domingo. 28.04.2024

Tejiendo redes de apoyo para aislar al maltratador

Esta semana, la juventud de Izquierda Unida en Cantabria organizó en nuestra sede de Astillero, de la mano de Mujeres Jóvenes de Cantabria, el coloquio ‘Relaciones sanas, relaciones feministas’, con el fin de aprender y formarnos colectivamente en igualdad, pero también para compartir los retos todavía pendientes que como sociedad nos quedan, que son muchos.

Con pasos lentos y no sin zancadillas, avanzamos en concienciación y legislación que abarque, de forma transversal, todos los ámbitos de la vida en que, por el hecho de ser mujeres, se nos asignan roles de sumisión o de valoración inferior a los hombres, limitándonos el espacio público o de responsabilidad (a pesar de que somos más del 50% de la población) o, en los casos más extremos, ejerciendo violencias que van desde lo simbólico y anecdótico a lo material y constante. Sí, material, porque nada lo es más que nuestras propias vidas.

La educación es fundamental, sin duda, pero no lo es menos una agenda pública que visibilice este hecho

Entre las distintas temáticas abordadas en la charla, hubo una, la de las redes de apoyo en torno a las mujeres víctimas de violencia de género que ocupó buena parte del acto a través de una reflexión compartida: seguro que conocemos a alguna mujer que ha sufrido o sufre violencia de género, pero… ¿a cuántos maltratadores?

La doble victimización -sufrir violencia machista y ser señalada o conocida por ello- se rebela en este caso como un mal a corregir, sobre todo, porque en el sistema patriarcal en el que vivimos, incluso cuando está identificado el error y quien lo produce, el hombre, no recibe el aislamiento que merece al quebrar la confianza y los principios de igualdad en su relación y la mínima conducta de convivencia dentro de la sociedad. Es por ello, que parte de nuestro énfasis debe ir en la cobertura de apoyo, ayuda, acompañamiento y protección que las mujeres requieren. Y para llevarlo a cabo, la educación es fundamental, sin duda, pero no lo es menos una agenda pública que visibilice este hecho y que ponga las herramientas legislativas y presupuestarias para confrontarlo.

Entre las propuestas a incorporar a las Leyes de 2004, tanto estatal como de Cantabria, están la actualización de los supuestos de violencia de género, esto es, que no sólo es la que ejercen los hombres a sus parejas o exparejas mujeres, sino que nos la encontramos en otras situaciones que quedan fuera de las cifras oficiales. Además, un asunto ya legislado en Cataluña por unanimidad de su parlamento, como es el acoso de segundo orden, esto es, el ejercido a familiares, amistades o asociaciones que apoyan a las víctimas, debe entrar en Cantabria también para que la red de convivencia crezca y el violento se quede solo.

Sigamos construyendo espacios en pie de igualdad para acercar un horizonte feminista.

Tejiendo redes de apoyo para aislar al maltratador
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