lunes. 29.04.2024

Lo sabíamos y lo permitimos

Los concejales, alcaldes, consejeros y técnicos lo sabían perfectamente, pero permitieron durante años que en Cantabria se construyera en zonas inundables.

Tras unos meses muy secos, han llegado las primeras grandes precipitaciones de la temporada y, como siempre, han causado inundaciones en garajes, trasteros y bajos de viviendas. Por desgracia, muchas familias han sufrido daños en sus inmuebles y pertenencias. Por suerte, los daños sólo han sido materiales.

Incrédulos, todos miramos las noticias y reconocemos las zonas que se han inundado. “Esta casa ya se inundó hace dos años”, comentas al ver un vídeo sobre un desbordamiento que te han mandado por whatsapp. “Pobre familia, ese coche está para el desguace”, le dices a tu pareja que te enseña una foto de los efectos del temporal en una de tantas urbanizaciones que se construyeron durante años junto al río.

Una gran parte de las viviendas de Cabezón de la Sal, Torrelavega o  Ampuero están construidas en zonas inundables

En el fondo, todos sabíamos que la mies sobre la que se construyeron esos chalets que ahora están inundados, amanecía bajo un metro de agua cuando caía una tromba en condiciones. Bueno, todos no. Las pobres familias que ahora achican agua con bombas y calderos eran las únicas que no. Los concejales, alcaldes, consejeros y técnicos lo sabían perfectamente, pero permitieron durante años que en Cantabria se construyera en zonas inundables.

Hoy ha sido Verónica Samperio, la alcaldesa de Piélagos, quien ha admitido que poco o nada se puede hacer para que esas casas que se inundan todos los años dejen de hacerlo. “Para evitar las inundaciones habría que cambiar el curso del río Pas, algo inviable”, reconocía en declaraciones a la radio. Demostraba así, que todos esos titulares que nos contaban que “con los ríos limpios (sic) y desbrozados no habrá más inundaciones”, no eran más que una distracción para que pusiéramos nuestras miradas sobre las plantas que crecen en las riberas en lugar de sobre las personas que durante décadas permitieron que pueblos enteros de Cantabria crecieran sobre zonas de alto riesgo de inundación. “Que saquen sus pertenencias cada vez que haya aviso de lluvia”, concluía en declaraciones a una radio local, ante la mirada atónita de unos vecinos que se sentían engañados y dolidos.

Como ha dicho una alcaldesa muy sincera: “ahora sólo podemos paliar los efectos de las crecidas, pero jamás se solucionarán las inundaciones”

Pero seamos justos, Samperio lo único ha hecho hoy es ser sincera. Además, esto no es algo que ocurra sólo en los márgenes del Pas. Una gran parte de las viviendas de Cabezón de la Sal, Torrelavega o  Ampuero están construidas en zonas inundables. Y esto no es porque, de repente, junto al Pas, el Saja, el Besaya y el Asón hayan decidido cambiar sus cursos de una forma caprichosa, sino porque durante años los consejeros y alcaldes que hoy se calzan las katiuskas para sacarse fotos en casas inundadas miraron para otro lado y dieron el visto bueno a que nuestros pueblos crecieran hacia zonas peligrosas.

Por lo que si queremos señalar culpables de por qué nos hacen tanto daño estas riadas, señalemos menos al cielo y a más a las personas que hoy se han disfrazado en traje y botas de agua.

De nada sirve ahora invertir ahora millones de euros en convertir el Saja en un gran canal u hormigonar la ribera del Híjar, porque como ha dicho hoy una alcaldesa muy sincera: “ahora sólo podemos paliar los efectos de las crecidas, pero jamás se solucionarán las inundaciones”.

Lo sabíamos y lo permitimos
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