jueves. 09.05.2024

Primero, el Congreso de EE.UU., luego, el de Brasil, ¿avisos?

Los gobiernos crean hoy, más que nada, desosiego. Las malas noticias emitidas desde los canales del poder son la causa de un enfado colectivo.  Cosa distinta es que los gobernantes detecten a tiempo ese malestar creciente. Estados Unidos y ahora Brasil lo saben bien por el asalto de miles de ciudadanos a sus cámaras de representantes. Ahora bien, ¿puede suceder esto mismo en el lado europeo, donde está España? Viene bien razonarlo desde el prisma de ese viejo refrán que dice: Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.

Por los acontecimientos, queda meridianamente claro que los actuales mandatarios del mundo no lo gobiernan bien, y para prueba basta con señalar los asaltos al Congreso de los Estados Unidos y, ahora, le ha tocado el turno al de Brasil. En ambos casos, pero especialmente con los norteamericanos y su tradición de auto erigirse en la primera democracia entre los 193 países pertenecientes a la ONU, era impensable lo que ocurrió en Washington, en aquel 6 de enero de 2021.

Verdaderamente, tanto Donald Trump (acusado de insurrección) como Jair Bolsonaro (de crímenes por su gestión del Covid), son expresidentes con una forma de pensar y actuar que no deja indiferente a nadie. Pero lo que está sucediendo en la sociedad actual va más allá que lo que puedan predicar entre sus seguidores los antecesores de Joe Biden (enredado en el mal uso de documentos secretos), presidente actual de Estados Unidos, y Lula da Silva (casi tres años en la cárcel por una condena de corrupción luego anulada), y vuelta a otra vez a la presidencia de Brasil.

Como se piensa en España, principalmente por parte del Gobierno, el Covid no ha generado descontento suficiente como para pensar en reacciones radicales en un momento dado. No hay estudio alguno al respecto, como no lo hubo en la mala gestión de la pandemia, aunque la suma de acontecimientos que vivimos es motivo suficiente como para recapacitar. 

Nos movemos en el siguiente contexto de arenas movedizas. Un Coronavirus detectado en 2020 que amenaza con volver con fuerza por culpa de los incontrolados contagios en China; una crisis económica muy seria que no se quiere reconocer; falta de suministros industriales de lo más variado; una inflación que sigue al alza; una sociedad y sus familias cada vez más dependientes de las ayudas oficiales (que se acabarán); un coste de la cesta de la compra insoportable; unos sueldos de  jóvenes trabajadores con los que no pueden aspirar a nada; una manipulación informativa nunca antes vista, más un retroceso en las artes y en la cultura, no menos desmoralizantes.

¿Se puede reproducir en Europa lo sucedido en el continente americano? Al menos, no pensemos que somos los mejores, diferentes, y que no puede sucedernos. En esas estaba igualmente Estados Unidos, y siguen inmersos en una investigación de los sucesos que, cuanto menos, tiene dividido al país. Lo que debemos hacer en esta parte del mundo es plantear mejor las cosas. ¿No se están haciendo ahora bien? No, para nada. Únicamente, los problemas se enfrían. Los países de la Unión actúan cada vez más de manera individual, y España es el peor ejemplo en este sentido.

Cambio en las leyes para propiciar trato de favor a unos pocos, cada vez más influencia de los lobbies para favorecer a sectores y multinacionales muy concretos, enfrentamiento con el Poder Judicial y la elección de jueces cuya reputación queda muy tocada, hacer leyes mal lo que solo beneficia a violadores, y una utilización de los medios de comunicación públicos que ya les ha hecho un daño letal en cuanto a su credibilidad y supervivencia en el futuro.

“Como se piensa por parte del Gobierno, el Covid no ha generado descontento, aunque la suma de acontecimientos es motivo para preocuparse”

Hay además una cosa en común sobre lo sucedido en Washington y Brasilia, con respecto a Madrid, Berlín, París y, no digamos, Roma. Los medios abren a diario sus ediciones con un enfrentamiento cada vez más radicalizado entre todas las fuerzas políticas. Trump y Bolsonaro azuzaron a sus seguidores, pero es que aquí se practica desgraciadamente la misma forma de hacer, que no lleva a nada bueno.

También nos hemos venido indignando respecto a los mensajes de líderes mundiales en Twitter. Por su carácter racial, irrespetuosos y mal intencionados. Perjudicaban tanto la convivencia interior como exterior de los países donde se producían estos zascas. Pero es que aquí ocurre ya lo mismo. Los periódicos han perdido su influencia, y son las redes sociales las que marcan el devenir diario de lo que puede o no ser actualidad informativa. Baste como ejemplo la última canción de Shakira en la que no sale nada bien parado Piqué. Deberíamos cansarnos y dejar de lado a muchos y variados personajes de Twitter, destrozado por su nuevo dueño, Elon Musk. La mayoría solo genera odio con sus desacertados comentarios. Me he propuesto en este 2023 olvidar a todos y cada uno, porque no aportan nada bueno al conjunto de la convivencia y el desarrollo.

Los problemas hay que solucionarlos, no echar más leña al fuego de la gran hoguera que tenemos ahora montada con un país, España, dividido, con un problema, Cataluña, sin resolver, y con una economía insoportable para las familias, respecto al precio de los alimentos, la gasolina, la luz y el gas. La puntilla del precio de todo lo demás viene en este iniciado año. Con un panorama así, el pacto sería la mejor herramienta para propiciar un futuro seguro a cada español.

“Nos hemos indignado respecto a mensajes de líderes en Twitter, por su carácter mal intencionado. Pero es que aquí ocurre ya lo mismo”

En cambio, los ciudadanos se alejan de los medios de comunicación, principalmente de la televisión, porque casi todo lo que se emite crea desasosiego, ansiedad, malestar y enfado. Generar felicidad debe ser objeto de un gobierno, pero las tornas no van hoy por aquí, en ningún lado además, de ahí que no podamos emitir juicio de valor alguno sobre las reacciones de descontento que puedan llegar a producirse.

Primero, el Congreso de EE.UU., luego, el de Brasil, ¿avisos?
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