sábado. 27.04.2024

Lo de Rubiales, con aciertos y excesos, camino de mil artículos

El caso Rubiales, Torrente como le llama un pariente entrevistado, se ha erigido ya en telenovela mala. Como consecuencia de tantos episodios aún por aparecer, no desdeñemos que la vida y obra del sancionado presidente de la Federación de Fútbol termine en serie de Netflix. Se aprecia nerviosismo en torno al personaje, especialmente en sectores del poder. Es digno de estudio que alguien así se mantenga cinco años en un cargo de tanta trascendencia, sino goza del apoyo de las altas esferas. El daño ya está hecho y es muy grande. Tanto para la imagen de España, como para unas campeonas del mundo a las que nadie pone cara.

Ahora me arrepiento, y mira que lo pensé varias veces, de no haber puesto como parte uno mi artículo del domingo pasado titulado “Sí, la igualdad exige comportamientos ejemplares de los dirigentes”. Lo hecho por el suspendido presidente de la Federación Española de Fútbol hecho está, aunque no se baja del burro y sigue sin tener nombre que no dimita, fea y contagiosa costumbre de este país.

El castigo debería ser ejemplar (veremos), en pro de diversas cuestiones esenciales. La principal, erradicar el sexismo de la sociedad española. A continuación, aunque Rubiales es en esto también el peor dirigente, que cualquier acto, gesto o declaración machista que se produzca en adelante, dentro del organigrama nacional de la responsabilidad púbica, suponga la inmediata dimisión e inhabilitación de quien lo protagonice. Añado algo más. Se acabaron también las diferentes varas de medir que se usan en este país con el sexismo, dependiendo del político, presentador de televisión, el periódico, el artista o quien sea. Hasta aquí hemos llegado.

Independientemente de lo que conllevan las actitudes y discursos surrealistas de Rubiales, llevaba cinco años en el cargo con no pocos escándalos a sus espaldas. Pero dentro de todos los argumentos que se están cruzando y manipulando en esta historia, me genera mucho rechazo los aprovechados que buscan cámara y notoriedad para subirse a un carro que no les corresponde. Encima encuentran hueco dentro de los muchos programas de televisión que ya han convertido la historia en el serial de Luis Rubiales, mientras las futbolistas pierden cada día más notoriedad de la grandeza que han consumado. El grueso de los españoles no pone cara ni nombre a estas 23 magnificas jugadoras. Aquí solo existe Luis Rubiales y Jenni Hermoso. Los demás parecen sobrar.

Se acabaron también las diferentes varas de medir que se usan con el sexismo, dependiendo del político, presentador de televisión o artista

Como tantas cuestiones que se gestionan a las bravas en este país, con unos ciudadanos que se encogen de hombros y permiten hacer lo que sea, si bien Rubiales parece haber llegado a su fin como máximo dirigente de la RFEF, el batiburrillo de argumentos, sobre todo políticos, deberían ser solventes. Pero no.  Se están mezclando tantas cosas, que van a terminar por favorecer a Rubiales. Un ejemplo hecho noticia es hablar de dos Españas, una en favor de Jenni Hermoso, y otra de Luis Rubiales. La farsa es que te pones a leer la conclusión del titular y se citan a no pocas personas y colectivos que apoyan a la jugadora, y como soporte principal del presidente de la Federación tan solo se menciona la huelga de hambre que su madre protagonizó en una iglesia de Motril. ¿Esto en si solo es que media España apoya al dirigente deportivo? No, es una manipulación y una estrategia para mantenernos entretenidos y, sobre todo, divididos acerca de las cosas auténticamente importantes.

Como ha declarado un tío suyo en una entrevista concedida a un periódico, Rubiales se asemeja a Torrente, el personaje magistralmente interpretado por Santiago Segura. El policía machista, racista, franquista y zafio bate récords de taquilla cada vez que aparece una nueva película de él. La primera entrega se titulaba Torrente, el brazo tonto de la ley. No me lo pongan fácil para ver similitudes con todo lo que pasa actualmente en este país, especialmente si se trata de acomodar la ley para favorecer a poderosos, con lo decisivo de sus votos en el Congreso de los Diputados. Dentro de una nación de las más democráticos del mundo nos dirigen ahora hacia una amnistía.  Con Rubiales o sin Rubiales, ¿cómo vamos a tener buen nombre en el resto del mundo? Imposible.

Luis Rubiales ha destrozado la RFEF y también la imagen del futbol español. Cada una de sus gestiones es ahora cuando más investigación requieren, y en qué medida fueron apoyadas por el Gobierno y los representantes del mismo. No deja de ser curioso que cada día que pasa es menor el ruido dentro del Gobierno sobre el discurrir del caso Rubiales, sancionado 90 días por la UEFA. La FIFA estudia inhabilitarle 15 años. Entretanto, en España, ninguna sanción. El TAD, Tribunal Administrativo del Deporte, tacha solo de grave el beso no consentido. Todos sabemos que cuando hay un interés real se actúa, pero aquí pinta a que lo que se quiere es que sean los máximos organismos del fútbol internacional en los que recaiga la caída definitiva del que fue todopoderoso mandatario del fútbol español, estrechamente relacionado con las más altas instancias del Estado.

Luis Rubiales ha destrozado la imagen del futbol español. Cada una de sus gestiones es ahora cuando más investigación requieren

De la historia de Rubiales estamos ahora centrados en su comportamiento sexista, pero poco se habla de sus actuaciones al frente de la Federación. Siempre fue un cargo deportivo protegido. La gran prueba son las cintas que salieron a la luz sobre el negocio redondo que era llevar la Supercopa de España a Arabía Saudí, con Gerard Piqué metido también de lleno en el turbio asunto. La pregunta final que hago es bien sencilla. ¿Quién permitió ese campeonato con futbolistas españoles, jugando en un país que no respeta en absoluto los derechos de las mujeres? La respuesta es bien fácil.

 

 

Lo de Rubiales, con aciertos y excesos, camino de mil artículos
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