, ocultándola nunca resolveremos los graves problemas que tenemos. Y siempre te queda la pregunta ¿y yo qué puedo hacer?

El paro nos está destruyendo
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