sábado. 27.04.2024

Si los medios no se fijan en Ucrania, la opinión pública tampoco

Más de uno recordará que todavía hay guerra en Ucrania, porque, lo que es los medios de comunicación, la han arrinconado. Lo de seguir e informar de la actualidad parece supeditado a los intereses coyunturales de potencias y grupos financieros muy concretos, como los relacionados con el armamento. Deplorable. Dicen que ahora prima lo que sucede en Gaza. Los muertos y refugiados ucranianos son ya pasado. Deplorable también. Mientras se habla, poquito, de paz aquí y allá, lo que no deja de crecer es el gasto armamentístico en todos los países, caso de España. Disculparán que me repita por tercera vez: deplorable.

Cuan terrible es que se declare una guerra, como inhumano el hecho de que no importe al mundo, y llegue el momento en que ya ni se informe sobre sus batallas y sus muertos, o la desprotegida población civil mirando hacia el cielo para esquivar las bombas. Sucede ya con la Guerra de Ucrania.

Cuando avanzamos hacia los mil días de una guerra originada por Rusia, albergo la sensación de que ya no interesa, si exceptuamos la inicial preocupación, superada, de que el conflicto no frenara las exportaciones de petróleo, gas, componentes o cereales. Ya parecen importar menos las dramáticas estadísticas. Como la de Naciones Unidas, que cifra en 7.000 los civiles muertos, aunque se apresuran a puntualizar que este número es tan solo aproximado. Como otro organismo de referencia en materia de refugiados, ACNUR, que estima en 8,2 millones de ucranianos los que han salido de su país, y están establecidos en diferentes puntos de la Unión Europea. O como  UNICEF, que evalúa en 7,5 millones los niños ucranianos que han abandonado sus hogares.

El caso es, como dijo a finales de 2023 la ministra alemana de Exteriores,  “estamos viendo cómo la visión de Ucrania está desapareciendo del ojo público, y eso es fatal”. Estoy de acuerdo, al tiempo que tremendamente decepcionado, con la versión de la ministra Annalena Baerbock. En la búsqueda de un porqué bien fundamentado, hay analistas políticos y también informativos que argumentan que ahora todo el interés mediático está puesto en lo que sucede en la Guerra de Gaza. Es decir, si no entiendo mal, una guerra tapa a la otra, y Benjamín Netanyahu (Israel) y Yayha Sinwar (líder la Franja de Gaza) sustituyen a Vladimmir Putin (Rusia), y Volodímir Zelenski (Ucrania). ¡De vergüenza!

La visión de Ucrania está desapareciendo del ojo público. El interés ahora está en Gaza, es decir, una guerra tapa a la otra. ¡De vergüenza!

Quienes piensan que nos estamos adentrando en sociedades controladas informativamente desde el poder y los intereses de grupos financieros concretos, encuentran un argumento más para creer que es así con la desaparición paulatina de la Guerra de Ucrania de televisiones y periódicos en general. También, en el caso de los medios, es porque el interés informativo está ahora en Oriente Medio. Puede ser. Por tradición, al menos es así para los medios de comunicación norteamericanos, y la visión tan estratégica que tienen de que todo lo malo que pase en esa parte del mundo, tiene una repercusión fatal para el resto. Lo asumen por la propia historia bélica de Estados Unidos y las sucesivas guerras del Golfo, con un serio temor ahora de que el conflicto entre Israel y Gaza desestabilice las ya de por si difíciles relaciones entre los países de Oriente Medio. Como ya sucedió con Ucrania, no olvidemos igualmente dónde se produce y exporta la mayor cantidad de petróleo y gas (Además de Estados Unidos, Canadá y Rusia, tenemos a Arabía Saudí e Irak).

Siempre que tengo la oportunidad me manifiesto en contra de la guerra, sea pequeña o grande, o soportada económicamente por una potencia u otra. Las guerras nunca son la solución a nada. Ya que no podemos frenarlas, ni en su comienzo ni en su final, lo que nunca puede faltar es la crítica permanente, constante, diaria, de los medios de comunicación hacia lo que sucede. A Putin no le paró el rechazo internacional, pero ¿fue este suficiente? Con la Guerra de Ucrania ha habido dos caras, la de oponerse, y la de querer seguir recibiendo el petróleo y el gas de Rusia. Intereses y más intereses. A fin de cuentas, esto son las guerras.

Me duele especialmente que no haya suficiente divulgación educativa y social en contra de los enfrentamientos armados. Al contrario, consentimos o miramos para otro lado. Y nos dejamos embaucar. Ya casi nadie se acuerda de la Guerra de Ucrania, empezando por los medios, pero resulta que todos los países europeos, incluida España, se han embarcado en una militarización y consiguientes gastos millonarios absolutamente desmedidos. Si con la crisis acechando, un país con las problemáticas económicas y sociales de España, dedica más de lo debido a gasto en armas, lo que se va a ver mermada es la inversión en lo que verdaderamente cunde, como es la educación, la sanidad o la cultura. Lentamente, pero está sucediendo ya.

Las guerras nunca son la solución a nada. Ya que no podemos frenarlas, nunca puede faltar la crítica permanente de los medios de comunicación

Como no hay dos sin tres, quiero confiar en que no habrá que poner un nuevo nombre propio a otra guerra. Lo repito: no hay suficiente rechazo civil a los despropósitos cometidos, en los que hay muchos Gobiernos que manejan un doble lenguaje con Rusia o Israel. El ejemplo más claro lo tenemos en la propia Unión Europea. Aquí, lo que hay que hacer con la Guerra de Ucrania o la Guerra de Gaza lo marca Estados Unidos. Y mucho me temo que lo mismo sucede con la mayor o menor presión que los medios de comunicación, más importantes internacionalmente, puedan hacer en un momento dado en nombre de la paz, y en el no a la guerra. En los tiempos actuales prima la hipocresía colectiva. Como siempre, nos arrepentiremos. Como siempre, será demasiado tarde. Ucrania, ¿recuerdan?: 8,2 millones de refugiados y 7,5 millones de niños que muy difícilmente regresarán algún día al que fue su hogar. Quedamos informados.

 

 

 

 

Si los medios no se fijan en Ucrania, la opinión pública tampoco
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