sábado. 27.04.2024

Créditos disparados, los ciudadanos sí que merecemos amnistía

Surrealista y rocambolesca. Hasta donde alcanzo a comprender, son dos términos que describen perfectamente la mala situación que vive España. Siempre con el beneficio de los mismos, los independentistas catalanes, pasamos de la rebaja de los delitos de sedición y malversación, a una ley de amnistía, y ya veremos referéndum. Son de tal calado los despropósitos, incluida una economía imposible, que se erosiona cada vez más la democracia. Ha llegado la hora de consultar a los españoles, mediante un referéndum, antes de tomar semejantes acuerdos, que solo propician diferencias, empezando por lo más sagrado que tenemos como es la ley.    

En aquellas redacciones de los periódicos en papel, antes de la irrupción de las redes sociales y su todo vale, se valoraba especialmente de los columnistas que fuéramos comedidos al escribir. Podíamos hablar de todo, pero sin agresividad ni ser irrespetuosos, que es a fin de cuentas expresarse bajo la educación y consiguiente influencia del comedimiento. 

La mesura ya no se lleva en España. Ni la practica el Gobierno ni la prensa en general, demasiado rehén del poder, por cuestiones de dinero. Lo que hay son bloques que no quieren entenderse, ni juntos arreglar nada. Unos piensan de una forma, y, los otros, la contraria. No hay más, y es trágico. Sí, resulta dramático porque se está en el exterminio del diálogo, de la sensatez y, sobre todo, del consenso, que tanto se había practicado durante toda la democracia, moribundo también ahora, ya que el Gobierno lo hace todo sin hablar ni pensar en nadie, solo en sus propios intereses y personalismos. Rara manera de representar a un pueblo. Se le gobierna, pero no se cuenta con él.

“Solo tienen relevancia cuestiones que afectan a grupúsculos que aportan votos, como este disparate antidemocrático de amnistía”

La manipulación de la verdad y de los hechos llega a tal grado, que todo lo realmente importante, como la economía de las familias, su futuro y prosperidad, el precio de la cesta de la compra, o de las hipotecas y los créditos disparados, no importa. Solo tienen relevancia las cuestiones que afectan a los grupúsculos que aportan votos para la elección de un posible Gobierno y presidencia del mismo, como es ahora este disparate antidemocrático de la amnistía, para todos aquellos causantes de la rebelión en Cataluña, de 2017 a nuestros días. De repente (como dice la Constitución Española, nunca antes expuesta a semejante acoso premeditado), se ha agredido tanto a su artículo 14, que establece expresamente que los españoles somos iguales ante la ley. No, eso ya no es cierto. 

Somos los ciudadanos los que necesitamos una amnistía de tanta y permanente tensión de dislates y disparates que han cogido ya carrerilla y no paran. Un día, también mirando a Cataluña, es la rebaja de la sedición, otro de la malversación de caudales públicos (hacernos pensar como si fuéramos idiotas que son asuntos menores), hasta llegar a la actual intención anticonstitucional de aprobar una amnistía a la medida de Puigdemont y sus votos para hacer presidente a quien apruebe esta ley. Cuestión de semejante calado, de atenderla, debería ser sometida a un referéndum del pueblo español. Ya va siendo hora de recuperar esta forma tan directa de aplicar la democracia, tras la pertinente consulta de algo trascendental para un país, como puede ser una amnistía o un referéndum de autodeterminación posterior. 

Un Gobierno siempre debe cuidar sus formas de ejercer el poder. No dar la sensación de que todo lo haces a las bravas, porque lo digo yo. Nunca hay que olvidar que gozamos de una de las mejores democracias del mundo, pero ¿en qué momento nos encontramos ahora? Estamos muy mal. De repente, la discrepancia se ha convertido en un riesgo para el que, con todo el derecho de un país libre de la Unión Europea, la ejerce. Si no ves bien una cosa, porque resulta injusta para el conjunto de la sociedad, eres tachado de muy diversas formas, ninguna agradable de escuchar. Escuece decirlo, pero estamos retrocediendo en libertades y en justicia. Se aprecia en que el gobierno y parlamento europeos cada vez hablan más de nosotros y nos ven como un miembro peculiar de los 27, dado todo lo extraño que sucede solo aquí. Nos lanzan avisos sobre renovación de jueces, sobre respeto a la separación de poderes, sobre mala utilización de fondos europeos, pero no se hace caso de nada, aunque, eso sí, esas mismas personas que desoyen y desobedecen, siempre están dispuestas a ejercer buenos cargos de los que puedan quedar vacantes dentro del organigrama político de la Unión. 

Puigdemont y Junqueras, procesados con todas las de la ley, no pueden marcar el futuro del resto del país, de los ciudadanos y de las comunidades autónomas en que habitan. Ya nos vale que con la economía tan en retroceso, con unos intereses que están en el 4,5 %, el Gobierno solo esté al futuro procesal de estos dos personajes. No parece interesar cómo se han puesto de imposibles las hipotecas, los créditos, y la fea situación para muchas familias españolas que ven como de un día para otro se les ha encarecido todo, hasta el pago de las últimas vacaciones que disfrutaban no hace demasiado. Están aguantando como pueden, pero en un periodo corto pueden ya encontrarse con que no tienen para pagar la mensualidad de la hipoteca o del coche comprado. ¿Quién saldrá entonces en su auxilio, Puigdemont? 

“No parece interesar la fea situación para muchas familias que pueden no tener para pagar la hipoteca, ¿quién saldrá en su auxilio, Puigdemont?"

Un Estado debe siempre respetarse y ejercer con equidad todas y cada una de sus competencias. Las excepciones sentencian a una democracia como débil y falsa. Como los privilegios continuados que se están concediendo a todos y cada uno de lo que actuaron en el denominado Procés, y que llevan camino de quedar libres de culpa gracias a una amnistía tan increíble como caciquil. Quienes han venido actuando así, contra el Estado de Derecho, no van a cambiar; irán a peor, y este Gobierno, que piensa que está normalizando todo lo relacionado con Cataluña, lo verá y, lo peor, lo dejará como terrible herencia a un pueblo que cada día siente en mayor medida que alguien tiene más derechos, dependiendo de donde nace dentro de España. Esta es la realidad, y no porque lo diga yo como columnista apegado al comedimiento. Es que está sucediendo con todo lo relacionado con los independentistas catalanes. 
 

Créditos disparados, los ciudadanos sí que merecemos amnistía
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